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4 de noviembre 2025 - 00:00

El maíz inicia una campaña con alta expectativa de rentabilidad

Las lluvias de octubre y las temperaturas moderadas consolidaron un arranque firme para el maíz temprano, en una campaña marcada por el optimismo, el manejo técnico y decisiones comerciales más racionales.

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La capacidad del maíz para responder rápidamente a las lluvias, su adaptabilidad a distintos ambientes y la mejora de los márgenes económicos lo convierten en el principal motor de la reactivación agroindustrial.

Depositphotos

El maíz volvió a ocupar el centro de la escena agrícola argentina. Las lluvias de octubre recargaron los perfiles del suelo, el clima se mantuvo estable y los productores muestran un nivel de optimismo que no se veía desde hace varias campañas.

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Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la siembra con destino a grano ya cubre el 35 % de las 7,1 millones de hectáreas proyectadas. En tanto, la Bolsa de Comercio de Rosario destacó que octubre fue el cuarto mes consecutivo con lluvias superiores a lo normal, con un promedio de 105 milímetros y máximos de hasta 160 mm en Pergamino, un dato que define el contexto: el agua dejó de ser una restricción.

Los lotes tempranos se encuentran en muy buen estado general, con cultivos que transitan entre la cuarta y sexta hoja. En el norte bonaerense se registraron algunas afectaciones leves por el frente frío de fines de octubre, pero las plantas reaccionaron rápido y la humedad disponible permitió sostener el crecimiento sin contratiempos. El maíz temprano, lejos de sufrir, se consolidó gracias a la combinación de lluvias, radiación y estabilidad térmica.

La nueva campaña de maíz se caracteriza por un cambio profundo en la forma en que el productor toma decisiones. Las compras de insumos se realizan más cerca de la fecha de siembra, las estrategias se ajustan lote por lote y la planificación comercial deja espacio a una lectura más técnica y analítica del negocio.

Santiago Felizia, gerente de marca de Supra Semillas aseguro en diálogo con Ámbito que “hoy las decisiones se toman más cerca de la siembra, con más análisis y realismo, y eso exige a las empresas reaccionar rápido para acompañar la demanda en el momento justo. Durante muchos años el productor compraba insumos lo antes posible para fijar tipo de cambio o aprovechar condiciones financieras, pero eso cambió”.

El productor argentino adoptó un perfil más profesional y selectivo. Evalúa cada ambiente y ajusta su inversión a las condiciones del suelo, priorizando la genética, la sanidad y la estabilidad de rendimiento sobre las condiciones comerciales. Según Felizia, “el maíz tiene márgenes brutos más favorables que otros cultivos de verano y eso genera un entusiasmo que se nota en el campo”.

En las regiones núcleo y centro-norte de Córdoba, la implantación está prácticamente completa, con excelente emergencia y uniformidad. En cambio, en zonas con excesos hídricos como Carlos Casares, Bolívar y 9 de Julio, las decisiones se postergan para más adelante, lo que extenderá la ventana de siembras hasta diciembre. “En algunas zonas todavía hay lotes anegados, pero el productor sabe que hay tiempo y que el maíz tiene flexibilidad. La campaña va a ser más larga, empezó en febrero y probablemente se extienda hasta enero de 2026. Hay optimismo, con realismo, pero optimismo al fin. El maíz recuperó superficie frente a la soja, el girasol y el sorgo, y vuelve a ocupar su lugar en la rotación. El productor quiere producir más, pero también hacerlo mejor”, detalló Felizia.

Clima y rentabilidad, las bases del nuevo impulso

El contexto climático favorable y los márgenes positivos impulsan la recuperación del maíz dentro de la rotación. La estabilidad de los precios internacionales y el repunte de la humedad en los suelos permitieron que el cereal recupere superficie frente a soja, girasol y sorgo.

El comportamiento del mercado muestra además una mejora en la relación insumo-producto, lo que incentiva una inversión más decidida. Con perfiles hídricos recargados, el riesgo climático disminuye y los márgenes brutos del maíz se ubican en niveles más competitivos.

