12 de septiembre 2001 - 00:00

Conmoción mundial por la ola terrorista en EE.UU.: afirman que hubo miles de muertos

Dolorido, consternado por miles de muertos y heridos, humillado por la burla a su seguridad interna y a sus servicios secretos, comprendido y acompañado por la mayor parte -no todos- de los habitantes del mundo, Estados Unidos enfrenta el mayor y más sangriento atentado terrorista no sólo en su nación -con más víctimas que Pearl Harbor en 1941, por ejemplo- sino en la Historia contra objetivos civiles. Cuatro aviones con pasajeros fueron tomados por terroristas suicidas. Dos de ellos fueron lanzados contra las famosas Torres Gemelas, símbolo de Wall Street y del poderío de Estados Unidos, que cayeron derrumbadas matando a miles de ciudadanos. Otro avión de pasajeros fue lanzado contra el edificio del Pentágono, en Washington, y un cuarto cayó en Pensilvania. Como hay censura de prensa sobre el número de muertos, acciones y contrarreacción, no se sabe si este cuarto avión fue presumiblemente abatido por la aviación norteamericana para evitar que fuera lanzado contra otro objetivo civil. O si uno de los cuatro pilotos de aviones que usaron los terroristas era más inexperto y lo precipitó a tierra sin llegar al objetivo, quizá la Torre Sears de Chicago, la más alta de Estados Unidos. No se cree que ningún gobierno en especial haya ejecutado con tanto poder de organización y coordinación un atentado simultáneo así, pero sí que lo hicieron grupos terroristas de larga militancia y experiencia, apoyados por países que inclusive les facilitaron para práctica grandes aviones comerciales de sus aerolíneas nacionales.

La Torres Gemelas en el momento de ser impactadas por uno de los aviones
La Torres Gemelas en el momento de ser impactadas por uno de los aviones
Nueva York y Washington (EFE, Reuters, AFP, ANSA, DPA) - Estados Unidos sufrió ayer la peor ola de atentados terroristas de la historia, que incluyó a las Torres Gemelas de Nueva York y al edificio del Pentágono -los símbolos de su poder económico y militar- y que dejó, según cálculos extraoficiales, más de 10.000 muertos.

El eslabón más espectacular de la cadena de atentados fue la caída de las famosas Torres Gemelas en Manhattan, de 110 pisos y 415 metros de altura, tras estrellarse contra ellas dos aviones con pocos minutos de diferencia.

El primero se estrelló hacia las 8.42 hora local contra una de las emblemáticas torres, situadas en el sur de la isla de Manhattan en el World Trade Center, uno de los complejos financieros más señeros del capitalismo. El aparato, un avión comercial Boeing 767 de American Airlines procedente de Boston, fue lanzado contra el rascacielos situado más al norte. Un segundo avión -esta vez un Boeing 757 de United Airlines- fue estrellado 18 minutos después contra la segunda torre del complejo.

Las explosiones de los aviones originaron sendos incendios en las torres, cuyas llamas podían verse desde las avenidas centrales de Manhattan, mientras que las columnas de humo se divisaban en varios kilómetros a la redonda.

Más tarde, a las 9.45 hora local, otro avión de American Airlines impactó en Washington en el primer piso del Pentágono, abriendo una inmensa brecha en el mayor edificio de oficinas del complejo y causando dos explosiones y el colapso de parte de éste, que seguía en llamas al atardecer, con una cantidad indeterminada de víctimas. Al menos 100 personas resultaron muertas o heridas en ese episodio.

Horas después de los ataques contra las Torres Gemelas, a las 17.25 hora local, un tercer edificio cercano a las torres, el número 7 del World Trade Center, de 45 pisos, que se encontraba en llamas, también se derrumbó.

• Saldo desconocido

En tanto un cuarto avión de pasajeros secuestrado, un Boeing 757 de United Airlines, se estrelló más tarde en un área rural cerca de Pittsburgh (oeste de Pennsylvania). Inicialmente las cadenas informativas habían anunciado que la nave fue derribada por aviones caza para evitar un nuevo atentado contra el centro de Washington, pero esto no fue confirmado.

