En un contexto de creciente presión sobre el tipo de cambio, el Gobierno quiere a las distintas cotizaciones del dólar, de nuevo, adentro de las bandas cambiarias.
Dólar: con respaldo de Donald Trump, el Gobierno apuesta a resucitar la banda cambiaria para todas las cotizaciones
El Gobierno ejecuta un trabajo de pinzas. Sumó oferta al eliminar temporalmente las retenciones y restringió demanda al generar expectativa por el próximo anuncio del préstamo.
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El gobierno de Donald Trump sale, de nuevo, en respaldo de Javier Milei
El dólar CCL viene de cotizar el viernes pasado por encima del techo de la banda cambiaria —alcanzando los $1.558, mientras que el oficial mayorista se mantenía en el límite superior de $1.474. Así, el Gobierno busca reconducir tanto el oficial como las cotizaciones paralelas, al menos hasta el cierre de las elecciones legislativas de octubre.
Esta intención se materializa a través de una serie de medidas diseñadas para inyectar oferta de divisas y aliviar la tensión en el mercado, priorizando la estabilidad electoral, con el objetivo explícito de reducir la brecha y contener expectativas de devaluación. En esta pulseada con el mercado, que cuestiona la viabilidad a largo plazo del esquema actual, el Ejecutivo reafirmó en las últimas horas su compromiso de defender los límites superiores con intervenciones decididas, incluso si ello implica agotar recursos disponibles, en un intento por proyectar solidez y disuadir apuestas especulativas.
Por un lado, el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, en una seguidilla de posteos, aseguró que "todas las opciones de estabilización están sobre la mesa" y que el Tesoro de Estados Unidos "está dispuesto a hacer lo que sea necesario dentro de su mandato para apoyar a Argentina". Estas opciones pueden incluir, entre otras, líneas de swap, compras directas de divisas y compras de deuda pública. "Argentina es un aliado sistémicamente importante de Estados Unidos en América Latina, y el Tesoro de Estados Unidos está dispuesto a hacer lo que sea necesario dentro de su mandato para apoyar a Argentina", expresó el funcionario a través de su cuenta en "X", y fue categórico al sostener que "todas las opciones de estabilización están sobre la mesa".
También dijo que estas opciones pueden incluir, entre otras, líneas de swap, compras directas de divisas y compras de deuda pública denominada en dólares estadounidenses del Fondo de Estabilización Cambiaria del Tesoro. "Las oportunidades para la inversión privada siguen siendo amplias, y Argentina volverá a ser grande", aseguró.
Asimismo, agregó: "Seguimos confiando en que el apoyo del presidente Javier Milei a la disciplina fiscal y a las reformas que promueven el crecimiento son necesarios para romper la larga historia de declive de Argentina. Mis comentarios de abril dejan claro nuestro compromiso con el pueblo argentino y con el presidente Milei".
Eliminar las retenciones para generar liquidez de corto plazo
En el corto plazo, la jugada puesta en marcha se centra en el sector agropecuario, con la eliminación temporal de las retenciones a las exportaciones de todos los granos, una decisión que entra en vigencia de inmediato y se extenderá hasta fines de octubre. Esta política, que borra por completo los gravámenes que antes oscilaban entre el 5% y el 33% según el producto, apunta a desbloquear un flujo acelerado de dólares desde el campo hacia la oferta del mercado. Se calcula que, en los próximos meses, esto podría sumar unos u$s7.000 millones en liquidaciones, aunque las cifras proyectadas para el cierre del año muestran un ritmo algo más lento que en periodos similares del ejercicio anterior, atribuible a la cautela de los productores ante fluctuaciones de precios internacionales.
La medida busca reactivar ventas postergadas y fortalecer la oferta en el mercado cambiario. Voces del sector, como las de entidades exportadoras, han respaldado la iniciativa, aunque advierten sobre la urgencia de aclarar aspectos logísticos para maximizar su efectividad. Desde el Ejecutivo, se enmarca como un antídoto contra intentos de desestabilización, reafirmando su carácter transitorio para no alterar el panorama a largo plazo.
Pero la ofensiva no se limita al agro. Paralelamente, el Banco Central ha intensificado su rol activo en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), despachando reservas para anclar el tipo de cambio en el techo de la banda de flotación. En las últimas jornadas, esta intervención acumuló ventas por más de u$s1.100 millones, un esfuerzo que refleja la determinación de evitar que el oficial supere los límites superiores y dispare expectativas de devaluación. Esta táctica, que consume munición de las reservas netas, se percibe como un puente temporal hacia las urnas, sacrificando margen para obligaciones externas posteriores con el fin de proyectar control y confianza, en un entorno donde la escasez de oferta privada
Las presiones continúan: los cambios venideros
Fuentes del mercado advierten que las ventas en el techo de la banda solo agravan las presiones, ya que el segmento de futuros anticipa un abandono del esquema cambiario una vez pasadas las elecciones, con precios implícitos que reflejan una devaluación inminente. Analistas destacan el dilema inherente: mantener la banda intacta hasta octubre exige un equilibrio delicado entre intervenciones agresivas y la preservación de liquidez, en un escenario donde el riesgo país se encarece con cada movimiento, habiendo escalado recientemente a niveles cercanos a los 1.500 puntos básicos que encarecen el financiamiento soberano.
