La muy probable llegada de Dominique Strauss-Kahn a lo más alto del FMI coincide con la discusión respecto del poder de voto que tendrá cada país en el futuro. El gobierno argentino expresó ayer su preocupación por la posibilidad no sólo de que se reduzca su participación en el organismo, sino incluso la de perder la silla que posee en el directorio.
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El tema fue planteado tanto por Néstor Kirchner como por el ministro de Economía, Miguel Peirano, en sendas reuniones con el francés. La preocupación pasa por la denominada «propuesta canadiense», que consiste en tomar el PBI a precios corrientes de cada país para determinar el poder de voto en la institución. Obviamente, resultaría catastrófico para la Argentina, que tuvo una caída récord de su Producto en esos años (particularmente medido en dólares).
«Hoy tenemos cerca de 1,16% de los votos, pero pasaríamos a menos de 1%», explicó uno de los funcionarios de Economía. El asiento del Cono Sur en el directorio del Fondo está presidido por la Argentina y Uruguay, de manera alternada. Strauss-Kahn se manifestó a favor de un esquema de «doble mayoría» para la definición de temas clave en el organismo. De esta manera, podrían ganar un rol mayor los países emergentes, que hoy están subestimados en la suma de votos dentro del organismo. «Hay que evitar la aplicación de fórmulas que terminan dejando descontento a todo el mundo», aseguró el futuro titular del FMI. Se refería al cambio introducido el año pasado, que aumentó levemente el poder de voto de México, Turquía y China (que pese a su gran crecimiento tiene apenas 3,66% de los votos, por debajo de los principales países europeos).
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