17 de julio 2006 - 00:00

Las raíces de un conflicto trágico

El actual conflicto en el Líbano tiene un pasado largo y complejo. Estas son las claves para comprender la crisis.   

  • Creación del Estado. El Líbano surge como país con la firma, en 1943, de un pacto entre las diferentes comunidades que lo habitan. La distribución del poder se estableció entonces en función del peso demográfico de cada una. Predominaban los cristianos (maronitas, griegos ortodoxos, griegos católicos y otras confesiones) frente a los musulmanes (sunnitas, chiitas y drusos). La presidencia del Estado quedó en manos de los maronitas, la jefatura del gobierno fue para los sunnitas, una cartera ministerial al menos para los drusos y la presidencia del Parlamento fue controlada por los chiitas. La proporción de parlamentarios se estableció en seis cristianos por cada cinco musulmanes.   

  • Guerra civil (1975-1990). A mediados de los años 70 se produjo la ruptura de este artificioso acuerdo, que provocó el inicio de una guerra civil cuyas consecuencias todavía se perciben.
    Gracias a su crecimiento demográfico, los musulmanes, particularmente los chiitas, superaron a los cristianos. Los maronitas reaccionaron con violencia, negándose a perder sus privilegios.

  • OLP

  • Paralelamente, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasser Arafat se refugió en el Líbano, tras ser expulsada de modo sangriento de Jordania. En 1973, los palestinos constituían 10% de la población y sus condiciones de vida eran penosas, concentrados en campos de refugiados en el sur del país. Las actividades terroristas de la OLP pusieron al Líbano en la mira de Israel, a lo que se sumó el rol cada veza más activo de Siria en el país.

    En una primera fase de la guerra, los cristianos retrocedieron frente a palestinos y chiitas. En 1976, 20.000 soldados sirios invadieron el Líbano. Beirut fue dividida en dos partes: el norte, para los cristianos; el sur, para los musulmanes. La guerra provocó el exilio de miles de libaneses y la quiebra de una de las economías más florecientes de la región. A la lucha de las diferentes facciones se unió la intervención de Israel, que lanzó varias campañas para contener a la OLP. El 6 de junio de 1982, 60.000 soldados israelíes invadieron el país.

    La guerra finalizó cuando las tropas apoyadas por Siria tomaron el control. El conflicto causó la muerte de al menos 150.000 libaneses, una cuarta parte de la población se exilió y cientos de miles vivían como refugiados en su propio país. En 1992, se celebraronlas primeras eleccionesen 20 años.   

  • El papel de Hizbollah. Esta milicia chiita fue creada en 1982 como reacción a la invasión israelí. Apadrinada por Irán -país con abrumadora mayoría chiita- y Siria, fue autorizada a mantener las armas tras el fin de la guerra civil con el pretexto de ayudar a contener a las tropas israelíes, a las que combatió hasta que se retiraron en 2000. Pese al fin de la ocupación y la existencia de una resolución de la ONU, Hizbollah se ha negado a entregar las armas. Más allá de su rol político y su participación electoral -controla una veintena de diputados en el Parlamento libanés-, siguió hostigando a Israel para lograr la liberación de centenares de presos palestinos y libaneses y la devolución del territorio conocido como las Granjas de Cheba. . La frágil reconstrucción. Distintos gobiernos se han sucedido desde que acabó la guerra civil sin lograr estabilizar el país, sobre todo debido a la permanente intromisión siria. El asesinato el 14 de febrero de 2005 del ex primer ministro Rafic Hariri demostró la fragilidad de la democracia local. La oposición al presidente Emile Lahoud, considerado prosirio y en el poder desde 1998, dirigió sus iras contra Damasco, a quien acusó por el crimen. La presión internacional hizo que Siria retirara en abril de 2005 los 14.000 soldados que todavía tenía en el país, pese a lo cual su influencia persiste.

    Las elecciones celebradas en mayo y junio de 2005 llevaron al poder a una coalición antisiria dirigida por el hijo de Hariri, Saad. Fue nombrado primer ministro Fouad Siniora, quien prometió continuar las reformas del líder asesinado. En su gabinete hay miembros opuestos a Siria e incluyó, por primera vez, a un ministro de Hizbollah. En una curiosa cohabitación, el presidente prosirio Lahoud desafía las presiones para retirarse y asegura que continuará hasta finales de 2007.
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