9 de abril 2001 - 00:00

Récord de Woods y los aplausos para Cabrera

Récord de Woods y los aplausos para Cabrera
Tiger Woods cumplió su sueño al calzarse su segunda chaqueta verde en Augusta y batir el récord impensable de sumar los cuatro torneos de Grand Slam en forma consecutiva. Sin embargo, no fue el único que festejó, porque si bien Angel Cabrera finalizó a ocho golpes del ganador, jugó un excelente torneo, a tal punto de liderarlo en algún momento del sábado.

El fiyiano Vijay Singh, ganador el pasado año, cumplió con su parte del guión, al ayudar a Tiger a vestirse la chaqueta verde. La jornada sólo daba sitio para los grandes jugadores. Tiger, que atesora un equilibrado status mental, físico y técnico, casi no dio opción a sus dos oponentes más directos, su compañero de recorrida, el zurdo Phil Mickelson, y el preciso David Duval, que se metió en la lucha muy pronto.

El duelo entre los dos mejores del mundo, Woods y Mickelson, paralizó Augusta y América. Era un cara a cara perfecto en el escenario más emblemático del golf.

Las calles y «greenes» repletos de un público «al borde de la locura» por sus ídolos ponían el contrapunto exacto para los más elevados tintes de emoción en los últimos años del Masters, cuando por delante quedaban los 9 últimos hoyos, con sólo Tiger, Mickelson y Duval en la lucha.

No pudieron seguir ese ritmo Calcavecchia, Furyk ni el argentino Angel Cabrera, quien con tres «bogeys» se autoeliminó de ser uno de los candidatos.

En esa guerra entre locales, el español Miguel Angel Jiménez, un verdadero topógrafo meticuloso del campo de Augusta, consiguió en el hoyo 13 un «eagle» para quitarse el sombrero. El andaluz, inspirado, pasó por última vez el «Amen corner» con ese «eagle» y desperdició alguna ocasión más de «birdie» que hubiera mejorado su excelente tarjeta final con 69 golpes.

Con Jiménez ya en la casa club, puro en mano celebrando su mejor clasificación en un Masters, el trío Duval-Tiger-Mickelson seguía su pulseada.

En la batalla contra Tiger, Mickelson aflojó en el hoyo 16, con un «bogey». Por tanto, todo quedaba entre «El Tigre» y Duval. La ventaja por un golpe mantenía al mejor del mundo adelante.

Duval hizo temblar a Woods en el último hoyo. El golfista de los personales anteojos de sol, con un «putt» en el 18 franco, de metro y medio, para «birdie», falló. Tiger, pues, sólo tenía que mantener su mínima ventaja para ganar y Mickelson lograr un casi imposible «eagle» para empatar.

En el marco natural del 18, en ese lugar en donde la magia del golf se respira en cada palmo de hierba y aire, Tiger Woods dio la última clase. Necesitaba sólo el par para ganar y desde 10 metros embocó un «birdie» para darle más que hablar a la nueva historia del siglo XXI.

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