El saldo de víctimas de los atentados se desconocía al cierre de esta edición, pero funcionarios señalaron que será de varios miles. Como dato, señalaron que más de 40.000 personas trabajaban en las Torres Gemelas y 24.000 en el Pentágono. Las 266 personas a bordo de los cuatro aviones secuestrados y usados como proyectiles murieron, además de 200 bomberos que se encontraban trabajando en las Torres Gemelas cuando se produjo el segundo impacto. Sólo en Nueva York, los muertos podrían ser más de 10.000, dijo el representante demócrata Jim Moran. En medio del caos, la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro, situado a su lado, fueron evacuados, mientras que la aglomeración de camiones de bomberos bloqueaba totalmente el tránsito en el centro de la capital. Un funcionario de la propia Casa Blanca confirmó que habían recibido la orden de evacuación, pero rehusó dar más detalles. Durante toda la jornada circularon intensos rumores en el sentido de que otras aeronaves habían sido secuestradas y estaban fuera de control. Mientras, la Administración Federal de Aviación (FAA) estadounidense decidió vedar el tránsito aéreo en todo el país y desviar todos los vuelos a Canadá.

Fue evacuado el Capitolio, sede del Congreso, y en Nueva York y Chicago las Bolsas cerraron todas sus operaciones. También la ONU canceló la apertura de su LVI Asamblea General, prevista para ayer, y los delegados también fueron evacuados del edificio, situado en el este de Manhattan. EE.UU. cerró sus fronteras con México y Canadá.

La Bolsa tradicional de Nueva York, el NYSE, interrumpió indefinidamente sus operaciones, mientras que el mercado electrónico NASDAQ no operó hasta las 11.30 hora local. Las autoridades de la aviación civil de EE.UU. (FAA) suspendieron todos los vuelos en Estados Unidos, mientras que las Fuerzas Armadas fueron puestas en estado de alerta.

El presidente George W. Bush prometió encontrar a los responsables de los ataques, pero simultáneamente exhortó a los estadounidenses a que vuelvan a su vida normal como prueba de su determinación.


«Encontraremos a estas personas», dijo Bush a bordo del avión presidencial al regresar anoche a Washington, según su portavoz Ari Fleischer. «Sufrirán las consecuencias de desafiar a este país. Haremos todo lo necesario. Nadie pondrá freno al espíritu de este país.»

Bush había permanecido durante la tarde «por motivos de seguridad» en la base aérea de Offutt en Omaha, Nebraska, que alberga el comando estratégico estadounidense, encargado de supervisar el poder nuclear del país.

Mientras, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y altos oficiales de las Fuerzas Armadas dijeron a la prensa que Estados Unidos está «listo para reaccionar».


• Alerta militar

Rumsfeld estaba en su oficina cuando el avión alcanzó el edificio del Pentágono en el lado opuesto. En el momento del ataque participaba de una reunión sobre el plan de defensa antimisiles. Anoche las fuerzas militares estadounidenses en todo el mundo fueron puestas en alerta y buques con sistemas de defensa antimisiles fueron apostados frente a Washington y Nueva York para proteger a esas ciudades de posibles nuevos atentados.

Las escenas retransmitidas en directo por las cadenas televisivas estadounidenses bajo el enorme titular «Estados Unidos bajo ataque» eran apocalípticas: la gente saltaba desesperada desde las ventanas de las Torres Gemelas para escapar del fuego, y en las calles, peatones cubiertos de polvo corrían en todos los sentidos, presos del pánico, mientras las sirenas de ambulancias y bomberos no dejaban de sonar.

Muchos testigos, bañados en lágrimas, se desmayaban en las veredas, y el alcalde Rudolph Giuliani pidió a los habitantes de Manhattan evacuar la parte sur de la isla.

En medio de declaraciones de repudio y condolencias desde todo el mundo, los analistas esperan que, una vez que haya pasado la conmoción por los ataques, EE.UU. logre identificar a los responsables y a los gobiernos que puedan darles protección. En ese sentido,
las sospechas se dirigen inicialmente a Osama bin Laden, el disidente saudita de ideología islamista llamado el «mecenas del terror» por haber puesto su enorme fortuna al servicio del terrorismo internacional. Bin Laden se encuentra protegido en Afganistán por el régimen extremista de los talibanes.

Si bien momentos después de los ataques, fuentes legislativas dijeron que fueron interceptadas comunicaciones telefónicas en las que se decía «los blancos fueron alcanzados», un tema de importancia es cómo los servicios de seguridad de EE.UU., particularmente la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), no obtuvieron datos para al menos atemperar semejante ola terrorista.

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