13 de abril 2020 - 00:00

Charlas de quincho

Control policial durante la cuarentena.

Control policial durante la cuarentena.

Foto: Telam

Tiempos atípicos de cuarentena. Una Semana Santa que se parece a cualquier otro día . Y mientras la economía mundial se desploma (y en Argentina más aún), sigue el consenso local por el mantenimiento de la cuarentena, aunque ahora comienza a crecer la presión también sobre la economía, Así se percibió en muchas de las reuniones virtuales que se siguen multiplicando por las redes, Veamos:

“Tenemos 2-3 millones de personas a la deriva con los sueldos pendientes de marzo. Y abril va a ser mucho peor...”, reconocía un asesor de un ministro preocupado también por la conflictividad social que, aunque todavía no se percibe (efecto tarjeta, ayudas, subsidios, etc.), va a comenzar a hacerse sentir en la medida en que los recursos que se pudieron acumular hasta mediados de marzo, se vayan agotando. La inquietud es tangible y lo que está ocurriendo en los países que van más adelante de la Argentina, como la propia China que comienza a reactivarse paulatinamente, pero después de más de 4 meses, indica que las pérdidas económicas serán mayúsculas, junto con las pérdidas de fuentes de trabajo. La diferencia, al menos con los países más desarrollados y las economías más activas, es que ellos tienen voluminosas cantidades de reservas para inyectar en sus economías, lo que alcanza hasta a los países vecinos de la región, en mucho mejor condición que la Argentina. “El PBI cae 1% por semana de cuarentena y el trabajo productivo está colapsado”, explicó López Murphy a su audiencia virtual, por un canal de YouTube, al tiempo que reconocía que “es como una guerra”, y la “incertidumbre es muy grande”. Para el exministro, que parece enrolarse también en la salud como prioridad, una de las primeras acciones debe ser comprar la mayor cantidad de test que pueden permitir y liberando a la parte de población menos vulnerable para que vuelva al trabajo. “Chile hace 15 veces más test que nosotros, y Uruguay 5 veces más...”, señaló en respaldo de su postura. “La cuarentena absoluta no se puede prorrogar mucho más. Es necesario flexibilizar al máximo las normas a los privados y volver a la actividad bancaria que es la única liquidez disponible”, señaló, antes de destacar que “el único alivio podrá venir de las exportaciones agroindustriales”, ya que no hay mercado de capitales; y el turismo, el petróleo y las remesas, también se desploman. “No se va a poder seguir financiando a un Estado obeso como el que tenemos”, dijo.

“La Argentina se construyeron trabajo, no con planes sociales”, afirmó a su turno Roberto Cachanosky. “Antes, algo más de 9 millones aportábamos para sostener a 19 millones, ahora no hay ni 7 millones”, comentó el economista que destacó, además, que “Argentina llegó a exportar el 3% del total del comercio mundial, mientras que ahora solo participa con el 0,3%”. “Si mantuviéramos aquellas exportaciones, estaríamos exportando u$s570.000 millones, en lugar de los u$s70.000 millones actuales”, magnificó. Las consultas no se hicieron esperar y sobre los requerimientos para “salir” de la crisis que se avecina, el economista insistió sobre “las tres reformas: la laboral, la impositiva y, obviamente, la reforma del Estado”, dijo. Por supuesto que los empresarios, más pragmáticos, van a lo inmediato y las expectativas se centraron en la reapertura -parcial- de los bancos hoy con un complejo sistema de turno y horarios por documento, que se condice con las urgencias que afrontan hoy la empresas. “Chile destinó ya u$s24.000 millones a 48 meses, al 1% anual para las empresas, y acá no hay plata ni para las pymes. No hay reciprocidad. (Matìas) Kulfas promete, pero la plata no aparece, y ni siquiera los “repro” están implementados...”, se quejaba mientras un industrial bonaerense en un chat con otros dirigentes de su entidad fabril. En otro grupo, con iguales limitaciones pero orientado a la exportación, los reclamos eran similares, aunque se agregaba el atraso en el tipo de cambio. “Tenemos un tipo de cambio ridículo y acá ni siquiera bajó el combustible como está ocurriendo en muchos otros países. La crisis se sigue manejando como si fuésemos un país rico”, señalaba un empresario de la pesca que reconoció que “en plena Semana Santa (temporada alta para las exportaciones) se vendió apenas el 10% de lo que se había alcanzado el año pasado. Solo con la valorización del real en Brasil, la Argentina ya queda fuera de ese mercado”, decía.

A pesar de los problemas empresarios y, por ende, las crecientes inquietudes laborales, el principal motivo de enojo hoy de la población no pasa por estas cuestiones sino más bien por los “beneficios” que pretenden seguir manteniendo algunos sectores, y ahí el sindical (con Sergio Palazzo de la Bancaria a la cabeza) se lleva las palmas, aunque en los últimos días, el mantenimiento de la inactividad en el Congreso (junto con el rechazo a recortar los ingresos “políticos”), sumado a la ampliación de la feria judicial autoasignada por la Suprema Corte, puso a ambos poderes públicos casi en el mismo nivel de malestar social. Es que la gente considera que ante una situación tan extraordinaria como crítica, todos los poderes del Estado deberían estar funcionando y no es así. “Al Presidente los están dejando solo. Ni siquiera muchos del propio PJ lo están acompañando en esto”, reconocía un analista político que explicaba también, que “el Congreso podría autoconvocarse, pero lo tendrían que hacer todas las bancadas”. Para los observadores, el funcionamiento de apenas uno de los tres poderes de la República constituye uno de los lados más oscuros que está dejando al desnudo la pandemia. “Si la Justicia y el Congreso no funcionan, las camas de terapia intensiva hay que mandarlas allí”, ironizaba un politólogo no mediático, , mientras otro participante del chat resaltaba la “falta de solidaridad, aún dentro del Justicialismo”. ‘Hoy (Alberto) Fernández tiene un poder ilimitado, pero no porque sea hegemónico, sino porque no hay Congreso ni Justicia”, sumaba otro al tiempo que destacaba la cantidad de DNU (Decretos de Necesidad y Urgencia) que ya se lleva firmados, en gran medida, porque los otros poderes del Estado no están operativos (“pero siguen cobrando y pleno”, se enojaba otro miembro del chat). Pero si de enojo se trata, parece que el que tuvo como figura central a la exministro Patricia Bullrich, hoy colocada al frente de las dispersas fuerzas del PRO, fue para alquilar balcones. Dicen que, mientras la otrora mujer fuerte de la Seguridad no para de criticar al Gobierno (por cuarentena, coronavirus, juega a favor de los cacacacerolazos o fogonea la rebaja de sueldos de la política, entre otras cosas), algunos intendentes “fuertes” de esa agrupación, entre los que se menciona a Néstor Grindetti (Lanús), Jorge Macri (Vicente López), Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Gustavo Posse (San Isidro), y hasta el propio Horacio Rodríguez Larreta (CABA), objetan abiertamente esa posición, no se sabe bien si por convicción sobre la crisis, por necesidad de los aportes de la Nación a sus distritos, o por la lectura de “oportunismo” que está haciendo buena parte de la población sobre las actitudes partidarias extremas como le asignan a Bullrich. “La mayoría está con miedo por la pandemia y consideran que hay que apoyar en esta cuestión al Gobierno. No es momento de chicanas políticas”, explicaba un aparente participante del caldeado encuentro donde se escucharon calificativos y no de los mejores.

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