27 de noviembre 2023 - 00:00

El campo que viene: entre los dólares y la bioeconomía

A pocos días del comienzo de un nuevo Gobierno, el campo espera con expectativa definiciones sobre el rumbo de la política agropecuaria.

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Todo parece indicar que al sector agroindustrial le quedan dos semanas de incertidumbre, sin que eso implique que con un nuevo Gobierno se resuelvan todos los problemas. Es que el inicio de la transición generó un freno en la comercialización de productos agrícolas porque el “mientras tanto” tiene sabor a poco y convendría esperar a las nuevas medidas macroeconómicas.

Dicho de una forma más simple, no tiene ningún tipo de sentido comercializar granos si mas adelante los productores recibirán más dinero por el mismo bien. Una prueba de todo esto es la baja aceptación del combo 50/50 que planteó el Ministerio de Economía, al subir la oferta del 70/30 donde se toma en cuenta la cotización del dólar oficial y el dólar financiero para que el tipo de cambio exportador luzca más atractivo. Aun así, no resultó tentador.

A partir de ahora habrá pensar en lo que se pueda definir a partir del lunes 11 de diciembre, cuando se empiecen a materializar las ideas y propuestas que la nueva gestión tiene en mente. No hay margen de maniobra, los dólares se necesitan con urgencia y la dinámica que se establezca con el sector agropecuario será crucial. El campo es un sector al que hay que reconquistar y eso no será sólo con romance, sino mas bien con pragmatismo.

Por eso habrá que seguir de cerca lo que puedan hacer quienes al día de hoy trabajan para empezar a cambiar la historia de la producción agrobioindustrial de la Argentina. Ellos son Fernando Vilella, Pedro Vigneau y Germán Paats, que en caso de ser confirmados por Javier Milei en el nuevo Gobierno, controlarían el área de bioeconomía, lo que al día de hoy conocemos como Agricultura, Ganadería y Pesca.

LAS DIVISAS QUE VIENEN

Tras una campaña marcada por la sequía y después de que el actual Gobierno pasara el rastrillo una y otra vez con las sucesivas versiones de los “dólares especiales” para la liquidación de exportaciones, no queda demasiado por vender.

Sin embargo se puede apuntar a lo que se esta sembrado en los campos y comenzará a cosecharse durante el primer trimestre del año próximo. Las proyecciones privadas de cara a la cosecha 2023/24 rondan los 130 millones de toneladas. A los precios vigentes, las exportaciones agrícolas dejarían un ingreso de divisas de al menos u$s30.000 millones.

Lo importante no es sólo el monto sino el ritmo con el que la nueva gestión podría contar con esas divisas. Los usos y costumbres en la comercialización agrícola indican que los dólares del trigo y el maíz temprano ingresarían en el primer trimestre y los de la soja y el maíz tardío a partir del segundo trimestre.

Esta es la teoría, pero para que todo esto se concrete, se deben dar las condiciones climáticas y las de mercado. En este punto, será fundamental que el nuevo Gobierno encuentre los incentivos adecuados para motivar a la venta a quienes cuenten con los granos.

UN NUEVO CICLO: LA BIOECONOMÍA

El plan para la agrobioindustria que pondría en marcha el equipo que trabaja con el Presidente Electo, Javier Milei se basa en dar las condiciones de mercado para que el sector productivo pueda desarrollar su máximo potencial.

Esas pautas estarán marcadas primero por el orden macroeconómico, que permitiría avanzar sobre el tipo de cambio y los derechos de exportación, que son centrales para la toma de decisiones a ambos lados de las tranqueras.

Según pudo averiguar Ámbito, en tándem con el equipo económico de Milei se analiza en detalle bajo qué tipo de programa y la cantidad de años que podría llevar la reducción gradual de DEX que se aplicaría en los tres cultivos más importantes en divisas y volumen: soja, maíz y trigo. Es que todos ellos -en mayor o menor medida- tienen un impacto en el resto de las cadenas productivas, por lo tanto desandar los entreveros actuales requiere de precisión y planificación económica.

Para llevar adelante esta tarea, existe una propuesta en la que las “retenciones” se convertirían en bonos habilitados para el pago de impuestos o inversiones, sin embargo se debe analizar en detalle qué tipo de embate puede llegar a tener esto en la recaudación fiscal, que en los primeros meses del año no será abundante.

Quizá el plan “de shock” a corto plazo para el campo contemple la quita de algunos impuestos de menor impacto fiscal y todo tipo de trabas, cupos, cuotas y burocracias que hoy impiden el normal funcionamiento de las ventas al exterior, que según consideran en el Gobierno electo -con el sector privado como actor protagónico- deberían duplicarse e incluso triplicarse a mediano plazo.

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