Luz natural, techos altos y plantas forman parte de un combo que hoy gana interés entre los arquitectos y los diseñadores de interiores.
Neuroarquitectura: cómo los espacios influyen en los estados de ánimo
Los espacios físicos afectan las emociones. En este contexto, la neuroarquitectura busca mejorar el estado de ánimo de las personas a través del diseño.
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El orden del espacio y los colores cálidos son claves para reducir la ansiedad y fomentar el descanso.
Cada vez más profesionales tienen a la neuroarquitectura en su agenda. Esta disciplina, que combina neurociencia y arquitectura, estudia cómo los espacios físicos afectan las emociones de las personas, sus pensamientos y comportamientos. Muchos de sus principios ya se aplican en oficinas, hospitales, escuelas y viviendas para poder vivir mejor.
Qué es la neuroarquitectura y por qué gana interés
La neuroarquitectura es un campo interdisciplinario que analiza cómo los entornos construidos impactan en el cerebro humano. Se basa en hallazgos de la neurociencia cognitiva, la psicología ambiental y la arquitectura para diseñar espacios que favorezcan el bienestar, la productividad, la concentración o la relajación.
Esta disciplina busca respuestas científicas a preguntas como por qué el color de una pared afecta al estado de ánimo, qué tipo de iluminación reduce el estrés e invita al descanso paulatino o bien cómo debe ser un aula para mejorar el aprendizaje.
El término “neuroarquitectura” surgió en los años 90, impulsado por la Academy of Neuroscience for Architecture (ANFA), fundada en Estados Unidos. Desde entonces, la investigación de esta disciplina avanzó con tecnologías como la resonancia magnética funcional y los electroencefalogramas, que permiten observar cómo reacciona el cerebro a distintos entornos en tiempo real.
La neuroarquitectura determinó que, por ejemplo en educación, las aulas con buena ventilación, iluminación natural y mobiliario flexible pueden mejorar la atención y el rendimiento de los estudiantes.
En lo que respecta a la salud, en hospitales, los entornos con vistas a la naturaleza, luz cálida y espacios silenciosos aceleran la recuperación de los pacientes y reducen el estrés del personal.
Las oficinas que incorporan espacios abiertos, zonas verdes y diseño ergonómico mejoran la creatividad y disminuyen el ausentismo laboral.
Por último, en las viviendas, la neuroarquitectura determinó que los diseños que priorizan la conexión con el exterior, la acústica adecuada y el orden espacial pueden reducir la ansiedad y fomentar el descanso.
En tiempos donde el estrés urbano y la salud mental están en el centro del debate público, la neuroarquitectura cobra relevancia. Por eso, cada vez más estudios de arquitectura y desarrolladores inmobiliarios incorporan estos principios en sus diseños. Hoy, estos profesionales buscan espacios que no solo sean funcionales o estéticos, sino que también nutran el bienestar emocional y mental de quienes los habitan.
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