La democracia contemporánea ya no se juega únicamente en las instituciones clásicas -Congreso, partidos, sindicatos- sino también en un espacio cada vez más determinante, la esfera pública digital. En Argentina, como en buena parte del mundo, las redes sociales constituyen el lugar privilegiado de la comunicación política, la disputa cultural y la construcción de identidades colectivas.
Democracia en jaque: erosión institucional, legitimidad en crisis y la encrucijada argentina bajo el gobierno de Javier Milei (Parte V)
En Argentina, como en buena parte del mundo, las redes sociales constituyen el lugar privilegiado de la comunicación política, la disputa cultural y la construcción de identidades colectivas.
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Milei se hizo conocido como “el león” en programas televisivos de entretenimiento, pero su consolidación política se produjo en redes sociales, donde supo traducir complejas consignas económicas en memes, frases cortas y gestos performativos.
El estudio de Ipar, Villarreal, Cuesta y Wegelin (2022) muestra que este ámbito digital no es un mero espejo de la sociedad, sino un dispositivo que amplifica, radicaliza y, en muchos casos, normaliza los discursos de odio. Bajo el gobierno de Javier Milei, este fenómeno adquiere una centralidad inédita, ya que el propio presidente construyó su liderazgo político desde la televisión y luego desde Twitter (hoy X), TikTok e Instagram. Su gobierno no solo utiliza estas plataformas como canales de comunicación, sino que organiza gran parte de su legitimidad en torno a ellas.
La centralidad de las redes en la política libertaria
El libertarismo argentino es, en gran medida, un fenómeno digital. Milei se hizo conocido como “el león” en programas televisivos de entretenimiento, pero su consolidación política se produjo en redes sociales, donde supo traducir complejas consignas económicas en memes, frases cortas y gestos performativos.
La campaña de 2023 mostró la capacidad del oficialismo de movilizar recursos digitales para interpelar especialmente a jóvenes desencantados con la política tradicional. Videos virales, transmisiones en vivo y mensajes agresivos contra la “casta” se convirtieron en armas electorales eficaces. Sin embargo, esa misma estrategia instaló un estilo comunicacional que privilegia la descalificación por sobre la deliberación, el impacto emocional por sobre la argumentación racional.
Discursos de odio y polarización
Los discursos de odio son definiciones complejas. Ipar et al. (2022) proponen entenderlos como expresiones que deshumanizan a determinados colectivos, buscan excluirlos de la comunidad política y legitiman la violencia contra ellos. En la esfera digital argentina, estos discursos apuntan de manera recurrente contra:
- Organizaciones sociales y piqueteras, presentadas como “parásitos” o “planeros”.
- Feministas y colectivos de diversidad sexual, acusados de “ideologizar” la sociedad.
- Trabajadores estatales, considerados parte de la “casta”.
- Medios críticos y periodistas opositores, señalados como “enemigos del pueblo”.
La repetición constante de estas categorías no solo degrada el debate público, sino que también produce efectos materiales, legitima el recorte de derechos, justifica la represión de la protesta y deshumaniza a sectores enteros de la población.
La posverdad y el debilitamiento de la deliberación
Otro rasgo destacado de la esfera digital es la proliferación de fake news, teorías conspirativas y narrativas basadas en emociones intensas. Como señalan Ipar et al. (2022), el fenómeno de la posverdad implica que la veracidad de los hechos pierde relevancia frente a la capacidad de un mensaje de movilizar identidades.
El gobierno de Milei se ha valido de esta lógica en múltiples ocasiones, instalando relatos simplificadores sobre la economía (“la inflación es siempre y en todo momento un fenómeno monetario”) o la política (“la casta es responsable de todos los males del país”). La efectividad de estas narrativas no radica en su coherencia empírica, sino en su potencia simbólica. El resultado es un debilitamiento de la deliberación democrática, ya que los ciudadanos no discuten sobre hechos verificables, sino sobre relatos polarizados.
Efectos sobre la democracia
La normalización de discursos de odio en la esfera digital genera varios efectos perniciosos para la democracia argentina:
- Erosión de la pluralidad: los algoritmos de las plataformas refuerzan burbujas de información, reduciendo el contacto con puntos de vista diferentes.
- Clima de hostilidad: la agresividad permanente disuade la participación de voces moderadas, que prefieren retirarse de la discusión pública.
- Legitimación de la violencia: la estigmatización constante habilita el uso de la fuerza estatal contra sectores sociales determinados.
- Debilitamiento institucional: cuando el presidente y sus funcionarios utilizan las redes para atacar al Congreso, a la Justicia o a organismos de derechos humanos, socavan la credibilidad de estas instituciones.
Conclusión
La esfera pública digital no es un espacio neutro, sino un campo de disputa atravesado por relaciones de poder. En la Argentina actual, el gobierno de Milei ha convertido las redes sociales en una herramienta de consolidación política, pero al costo de profundizar la polarización, normalizar el odio y degradar la deliberación democrática.
Como advierten Ipar et al. (2022), la democracia requiere espacios donde la pluralidad sea posible y donde las diferencias puedan ser tramitadas sin violencia. Si las redes sociales continúan funcionando como cajas de resonancia del odio, la democracia argentina enfrentará un deterioro aún mayor de sus condiciones de convivencia.
Doctor en Ciencia Política, Master en Política Económica Internacional, director de Hacer.com.ar, Canal YouTube: @DrPabloTigani
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