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En esa guerra entre locales, el español Miguel Angel Jiménez, un verdadero topógrafo meticuloso del campo de Augusta, consiguió en el hoyo 13 un «eagle» para quitarse el sombrero. El andaluz, inspirado, pasó por última vez el «Amen corner» con ese «eagle» y desperdició alguna ocasión más de «birdie» que hubiera mejorado su excelente tarjeta final con 69 golpes.
Con Jiménez ya en la casa club, puro en mano celebrando su mejor clasificación en un Masters, el trío Duval-Tiger-Mickelson seguía su pulseada.
En la batalla contra Tiger, Mickelson aflojó en el hoyo 16, con un «bogey». Por tanto, todo quedaba entre «El Tigre» y Duval. La ventaja por un golpe mantenía al mejor del mundo adelante.
Duval hizo temblar a Woods en el último hoyo. El golfista de los personales anteojos de sol, con un «putt» en el 18 franco, de metro y medio, para «birdie», falló. Tiger, pues, sólo tenía que mantener su mínima ventaja para ganar y Mickelson lograr un casi imposible «eagle» para empatar.
En el marco natural del 18, en ese lugar en donde la magia del golf se respira en cada palmo de hierba y aire, Tiger Woods dio la última clase. Necesitaba sólo el par para ganar y desde 10 metros embocó un «birdie» para darle más que hablar a la nueva historia del siglo XXI.
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