En este sentido, Felizia destacó que “las condiciones en general son muy buenas, tanto para la fina como para la gruesa que recién comienza. Los cereales de invierno, los trigos, están en excelente estado y el maíz arranca con muy buenas implantaciones y perspectivas. Es una foto distinta a la del año pasado”. Los informes de las bolsas coinciden con esa visión: el maíz temprano crece con vigor y sin limitaciones de agua, mientras los lotes que se incorporen en noviembre contarán con suficiente humedad en el perfil para sostener rendimientos elevados.

Las proyecciones refuerzan ese panorama. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima que la producción nacional de maíz alcanzará las 58 millones de toneladas, un 18 % más que en la campaña anterior, mientras que la Bolsa de Comercio de Rosario prevé un potencial de 61 millones de toneladas, con un área sembrada cercana a 9,7 millones de hectáreas. Ambas entidades coinciden en que la mejora de las condiciones hídricas y la recuperación de los márgenes explican el repunte.

El agua acompaña, pero la nutrición será decisiva

El exceso de lluvias, aunque beneficioso, plantea un desafío adicional: la posible pérdida de nitrógeno por lixiviación. Los técnicos recomiendan realizar análisis de suelo para determinar la disponibilidad real de nutrientes y ajustar los planes de fertilización según cada ambiente.

Mirta Toribio, jefa de Marketing, Investigación y Desarrollo de Profertil, aseguró en diálogo con Ámbito que “la campaña viene con humedad abundante, pero eso también implica un riesgo: el nitrógeno es móvil y puede desplazarse en el perfil. Hay que hacer análisis de suelo para saber en qué horizonte está el nitrato y si está fuera del alcance de las raíces. Ese dato define el plan de fertilización nitrogenada”.

Toribio subrayó que el agua y el nitrógeno deben ir juntos, porque “el maíz absorbe el nitrógeno a través del agua, por lo que donde hay humedad debe haber disponibilidad del nutriente. Si no se equilibran ambos factores, se pierde parte del potencial de rendimiento”.

En zonas donde las lluvias fueron muy intensas y los lotes se destinarán a siembras más tardías, el manejo de la nutrición requerirá aún más precisión. Las refertilizaciones en maíces tardíos serán determinantes, y para esos casos se recomienda un fertilizante con inhibidor de ureasa que reduzca las pérdidas por volatilización y mejore la eficiencia.

Perspectivas de un ciclo prometedor

Los pronósticos para noviembre anticipan lluvias aisladas, temperaturas moderadas y buenas condiciones de radiación solar. Los técnicos de las entidades bursátiles proyectan un escenario favorable para el llenado de granos y destacan la sanidad general de los lotes, por eso insisten en que el maíz se consolida como el cultivo más estable de la campaña gruesa. Su capacidad para responder rápidamente a las lluvias, su adaptabilidad a distintos ambientes y la mejora de los márgenes económicos lo convierten en el principal motor de la reactivación agroindustrial.

Con una producción estimada de entre 58 y 61 millones de toneladas, el maíz se consolida como el cultivo más estable y rentable de la campaña gruesa. Su capacidad para responder rápidamente a las lluvias, su adaptabilidad a distintos ambientes y la mejora de los márgenes económicos lo convierten en el principal motor de la reactivación agroindustrial.

En términos de comercio exterior, las exportaciones podrían generar entre u$s5.000 y u$s7.000 millones durante la próxima campaña, dependiendo del volumen final de ventas externas —estimado entre 21 y 24 millones de toneladas— y de los precios internacionales. De confirmarse esas cifras, el maíz aportaría casi una cuarta parte del ingreso total de divisas del complejo agroexportador argentino.

Las perspectivas son alentadoras: la combinación de clima favorable, manejo técnico y visión estratégica devuelve confianza al productor y proyecta una cosecha que puede marcar el tono de la recuperación del sector. Si el agua y la nutrición se equilibran, el maíz volverá a confirmar su lugar como el cereal que sostiene la rentabilidad en este ciclo agrícola.

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