22 de junio 2025 - 20:01

Donald Trump redobla presión por baja de tasas y JeromePowell no tiene prisa, pero miembro de la Fed quiere empezar en julio

“Nuestro trabajo es asegurarnos de que un aumento puntual de la inflación no se convierta en un problema inflacionario”, dijo Powell. Bajo la superficie, se aprecia una discusión in crescendo en la Fed que se apresta a tomar estado público.

Trump ya ha dicho que no le renovará el mandato a Powell en la Fed.

Trump ya ha dicho que no le renovará el mandato a Powell en la Fed.

Imagen creada con inteligencia artificial

La Fed concluyó su cuarta reunión del año y resolvió, como en todas las anteriores, mantener sus tasas de interés sin cambios. No hubo sorpresas. La decisión fue unánime. A simple vista nada se modificó. Sin embargo, la procesión y el disenso marchan por dentro. El mapa de puntos oficial -que es lo más parecido a una hoja de ruta tentativa- muestra dos recortes de tasa (de un cuarto de punto) antes que termine 2025. Lo mismo que su versión previa, publicada en marzo. Pero si se indaga en las proyecciones económicas que le dan sustento, las revisiones son importantes y no están exentas de controversia. Bajo la superficie, se aprecia una discusión in crescendo que se apresta a tomar estado público.

El banco central le quitó tres décimas al crecimiento esperado del PBI y se las sumó a su previsión de inflación. Que la suba de precios haya mermado en lo que va del año, y Trump retrocedido con los aranceles recíprocos, no calmó su preocupación. “Esperamos un aumento significativo de la inflación en los próximos meses”, dijo el chairman, Jay Powell. De hecho, y por “culpa de los aranceles”, la Fed pronostica que el deflactor del consumo (2,1% en abril) trepará a 3% a fin de diciembre. “Ver y esperar” es la línea de (in)acción que promueve Powell desde el mitin de enero. Por lo menos hasta saber a ciencia cierta el tamaño de la cuenta y quiénes van a pagarla. Que Trump exija a viva voz un recorte violento y urgente de tasas -que las lleve de 4,50% a 2% o 2,5%- lo tiene sin cuidado. “Nuestro trabajo es asegurarnos de que un aumento puntual de la inflación no se convierta en un problema inflacionario”.

No todos participan de esa idea. Trump, desde ya que no. Dentro de la misma Fed, tampoco todos comparten ni el diagnóstico ni la continuidad de la recomendación. Powell lo advirtió sin citar nombres. “Tenemos una diversidad de opiniones bastante saludable en el Comité (de Operaciones de Mercado Abierto), las personas pueden mirar los mismos datos y evaluar los riesgos de forma diferente”. Es así. Dos días después de la reunión, el gobernador Chris Waller hizo saber su discrepancia con la moción de “ver y esperar”. Ver, ya se vio lo suficiente. Y no cabe esperar más. La baja de tasas debería comenzar en la próxima reunión, a fines de julio. Y, para que no queden dudas, adelantó su voto en ese sentido. Aunque nadie más lo acompañe, dijo. Es el fin anunciado de la unanimidad en el seno de la Fed. En tres semanas, las minutas de la reunión dejaran constancia de las diferentes posiciones en discusión.

¿Una Fed en las sombras?

¿Se politiza acaso la política monetaria? Waller supo ser un halcón cuando la Fed izaba las tasas a destajo en 2022. Y ahora es la primera voz que aboga por iniciar la baja de tasas y, de esa manera, quien primero se acopla con la prédica de Trump. El presidente fue quien lo propuso para integrar la Junta de Gobernadores en diciembre de 2020. Su mandato expira en 2030. El de Jay Powell al frente del banco central, en mayo de 2026. Trump ya ha dicho que no se lo renovará. Y también que pronto nominará a su reemplazante. Powell no piensa irse antes de tiempo. La idea, pues, parecería ser la de montar en paralelo una Fed en las sombras. Con un chairman designado sugiriendo líneas de acción en la sala de espera. Poco serio. Quizás por eso mismo, verosímil. Mucho más considerando la frustración del presidente en este terreno y sus rabietas repetidas. Es una especulación que Scott Bessent, el actual secretario del Tesoro, ventiló el año pasado en un reportaje publicado en Barron´s, aunque luego la desestimó. La idea está pues en la caja de herramientas.

