16 de mayo 2019 - 00:02

Cambiemos: manual para entender las "furias"

La Corte, en el centro. Cacerolazo que ayuda. Carrió ataca para mantener equilibrio. Convención, en la mira. Cornejo reabrió alternativas ante empresarios.

Baile. Mauricio Macri baila chamamé ayer en Corrientes. 
Baile. Mauricio Macri baila chamamé ayer en Corrientes. 
Noticias Argentinas.

Hubo que esperar el final del día ayer para reunir todas las piezas y comenzar a comprender el complejo (y peligroso) tablero en el que se juegan los acuerdos e internas dentro de Cambiemos. Cuando ya habían pasado las protestas e interpretaciones de Alfredo Cornejo ante el auditorio de la AmCham y los alaridos de Elisa Carrió vía audio de WhatsApp y TV, el Gobierno se cerró en la mesa política de Cambiemos en la Casa Rosada para reorganizar estrategias. Ese grupo que incluye a María Eugenia Vidal, Cornejo, Gerardo Morales, Horacio Rodríguez Larreta más Marcos Peña y Rogelio Frigerio se reúne con mucha más asiduidad que en otros tiempos (tres veces en una semana) porque por la fuerza de las pujas internas de Cambiemos pasó a ser el foro de discusión y decisiones y la foto que el macrismo quiere mostrar para probar que ahora escucha más a los radicales que en otras épocas.

En ese ejercicio las prioridades del grupo no sólo estuvieron ayer en analizar la decisión de la Corte Suprema de pedir el expediente de la causa Vialidad y el consecuente freno al juicio oral que la debería tener a Cristina de Kirchner en el banquillo acompañada por Julio De Vido y Lázaro Báez, sino más bien en las internas que deben afrontar en los próximos días.

Está claro que la decisión del tribunal impactó con furia en algunos despachos de la Casa Rosada (sobre todo por impericias varias que llegaron a esa situación), pero no sólo por el freno al juicio en sí mismo. Deberá reprocesarse en los próximos días cómo afecta eso realmente al Gobierno: los votos en eso están divididos entre quienes creen que la Corte misma y la mayoría peronista que viene votando en contra del Gobierno se propinaron un golpe a sí mismos en su imagen pública y quienes piensan que la impericia judicial del macrismo no debería perdonarse entre profesionales. Como sea, el fuerte cacerolazo que cruzó la Ciudad anoche en contra de esa decisión del máximo tribunal ayudó a calmar los espíritus oficiales.

Segundo ítem de agenda: la Convención del radicalismo.

Aquí sí se discute una situación en la que los radicales no pueden tener más fisuras. La presencia misma de Cornejo en esa mesa ayer, después de haber llegado a afirmar ante la AmCham que Mauricio Macri no necesariamente se presentará a la reelección, prueba claramente el verdadero ejercicio de contención que está llevando adelante la conducción radical.

Cambiemos puede darse el lujo de escucharla a Carrió bramando en contra de la asistencia financiera que Frigerio le dio a las provincias peronistas, solucionándoles problemas de gobernabilidad a los adversarios de Macri o inclusive acusando a los chicos del PRO de no manejar códigos políticos y abandonar al perdedor en medio de la batalla. Nadie le pedirá que no defienda a su amigo Mario Negri que, por otra parte, fue también candidato de la Rosada. Cuando Carrió protesta también lo hace contra la cercanía de Macri a Juan Schiaretti. Pero una ruptura del radicalismo en Cambiemos ya es otra cosa; un riesgo grave que no pueden correr en este momento.

Así se entiende, entonces, que el propio Cornejo hable de alternativas en el armado de la fórmula presidencial. “No hay que descartar que Macri no sea candidato, creo que tenemos que estar abiertos a todas las posibilidades”, dijo ayer en el Alvear Icon.

“Una PASO que puede ser Macri compitiendo contra otra figura es una opción, que podría ser un plan A”, avanzó. “Cambiemos solo no puede lograr los objetivos, se necesita un poder político mayor que el que ha logrado construir Macri. Ese poder político mayor requiere de ampliar a figuras representativas de la política argentina en un programa similar al que dio origen a 2015, pero corrigiendo las cosas que se hicieron mal”.

Todo ese razonamiento hecho a empresarios en la cámara estadounidense estaba más dirigido a que los radicales díscolos que se sentarán 27 de mayo en Parque Norte en la Convención partidaria vean su “dureza” como presidente de la UCR frente al macrismo.

El informe que Cornejo y Morales llevaron a la Rosada ayer punteó el problema desde otro ángulo. Hay que entender que la UCR es el único partido que se maneja orgánicamente en sus decisiones y que estas convenciones sesionan como si fuera el Congreso con votaciones, quorum y mayorías. De esos juegos institucionales vivió siempre el radicalismo. Por eso hubo poroteo de la Convención en la Casa Rosada como si se tratara de una ley a votar en Diputados.

Ese reporte de los radicales a la mesa política ayer indicó que hasta ahora los números en la Convención están alineados para que no haya ruptura alguna con Cambiemos. Es cierto que entre las propuestas, que Enrique Nosiglia supervisa personalmente para tranquilidad de Mauricio Macri, va a quedar incluido un pedido para ampliar Cambiemos a otras fuerzas. “Nosotros estamos de acuerdo con eso”, responden en el macrismo.

Así se entiende la estrategia de Cornejo al proclamar por la mañana que “Cambiemos quedó chico” y poner en la lista de posibles acercamientos a Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti, Sergio Massa o Roberto Lavagna. De esos nombres, sólo dos serían potables para un acuerdo sui géneris con el oficialismo y siempre de palabra. Es decir, sin firmas y sin fotos.

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