20 de diciembre 2016 - 00:00

Dos viejos cargueros a cargo de la campaña antártica

Fueron construidos para la Armada en el astillero Príncipe, Menghi y Penco. Entraron en servicio en 1978. Arrastran 38 años de navegación transportando y distribuyendo carga general a lo largo de la costa patagónica. Hoy, con sus cascos envejecidos, los buques de transporte ARA Canal Beagle, -con cariño llamado Perla Negra-, y el ARA San Blas, son la columna vertebral del reabastecimiento de las bases antárticas tras el fracaso de la licitación que lanzó el Gobierno para alquilar un buque polar, un rompehielos y helicópteros. Desde 2007 el país recurre al arriendo de naves privadas tras el inexplicable incendio del rompehielos Almirante Irízar, pilar de las campañas antárticas.

El aprovisionamiento en el continente blanco y los relevos de personal en bases constituyen una operación logística militar. Emprenderla con los únicos medios navales disponibles -los cargueros tienen capacidad para 7.000 toneladas- en un ambiente de clima extremo se torna un desafío.

El alto mando naval planificó tres etapas en las que rotarán circulando por las bases antárticas los dos cargueros y tres avisos (remolcadores de altura, también denominados "supply") de los cuatro que adquirió la administración Kirchner en 2014 a la Federación Rusa. Se los bautizó con topónimos malvineros, Puerto Argentino, Bahía Agradable, Islas Malvinas y Estrecho de San Carlos. Eran utilizados para el apoyo de plataformas petroleras, tienen el casco reforzado para navegar en aguas con "hielo joven" de hasta 80 cm de espesor, pueden transportar 600 toneladas de carga sobre la cubierta (no tienen bodega).

La tarea más complicada no es llevar pertrechos a la Antártida sino depositarlos en cercanías de las bases. Con un movimiento de hormiga y repetidos viajes, los tambores de combustible, los tubos de gas, las cajas con víveres, el equipo personal y los hombres de relevo se trasbordan de los buques a lanchas de desembarco y a vehículos anfibios de la Infantería de Marina. Es un "asalto anfibio en la cabecera de playa" sólo que en tiempos de paz. El riesgo es que el hielo errante se cierre de improviso atrapando navíos que no pueden soportar la presión de las masas congeladas.

La primera etapa arrancó el 6 de diciembre se extiende hasta el 6 de enero. Comprende el abastecimiento parcial y relevos en Orcadas, Carlini, Esperanza, Petrel y Decepción, a cargo del aviso Puerto Argentino que arribó el viernes pasado a su primer objetivo. Participa también el aviso Estrecho de San Carlos. En la segunda etapa, desde el 2 de enero al 10 de febrero, se suma el transporte San Blas para continuar la logística de las bases Esperanza, Carlini, Orcadas, almirante Brown, teniente Melchior, teniente Cámara, Gurruchaga, Primavera y Decepción.

La última etapa concentra todo el esfuerzo naval, se agrega el buque hidrográfico Puerto Deseado y el aviso Islas Malvinas que aunque está afectado a la Patrulla Antártica Naval Combinada con Chile, desdobla su función en apoyo de los aviones C-130 Hércules de la Fuerza Aérea y del cruce desde Ushuaia a la Antártida del helicóptero MI-17 de esa institución.

El transporte Canal Beagle tiene la tarea de trasladar hasta el puerto de Punta Loyola, Río Gallegos el grueso de los pertrechos destinados a la base Vicecomodoro Marambio. Desde allí por tierra recorren 40 kilómetros hacia la Base Aérea y en aviones Hércules se cumplirá un puente aéreo -113 cruces al continente blanco- para depositar la carga en Marambio.

Son más de 2.700 tambores de gas oil vitales para mantener calefaccionado el sitio y generar corriente eléctrica, también 83 tambores de JP-1, combustible aeronáutico, otros tantos de aceite, tubos de gas, 50 toneladas de carga general, 45 toneladas de víveres congelados, entre otros insumos para la invernada. En cada vuelo se llevan no más de 48 tambores.

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