Como venían los vientos huracanados del martes, daba miedo pensar en que el Ike bursátil que azota las costas de todos los recintos pudiera potenciarse más todavía en la rueda de la víspera. Pero, cuando los operadores estaban prudentemente en los refugios -y al que tenía una orden de compra lo aplaudían-, resultó que la intensidad anterior se fue suavizando con el correr de las horas.
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Y así, después de ir de un lado hacia otro y muy batido, en el epicentro del huracán -el Dow Jones-se pudo anotar una humilde cifra, pero con signo a favor. Fue 0,34%, que solamente sirvió de «tapón» oportuno para cortar la sangría anterior. Y que también esparció sus mejores ondas por el mundo. Muy bien recibido por el indicador de Brasil, el que quedó como figura en el día, con su 2,5 por ciento de rebote inmediato. Al revisar lo actuado en nuestro mercado, la sensación fue de copiar mucho más al Dow, quedando el Merval con 0,61 por ciento en alza (y el «M.AR» 0,35% en baja) habiendo reconocido un piso intradiario que lo llevó a los «1.573» puntos, fijando reacción y máximo de «1.620» unidades (lo que fue de ganar 1%, a perder 1%, para negociarlo en la mitad).
Al pasar un meteoro, deja tierra arrasada y una enorme tarea, para reconstruir las líneas. Así, las relaciones del mercado local se entrechocaron entre sí. En diferencias, hubo solamente «19» acciones con alzas, por «35» en baja, los índices dieron saldos opuestos, el volumen se contrajo en unos $ 30 millones de efectivo. Y la pequeña cuota de suba en el Merval clásico no se vio respaldada por volumen amplio. Como para decir que fue una sensación de astronautas mirar al desarrollo de ayer y saber hacia dónde iba: o sólo flotaba. Secuelas lógicas y ahora la fecha del 11 de setiembre: para nosotros de maestros, para ellos de desastre. Y la Bolsa, respira hondo.
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