Durante meses, J.P. Morgan apoyado en la fe ciega de periodistas funcionales al sistema, alimentó el optimismo inversor sobre la economía argentina. En sus informes del Global Data Watch – Global Economic Research, destacaba una recuperación robusta del PBI, una desinflación efectiva, e incluso mejoras fiscales que permitirían sostener el crecimiento económico durante 2025.
De la euforia al repliegue: el doble discurso de J.P. Morgan con los títulos argentinos
En un mercado financiero global dominado por actores sofisticados, el desarme coordinado de posiciones puede disparar correcciones bruscas, como ya ocurrió en otras crisis latinoamericanas
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La conducta de J.P. Morgan -dando señales públicas alentadoras mientras sus operaciones privadas se desprenden de bonos- recuerda prácticas vistas en episodios como el carry trade previo a la crisis de 2018 o incluso el default selectivo de 2001.
Sin embargo, en paralelo y con discreción el informe de su mismo banco del 27 de junio 2025, su Latin America Emerging Markets Research recomendaba salir de los bonos argentinos, dejando ver que, desde el 15 de abril de 2025, ellos lo están haciendo, mientras argumentan ahora porque lo han venido operando. Esta contradicción no es anecdótica, pone en evidencia una asimetría informativa funcional al beneficio de sus propios traders, en perjuicio de sus clientes más lentos o institucionales, y en última instancia, de la estabilidad del sistema financiero argentino.
La mecánica del ardid financiero
Según la teoría clásica de valuación de activos (Rodríguez Cacio, 2021; Van Horne & Wachowicz, 2010), el precio de un bono refleja la expectativa sobre sus flujos descontados a una tasa que incorpora el riesgo país. La confianza del mercado, en este contexto, es un insumo crítico. Por eso resulta alarmante que, mientras los reportes de JPMorgan destacaban crecimiento del consumo privado, y mejoras fiscales, sus propias recomendaciones internas de trading marque que estuvieron en retirada; vendieron bonos LECAP con un retorno excelente.
Estas acciones no son neutras. En un mercado financiero global dominado por actores sofisticados, el desarme coordinado de posiciones puede disparar correcciones bruscas, como ya ocurrió en otras crisis latinoamericanas (Rodrik, 2011; Sassen, 2010). Lo que en el informe macroeconómico semanal expresa una “espera prudente ante riesgos electorales”, en realidad se traduce en una salida estratégica del riesgo argentino por parte de quienes ya obtuvieron sus ganancias.
La noción de información asimétrica, desarrollada por Joseph E. Stiglitz y galardonada con el Premio Nobel en 2001, sostiene que en muchos mercados los agentes no acceden al mismo nivel de información al momento de tomar decisiones económicas. Esta desigualdad informativa no es un defecto accidental, sino muchas veces una característica estructural del sistema, que permite que actores con información privilegiada se beneficien en detrimento de otros menos informados.
En los mercados financieros, este desequilibrio puede generar ineficiencia, manipulación y hasta comportamientos estratégicos que rozan la estafa legal. Stiglitz demostró cómo estos desequilibrios no solo distorsionan los precios, sino que también afectan la distribución del riesgo y las oportunidades en la economía, generando crisis recurrentes. En el caso argentino, el comportamiento de J.P. Morgan puede leerse como un ejemplo contemporáneo de manual; informes públicos que inducen una lectura optimista mientras, por canales internos, se ejecuta una estrategia de desarme de posiciones con ventaja informativa. El resultado es que quienes confían en la información oficial quedan atrapados en activos sobrevaluados, mientras que los insiders ya han recogido beneficios y salido de escena.
Desde la óptica de la valuación por fundamentals, esta maniobra no es menor. Si el valor del bono depende de la expectativa de repago y estabilidad macroeconómica, inducir una percepción optimista para luego desinvertir equivale a alterar las condiciones de mercado artificialmente. El modelo DCF (Discounted Cash Flow) utilizado para valuaciones de deuda en mercados emergentes requiere una lectura ética del riesgo y la información (Rodríguez Cacio, 2021; Damodaran, 2023).
¿Un déjà vu argentino?
La conducta de J.P. Morgan -dando señales públicas alentadoras mientras sus operaciones privadas se desprenden de bonos- recuerda prácticas vistas en episodios como el carry trade previo a la crisis de 2018 o incluso el default selectivo de 2001. El diferencial de información, lejos de ser un problema técnico, se convierte aquí en una palanca política y financiera con efectos distributivos regresivos.
Si la elite financiera global abandona los bonos argentinos tras haber inducido confianza, los mercados responderán con sobrerreacción, y los efectos se trasladarán al tipo de cambio, el costo de refinanciamiento y eventualmente, a la estabilidad política. Esta “micro engañifa global”, como podríamos definirla, es un riesgo sistémico para países que, como Argentina, siguen dependiendo del humor externo más que de la solidez institucional interna.
Es hora de advertir, con evidencia, que los informes de research de los grandes bancos de inversión no son documentos neutros: son artefactos geopolíticos con impacto real. Y cuando los traders ya vendieron, el riesgo lo asumen los que leen tarde.
Referencias: Damodaran, A. (2023). Investment Valuation: Tools and Techniques for Determining the Value of Any Asset (4th ed.). Wiley. Rodríguez Cacio, A. B. (2021). Rodrik, D. (2011). The Globalization Paradox: Democracy and the Future of the World Economy. W. W. Norton & Company. Sassen, S. (2010). Territory, Authority, Rights: From Medieval to Global Assemblages. Princeton University Press. Van Horne, J. C., & Wachowicz Jr., J. M. (2010). Fundamentos de administración financiera. Pearson Educación. JPMorgan. (2025, June 27). Global Data Watch – Global Economic Research & Latin America Emerging Markets Research [Internal Report]. JPMorgan Chase & Co.
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