Se juega la elección. En las próximas horas, se define el rumbo político -pero también económico- que adoptará la Argentina. En un momento singular y con decisiones que le imprimirán un sesgo inexorable, quien conduzca los destinos de los argentinos tendrá, como nunca, un efecto relevante en el devenir.
El empresariado y Wall Street ya emitieron su voto: pragmatismo puro y experiencia, los atributos elegidos
¿Quién es el más confiable? ¿Quién tiene la experiencia, la templanza y los contactos necesarios para encausar las pulseadas que sobrevendrán en lo inmediato? ¿Quién puede garantizar una transición que deposite al país en la senda de un nuevo ciclo económico positivo?
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Desde hace semanas hay dos o tres manifestaciones que pueden sopesarse con calma y contundencia. La primera es que el empresariado argentino se ha volcado mayormente por el candidato Sergio Massa. Numerosos dirigentes, asociaciones, cámaras empresarias han hecho público su respaldo al candidato de Unión por la Patria. De la misma forma, en el mercado financiero de Wall Street, los bancos de inversión y los especialistas también se han definido a favor del tigrense.
Es interesante porque si hay algo claro es que tanto los empresarios como los analistas de Wall Street resuman pragmatismo a flor de piel. Eso, que tradicionalmente ha sido así como naturaleza protectiva ante un escenario cambiante, hoy lo es mucho más. Un doble anticuerpo, podría decirse. La razón es sencilla: lo volátil del escenario macro y financiero, sumado a la chance de que Javier Milei pueda alzarse con el sillón de la Casa Rosada, puso en alerta a gran parte de la comunidad, también la del mundo de los negocios y las finanzas.
¿Quién es el más confiable para el momento que se avecina en la Argentina? ¿Quién tiene la experiencia, la templanza y los contactos necesarios para encausar las pulseadas que sobrevendrán en lo inmediato? Y más importante: ¿quien puede garantizar una transición que deposite al país en la senda de un nuevo ciclo económico positivo? ¿Quién, que permita no sólo generar crecimiento con desarrollo, sino también poner eso en contacto, privilegiarlo, antes de comenzar a pagarle al FMI previa renegociación de las cláusulas?
Hay que insistir con algo. El factor gobernabilidad ha ganado muchísimo peso en las últimas semanas. El mercado ve a Javier Milei, volátil en sus definiciones, con bajo apoyo en el parlamentario, menos experiencia en el sector público y con un equipo magro.
Casi en completo contraste, en opinión de buena parte de la comunidad de negocios, Massa es fuerte en todos esos conceptos. En rigor, incluso puede leerse un sendero propio que, si bien abreva de las fuentes del peronismo clásico y hasta del centrismo tradicional, también se ha preocupado por cultivar su propia mirada de cuestiones tan relevantes como la política exterior, el comercio internacional y la definición de temas estratégicos, litio, Vaca Muerta, transición energética, fomento a las exportaciones, por mencionar aleatoriamente algunos.
Distintos exponentes del alto mundo de la economía y los negocios agregan un detalle no menor, una paradoja. Es tal lo delicado del frente financiero local que sólo alguien que tenga llegada plena a la mesa de las decisiones puede tener chances de domesticar estas variables. De esa forma, la posición de ministro de Economía le habría servido a Massa para demostrarle al establishment de qué es capaz, suponiendo un renovado respaldo y la legitimización que da una elección presidencial.
Huelga señalar algo fundamental. Impera en todo momento la lógica del balotaje, es decir, los empresarios, con excepciones, reconocen ciertas afinidades ideológicas -no siempre peronistas- pero se supeditan sus pareceres a aquella lógica binaria: hay dos candidatos y uno de los dos es el que va a tomar las decisiones de aquí en adelante. Hay que elegir al mejor.
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