Ya no vamos por todo, sino con todos. Cambio de estrategia en Néstor Kirchner. Para mañana, organiza reunión de su esposa con el díscolo gobernador cordobés Juan Schiaretti
Profundiza en las formas Néstor Kirchner su cambio de estrategia: ya no se ofrece como el «chico malo» (según definición atribuida a Julio De Vido), sino que, debido al colapso del gobierno de su mujer con el campo, ahora él expone la otra mejilla como dadivoso contemporizador. Y a horario completo: cuando me necesiten, acá estoy (les prometió a los intendentes que lo visitan y a quienes él, como si gobernara, les aplaza o les renueva asistencias para obras: la vieja política de la caja). Se convenció de que es mejor quedarse en Olivos que volver a El Calafate, como le recomendó infructuosamente dos veces a su mujer (la última, cuando Julio Cobos le votó en contra). Ahora, lavado por el ácido pacífico -oxigenación que recibió este fin de semana, en familia, en el Sur- con transitoria filosofía hindú, luego de invitar primero a Carlos Reutemann, mañana convoca a Juan Schiaretti, el repentino quejoso de la última crisis. Lo hará teledirigendo un acto oficial de Cristina, con enviados de la Unión Industrial -se supone que Córdoba es la capital de la industria- y santificación fotográfica de paz y concordia. Para sumar y, sobre todo, seguir. Ya no insiste, como antes de perder la 125, en que «vamos por todo»; ahora se conforma con un «vamos con todos».
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