6 de agosto 2020 - 00:00

Aún en caos, una pregunta atormenta a Líbano: ¿por qué los explosivos estaban almacenados en el puerto?

De acuerdo con pesquisas preliminares, las 2.750 toneladas de nitrato de amonio habían sido incautadas a un barco ruso en 2013. Pese a las advertencias, las autoridades libanesas nunca definieron su destino.

CATÁSTROFE. El estallido dejó un cráter de 200 metros en el puerto. Las reservas de granos del país se vieron severamente afectadas, dado que la mayoría de los silos fueron dañados. 

CATÁSTROFE. El estallido dejó un cráter de 200 metros en el puerto. Las reservas de granos del país se vieron severamente afectadas, dado que la mayoría de los silos fueron dañados. 

Beirut - Las primeras investigaciones apuntaban a que a el origen de la explosión que el martes devastó parte de la capital del Líbano y causó al menos 135 muertos y más de 5.000 heridos, fue producto de un descuido de las autoridades portuarias, por lo que varios de sus empleados fueron puestos en arresto domiciliario.

Al parecer, de acuerdo con el diario The Times y la cadena de noticias Al Yazira, las 2.750 toneladas de nitrato de amonio que explotaron ayer se encontraban en un barco ruso que había sido abandonado en 2013 tras no ser apto para navegar. El propietario de la embarcación llamada Rhosus es Igor Grechushkin, quien actualmente reside en Chipre.

Debido a las posibles consecuencias que podría acarrear esta sustancia, las autoridades portuarias la descargaron y la colocaron en el Hangar 12 del puerto, de acuerdo a Al Yazira. A lo largo de los años, las autoridades debatieron sin éxito su destino, pero nunca llegaron a una conclusión.

Con esta información, la hipótesis de un acto premeditado queda sin fundamentos. No obstante, aún no está claro qué pudo desatar el fuego inicial.

En medio de acusaciones cruzadas entre las autoridades del país, el jefe de la Administración de Aduanas libanés, Badri Daher, dijo que hizo seis solicitudes a la Justicia en los últimos años para que se retirara el nitrato de amonio del puerto.

El Gobierno del primer ministro Hasan Diab anunció la creación de una comisión para investigar el origen del estallido y para encontrar a cualquier eventual responsable.

“No hay palabras para describir la catástrofe en Beirut”, dijo ayer el presidente Michael Aoun al prometer una pesquisa transparente antes de una reunión de gabinete.

Luego de la reunión, el gabinete ordenó poner bajo arresto domiciliario a un número no precisado de empleados del puerto mientras se investiga la explosión.

El presidente Donald Trump había dicho el martes a la noche que su equipo de Defensa le había hablado de una “bomba”, pero los generales de alto rango lo desmintieron.

La detonación, equivalente a un terremoto de 3,5 grados, dejó calles repletas de vidrios y escombros y decenas de desaparecidos, y amenaza con agravar la mayor crisis económica del país en décadas y su fuerte brote de coronavirus.

Vuelos de ayuda internacional comenzaron a arribar ayer a Beirut, donde el estallido dañó tantos edificios que el Gobierno local dijo que cientos de miles de personas podrían no ser capaces de volver a sus hogares por dos o tres meses.

El humo todavía salía ayer de la zona portuaria, donde se formaron montañas de granos por la destrucción de varios silos rodeados de hangares que también quedaron completamente derruidos. Por este problema, el país teme quedarse sin cereales para consumo interno en menos de un mes.

La explosión abrió un cráter de unos 200 metros que se llenó con agua del mar.

Gran parte del centro de la ciudad de más de 1 millón de habitantes quedó sembrada de restos de concreto, vidrios que cayeron desde las fachadas de edificios y numerosos vehículos dañados.

El ministro de Salud, Hamad Hasan, informó al canal local Al Manar que los muertos ya llegaron a 135 y los heridos superan los 5.000, y no descartó que las cifras continúen subiendo en las próximas horas, según la cadena Al Yazira. Los servicios de emergencias buscaban a unos 100 desaparecidos.

El gabinete también declaró el estado de emergencia por dos semanas, lo que da al Ejército plenos poderes durante ese lapso.

La detonación fue la más potente que se haya registrado en la ciudad, que estuvo dividida durante la guerra civil que desangró al país de 1975 a 1990 y que ha soportado bombardeos del vecino Israel y grandes atentados con explosivos.

El gobernador de Beirut, Marwan Abboud, estimó ante la prensa que la mitad de la ciudad fue afectada, entre 250.000 y 300.000 personas se quedaron sin sus hogares y que las perdidas materiales totales podrían ascender hasta 15.000 millones de dólares. El Líbano ya se encontraba al borde del colapso en medio de su mayor crisis económica desde el fin de la guerra civil, y su capacidad para lidiar con este desastre se presume muy limitada.

Los que quedaron sin hogar podrían ser muchos de los mismos que han perdido sus trabajos y ahorros luego de una fuerte devaluación y de una hiperinflación.

El suministro de alimentos también se suma ahora a las preocupaciones, porque el Líbano importa casi todos sus productos vitales y su principal puerto ha quedado destruido. El sistema sanitario justo enfrenta un aumento de casos de coronavirus. Aunque el Gobierno ha prometido ayuda, sus recursos dinerarios son escasos, y la tragedia amenaza con caldear el ánimo social en un país sacudido por meses de protestas contra todas las facciones políticas, incluyendo el grupo islamista Huzbulá.

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