Adalberto Rodríguez Giavarini mantuvo ayer una nueva reunión con su colega brasileño Celso Lafer, paralela a las negociaciones que se realizaron con el representante comercial de los Estados Unidos para la integración del Mercosur con ese país. Al cabo de la reunión con Robert Zoellick, Rodríguez Giavarini habló con claridad del problema que hiere hoy la relación entre la Argentina y Brasil: «Vamos a buscar coordinar políticas macroeconómicas; un país puede tener fuertes devaluaciones y otro tipo de cambio fijo, de manera que para armonizar todo esto es necesario conversar, converger, y esa voluntad política ha quedado manifestada aquí».
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La declaración del canciller confirma lo que publicó este diario ayer: los países del Mercosur reactivarán el grupo de política macroeconómica y lo harán funcionar en su máximo nivel, es decir, con la participación de los ministros de Relaciones Exteriores y Economía y los presidentes de los bancos centrales. Fue una de las novedades de ayer.
La otra es lo que anunció Sergio Amaral, un diplomático muy allegado a Fernando Henrique Cardoso (fue su vocero y embajador en Londres) que ocupa el Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, quien admitió ayer que su país estaría dispuesto a suspender el arancel externo común del Mercosur. Esto significa que el Mercosur se retrotraería de su condición de Unión Aduanera a la de simple zona de libre comercio. En rigor, se trata sólo de sincerar lo que ya sucede: al poco tiempo de asumir su cargo en Economía, Cavallo solicitó a Brasil un permiso para suspender temporariamente el arancel externo común, que es de 13,5% promedio.
• Dos tareas
La reunión de ministros y presidentes de bancos centrales se realizaría el 8 de octubre, según el cálculo de un ministro de Fernando de la Rúa. Hasta ese día, el gobierno argentino tendrá dos tareas frente a sí. La primera, unificar una postura entre Cancillería y el Ministerio de Economía. Es probable que De la Rúa quiera poner la representación del país en manos de Rodríguez Giavarini. Lo impulsan para eso razones de carácter externo -el clima internacional de la región no da para rupturas con Brasil, que es lo último que esperan los Estados Unidos en este trance- e interno: la integración del Mercosur está tan ligada a la oferta electoral del radicalismo que Raúl Alfonsín se propuso presidir la comisión relativa a esa materia si es que llega a senador nacional el 10 de diciembre. Por otra parte, dejar las negociaciones en manos de Cavallo sería casi una agresión a los brasileños: Lafer le expuso a Rodríguez Giavarini una cantidad de cargos sobre el titular de Economía, con reproches que van desde Cardoso hasta Pedro Malan.
La otra cuestión que debe resolver el gobierno con vistas a estas negociaciones tiene que ver con la propuesta que llevará a la mesa de Brasil. El problema que representa la inestabilidad cambiaria brasileña inquieta a los gobiernos de la región desde hace meses y hasta motivó un viaje relámpago del presidente del Uruguay, Jorge Batlle, a Buenos Aires para dialogar sobre esta inquietud con De la Rúa. De las conversaciones que se mantuvieron con Batlle -quien ejerce la presidencia «pro tempore» del bloque- en esa oportunidad, surgieron algunas ideas que ahora podrían asentarse en un papel. Concretamente, el mandatario oriental propuso que se estableciera un régimen de aranceles móviles ligados al movimiento de la paridad cambiaria de Brasil. Rodríguez Giavarini quedó seducido con la propuesta y también ha de resultarle atractiva a Cavallo, sobre todo porque la defiende uno de sus amigos, el ex ministro de Educación Juan Llach.
• Reclamo
La teoría del comercio internacional sostiene que las devaluaciones no son medidas arancelarias y que, por lo tanto, no pueden ser compensadas en ese nivel. Pero Brasil estaría dispuesto a dejar pasar ese «detalle» yendo más allá de lo que pregonó ayer Amaral: dejando que provisoriamente se establezca un arancel intrazona, que regule el intercambio de productos entre países. Claro que esa tolerancia no será gratuita: el mismo ministro de Cardoso recordó ayer el inventario de reclamos de su país para con la Argentina. Van desde los pollos hasta el régimen administrado de comercio automotor.
La crisis en la que está inmerso el Mercosur desató tensiones internas en cada país. Si se termina por imponer el retroceso hacia una zona de libre comercio, se habrá impuesto en la Argentina el deseo de Domingo Cavallo. Será para él un desafío: desde hace tiempo, se sospecha que ha puesto en Brasil al demonio capaz de darle un pretexto a su dificultad para reactivar la economía argentina. En Brasil, también habrá un vencedor, que no es sólo el empresariado exportador, radicado sobre todo en San Pablo. Encumbrados diplomáticos, como el ex canciller Luiz Felipe Lampréia, se pronunciaron recientemente en favor de que el Mercosur retroceda a zona de libre comercio, lo que produjo una exaltada reacción de su sucesor, Lafer. Como en Buenos Aires, también allí hay abierto un duelo.
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