¿Aspira Waller a suceder a Powell? Presumiblemente, sí. Los mercados lo sitúan en una terna hipotética que también incluye al ex gobernador Kevin Warsh y al propio Bessent. Waller es el candidato más sólido de los tres, por lejos. Trabajó más de diez años como economista investigador en la Fed de St Louis. Y desembarcó hace cinco en la Junta. Sus declaraciones -en especial, su tono asertivo- son propias de un chairman. Por el bien de la institución convendrá, eso sí, que cultive un perfil que se diferencie del de un virtual caballo de Troya o un títere de la Casa Blanca.

Aranceles e impacto en precios

¿Se politiza la política monetaria? La respuesta, hasta ahora, es no. Waller pone argumentos sólidos sobre la mesa. “Los aranceles no van a causar una inflación persistente. La Fed estuvo en pausa durante seis meses esperando un shock inflacionario que no ha llegado”. En efecto, la inflación al consumidor se hundió medio punto en lo que va de 2025. Pasó de 2,9% interanual en diciembre a 2,4% en mayo. Powell ve una suba significativa en los próximos meses, Waller la desestima. “Los aranceles no se trasladarán completamente a precios; un arancel de 10% sobre todas las importaciones no tendría mucho impacto en la inflación general”. Powell no se confía. Quiere aguardar a que también quede firme la nueva estructura arancelaria. El gobernador discrepa. “La Fed no debería esperar a que el mercado laboral colapse para recortar las tasas”. Su situación es sólida, pero “ya se empiezan a ver señales (de debilidad) como un alto desempleo entre los recién graduados”. Habría que comenzar a bajar las tasas, lentamente, sin urgencias, ya en la próxima reunión, aprovechando que la inflación no es la amenaza que se temía. “La Fed tiene margen para bajar las tasas y luego observar qué pasa con la inflación”.

¿Qué cabe esperar, entonces? Donde manda capitán, no manda marinero (aunque tenga ambiciones). La disidencia de Waller en la reunión de julio es un voto cantado. Muy probablemente solitario, aún si su posición concita simpatías. De 19 opiniones que recoge el mapa de puntos, diez están dispuestas hoy a ejecutar dos bajas de tasas (o más) antes que termine el año. Después de julio, restarían solo tres reuniones: septiembre, noviembre y diciembre. Solo siete funcionarios se inclinan por no hacer nada hasta 2026. No se consigna quienes de ellos son los que, además de voz, tienen voto. Pero las posiciones gravitarán hacia la baja de tasas -y a favor de los argumentos de Waller- si la data preserva su tendencia actual. Así, un primer recorte en septiembre despunta como el escenario más probable. Para entonces, deberían haberse aclarado tres grandes incertidumbres: la suerte de los aranceles y del paquete impositivo que impulsa Trump en el Congreso y el efecto impacto de la guerra con Irán sobre los precios de la energía. Lo usual es una fuerte sobrerreacción inicial que se diluye luego facilitando su digestión rápida. En cambio, el efecto adverso sobre la economía real operará con rezago.

El enigma Trump y la incertidumbre

La Fed no titubeó en bajar las tasas el año pasado -un punto completo- con un panorama aún más incierto. Se sabe que no administra pronósticos sino riesgos. Trump 2.0 era un enigma que probó ser más corrosivo que su versión original. La guerra de aranceles resultó feroz pero aun así no frenó el descenso de la inflación. Su agresividad se desató en marzo y abril hasta que encontró resistencia firme y entró en una fase de moderación. Por el contrario, la desaceleración de la economía real y la fatiga en el mercado laboral son los riesgos que están creciendo en el margen. La política monetaria sigue siendo restrictiva. Por eso, un recorte leve de tasas -como propone Waller- asoma como un complemento necesario en un contexto que, Trump mediante, seguirá gobernado por la incertidumbre.

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