La estrategia también incluye un guiño a la flotación controlada, con el BCRA comprando en el piso cuando las condiciones lo permiten, pero el foco actual está en defender el límite alto para contener la brecha con cotizaciones paralelas como el contado con liquidación, en medio de tasas de interés anuales que rondan el 60% y distorsionan el crédito y la liquidez general. En este marco, las reservas disponibles para tales operaciones se estiman en torno a los 18.000 millones de dólares en términos líquidos, aunque el Gobierno habla de un colchón de u$s22.000 millones, lo que genera debate sobre la calidad de los activos involucrados, incluyendo fondos prestados que no deberían destinarse a flujos masivos de capital.
Como se dijo, complementando estas acciones domésticas, el Gobierno explora alianzas externas para reforzar su posición, con un énfasis en mecanismos innovadores para honrar compromisos financieros clave. En este frente, se anticipa un anuncio inminente sobre la disponibilidad de fondos para cubrir un vencimiento de deuda en enero de 2026, replicando enfoques creativos empleados en pagos previos de este año, como operaciones de recompra por unos u$s2.000 millones. Estas maniobras, aunque efectivas en el corto plazo, han generado escepticismo en los mercados, interpretadas como indicios de recursos no completamente asegurados y alimentando dudas sobre la sostenibilidad fiscal, especialmente ante depósitos del Tesoro.
El paquete incluye la búsqueda de un auxilio desde Estados Unidos, que ahora cobra mayor concreción tras la confirmación del secretario del Tesoro norteamericano sobre la posibilidad de extender un préstamo al país, en un monto que podría oscilar entre los 8.000 y 10.000 millones de dólares, destinado principalmente a afrontar los pagos de deuda soberana previstos para el próximo año. Esta operación, enmarcada en un entendimiento bilateral que respalda las reformas económicas locales, se orientaría a engrosar las reservas brutas del Central para respaldar el comercio exterior sin destinarse directamente a amortizaciones o defensas cambiarias intensivas, aunque su materialización dependería de alineamientos políticos y ajustes contables.
Esta opción requeriría entendimientos políticos bilaterales, en un momento donde el riesgo soberano complica el acceso a financiamiento tradicional, y donde se barajan alternativas como canjes de deuda o avales de organismos multilaterales. El propio jefe de Gabinete ha avalado esta vía, subrayando su potencial para aliviar presiones sobre las reservas netas y contribuir a la contención del tipo de cambio en la banda hasta después de las elecciones.
Más demanda del sector privado para cancelar deudas
Sin embargo, operadores del mercado destacan que, aun con un respaldo significativo de Washington, la demanda interna no cederá fácilmente: ahorristas y empresas importadoras mantendrán una presión sostenida para liquidar deudas comerciales, con vencimientos por unos u$s22.000 millones en los próximos tres meses que exacerbarán la tensión sobre las reservas. Paralelamente, el Fondo Monetario Internacional observa de cerca estas dinámicas, insistiendo en la acumulación de reservas como pilar del acuerdo vigente, y aunque no fija topes explícitos para ventas defensivas, expertos consultados sugieren que intervenciones superiores a los 3.000 o 4.000 millones de dólares podrían activar mecanismos de control o cuestionamientos sobre el uso de sus desembolsos, más encajes que elevan el total disponible pero con restricciones implícitas para evitar salidas prolongadas de capital. El ministro de Economía prevé diálogos directos con el organismo para explorar líneas de contingencia que fortalezcan el frente de vencimientos soberanos del próximo año, por unos 8.000 millones.
En rigor, se plantean escenarios complejos incluso si el desembolso estadounidense llega a tiempo: la demanda local de divisas persistirá con fuerza, impulsando medidas para endurecer los controles cambiarios y perpetuando un ciclo de tensiones. Una ruta posible sería destinar el auxilio a abandonar la banda y optar por una flotación libre antes de los comicios, aunque esto probablemente obligaría a quemar reservas para amortiguar una corrección abrupta que perjudique las aspiraciones electorales, lo que a su vez complicaría las relaciones con tenedores de bonos en un bucle contraproducente.
En cambio, si se prioriza el pago de deudas, surge el interrogante sobre la capacidad de reembolso, considerando que instrumentos como el Fondo de Emergencia Cambiaria no registran incumplimientos históricos.
Un monto en línea con la deuda
Según la consultora PxQ, el volumen del respaldo resulta "clave": "un monto alineado con los pagos de deuda de 2025 podría tranquilizar a los bonistas, pero no al mercado en general, ya que la voracidad reciente por dólares responde más a la sobrevaloración del peso que a un éxodo masivo de capitales". Sostienen que sólo un flujo masivo permitiría transitar a un régimen de flotación administrada, con un BCRA respaldado para anclar el tipo de cambio en niveles realistas y recomponer reservas, aunque esto demandaría una estabilización económica y política profunda tras los comicios —un desafío que, según analistas, luce remoto. En última instancia, el reloj juega en contra: ni el mero anuncio ni la llegada de fondos bastarían para alterar la trayectoria económica antes del veredicto electoral.
Mientras tanto, entidades financieras globales como Barclays observan con atención, recomendando posiciones en bonos soberanos bajo la premisa de que la prioridad mileísta es la estabilidad de corto plazo, lo que podría traducirse en un esquema de mayor flexibilidad una vez superadas las elecciones. Sin embargo, las sombras de declaraciones pasadas que no se cumplieron —como compromisos incumplidos ante inversores sobre compras de divisas y metas de reservas— pesan en la percepción de credibilidad, elevando el costo de estas operaciones y acentuando la necesidad de resultados concretos para restaurar la confianza, en un entorno donde los bonos soberanos han retrocedido a valoraciones.
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