12 de julio 2006 - 00:00

"No se puede hipotecar el futuro de la ganadería"

La ganadería es una actividad a largo plazo que requiere previsibilidad por parte de los productores.
La ganadería es una actividad a largo plazo que requiere previsibilidad por parte de los productores.
La ganadería es una actividad de mediano a largo plazo, por más que les pese a muchos. Para su funcionamiento y crecimiento requiere previsibilidad. Es por todos conocido que lamentablemente esto no ocurre.

Siempre se ponen como ejemplo la capacidad de trabajo y la eficiencia de nuestros productores, y las ventajas comparativas de nuestra producción.

¿No habrá llegado la hora de tener el mismo correlato de quienes nos gobiernan, para que así, en una perfecta comunión avancemos en signos positivos?

No es nuestra especialidad ni nuestra fortaleza el enfrentamiento. Este escenario lo detestamos, no es nuestro hábitat, pero no por ello renunciaremos a nuestros legítimos derechos. Entiéndase bien: derechos. No reclamos. Cuando realmente se quiera el crecimiento del sector de ganados y carnes, habrá que dejar de lado los parches y no tener miedo de usar el ascensor, puesto que los países que avanzan en materia ganadera así lo hacen. Es inconcebible que sigamos utilizando la escalera, y lo que es peor, poniendo cada vez más peldaños, que no hacen más que detener el engrandecimiento de todos.

Haber dejado los mercados externos que tanto nos costó reconquistar y volver con condicionamientos no es una buena señal.

¿Hasta cuándo se seguirá hipotecando a la ganadería argentina?

En este avanzado 2006, las exportaciones mundiales de carne vacuna ascienden a 7.000.000 de toneladas, con una pérdida de protagonismo de la Unión Europea que pasó a ser demandante importante de carne bovina. Protagonismo también perdido por Estados Unidos por los problemas conocidos de encefalopatía espongiforme bovina (BSE). Con una estabilidad en meseta de Australia y Nueva Zelanda. Una creciente participación de Brasil y Uruguay. ¿Y la Argentina? Seguramente si se aceitan mecanismos y no se ponen trabas estaremos en condicionesde poner en marcha esa locomotora. Ese es el camino: ¡certeza!

No olvidemos que de los mercados externos en valor sólo somos o éramos o volveremos a ser proveedores de Europea. Sin omitir Chile ni Rusia. Evidentemente está faltando Asia, abastecido fundamentalmente por Nueva Zelanda y Australia.

El extraordinario mercado de Estados Unidos, que sólo exige el arancel de 26%, pero no limita con cuotas, que posibilitó el ingreso de Uruguay, país que también ya atiende a México, con la importancia del Caribe, tampoco es visitado por nosotros. Pretender circunscribir la ganadería al mercado interno e ir afuera cuando lo ameriten determinadas circunstancias no es el rumbo.

  • Conflictos

    Cuanta más carne se exporte, más quedará para el consumo a menor precio, aunque aumente el precio del animal para incentivar una imprescindible mayor producción.

    Desconocer el precio y atentar contra él, direccionando y empantanando mercados, genera estos conflictos no deseados.

    La meta exportadora no puede ser un hecho enunciativo. Esta debe ser acompañada con una lucha decidida y final contra la aftosa en todos los organismos internacionales y en eso actuar interrelacionadamente con nuestros países vecinos. Hablar de país libre es decir continente sano.

    El estándar sanitario deber ser uno solo, «superador». Para que sea realidad hay que abrir mercados y exigir a la industria y a la producción que se pongan a la altura de las circunstancias con una trazabilidad adecuada.

    Sin mercados seguramente no se hablará de doble estándar, será triple, cuádruple o vaya a saber qué.

    El mundo crece, su población está ávida de proteínas de alto valor biológico, los países emergentes con un crecimiento económico así lo exigen. Por eso consideramos vital atender y entender esto. No hacerlo nos condenará a la postración y a ver a nuestras vacas como curiosidad zoológica, cuando deberían ser las disparadoras de nuestro seguro y genuino crecimiento.
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