Los que no quieren abandonar la idea de que la política es lo que está moviendo al mercado (en especial, los que tienen su " corazoncito" más cerca de los perdidosos republicanos) achacaron la baja que tuvo ayer el mercado a una "segunda mirada" que le habrían dado los inversores al resultado electoral.
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Claro que con casi idéntico poder de prueba podemos invocar aquello de "comprar con el rumor, vender con la noticia", lo que se asienta en que la merma de la víspera rompió tres ruedas consecutivas de suba que llevaron el Dow a marcar un nuevo máximo histórico y que existe desde hace días cierta sensación de que el mercado está sobrecomprado, por lo que cualquier excusa podría ser buena para justificar una baja. Algunos se volcaron entonces a culpar a los datos de la economía por 0,6 por ciento que perdió el Dow (cerró en 12.103,3 puntos) apuntando especialmente a la suba del petróleo a u$s 61,16 por barril y a la caída en la confianza de los consumidores. Pero estos datos no sólo admiten doble interpretación (Exxon trepó más de 1 por ciento, y la confianza sigue cerca del máximo de los últimos 15 meses), sino que se deben sumar al desplome del déficit comercial y del número de nuevos desempleados, que mostraron una clara mejora en el panorama macroeconómico (de hecho, la tasa a 10 años bajó a 4,63 por ciento anual y el dólar siguió firme ante las principales monedas -atención aquí con la suba del oro-, reflejando un posible cambio en las reservas chinas).
Por el lado de las cotizantes, Cisco y JC Penny ratificaron la actual onda de balances ganadores y tan sólo Viacom se destacó entre las que desilusionaron a sus accionistas.
Puestas así las cosas, podría pensarse que nada había ayer en el horizonte como para nublar el panorama, pero lo cierto es que tres empresas de un mismo rubro (Merck, Pfizer y Johnson & Johnson; laboratorios) fueron las principales responsables de la baja del Dow. Si su baja fue política o no, es otro tema.
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