“Bonprix nació en 2015 por una necesidad mía de no hacer tanta fila en Jumbo para comprar bebidas y encima pagar caro. Era desesperante”, dice Agustín Pastorino, socio fundador de Bonprix, una cadena de venta minorista de bebidas que funciona en base a un singular modelo de negocio que combina oferta seleccionada de primeras marcas, precios bajos y atención premium.
Abrieron un local de bebidas para no hacer fila en Jumbo y ahora facturan $1.000 millones
La cadena Bonprix vende bebidas seleccionadas, con un modelo de negocio para el público ABC1, por marcas, precios y atención personalizada.
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“Arrancamos con un perfil más de galpón, con pallets en el piso y los bultos arriba. Y lo estamos mejorando poco a poco. Pero no queremos ser una empresa que tenga motos colgadas del techo para vender una Coca-Cola. Somos limpios, ordenados, prolijos con los precios y con muy buena atención. Es nuestro diferencial”, explica Pastorino. Con esta fórmula, estimó que en los próximos 12 meses la cadena alcanzará una facturación cercana a $1.000 millones.
La cadena que opera en la zona norte del conurbano inauguró dos locales en la primera semana de enero. Y abrirá otro en febrero, para llegar así a 9 sucursales. A lo largo de 2022 prevé sumar por lo menos otras 10 bocas de venta, expandiéndose hacia la Ciudad de Buenos Aires.
Sobre el modelo de negocio, Pastorino añadió: “Soy psicólogo y coach ontológico. Siempre estoy viendo los quiebres que hay en todos los sistemas. Siempre hay algo que se puede mejorar, aunque salga bien”. Así fue que experimentando en carne propia la compra de bebidas en hipermercados decidió abrir un lugar donde la gente pueda comprar todas las bebidas en un solo lugar, con mayor comodidad y rapidez, sin lidiar con el peso de los productos ni con precios elevados. Cada local tiene una oferta limitada de productos (los tres más vendidos de cada categoría), con personal que atiende, asesora y lleva los bultos hasta el vehículo del cliente.
Los locales se caracterizan por estar en esquinas con mucha visibilidad y con estacionamiento propio para que la compra se haga en pocos minutos. Asegura Pastorino que no es fácil encontrar locaciones que se ajusten a sus necesidades. Pero cuando lo encuentran, no paran hasta tenerlo.
“Son todos negocios propios. Estamos haciendo uno que no es franquicia sino un modelo de inversión donde alguien pone la plata para la apertura pero no tiene ninguna injerencia en el local y a fin de mes le damos un beneficio”, explica.
La inversión por local oscila entre 20 mil dólares a 50 mil dólares, según el valor de la obra que requiera su adaptación. Hay algunos que están listos para empezar a vender y permiten recuperar la inversión en tres meses.
Actualmente tienen un total de 50 empleados, entre los que atienden locales, administración, sistemas, logística, además de auditores externos de mercadería y gestión.
“Tenemos mucha estructura porque sabemos que el crecimiento va a ser muy rápido y no queremos que nos encuentre sin estar preparados”, sostiene Pastorino.
Cada local tiene entre tres y cinco personas. Además de un coordinador general designado cada ocho locales.
Entre los problemas que enfrentan están la inflación y las restricciones a la importación. “Podés pedir mil cajas de un producto importado pero te entregan 200. Los proveedores no tienen suficiente. También hay problemas de abastecimiento de espumantes por la escasez de botellas”. Aunque también tiene un lado bueno: por ejemplo, ante la falta de algunas marcas globales de gin, ganaron lugar los nacionales como Heráclito y Heredero, que no tienen nada que envidiar al resto, asegura.
En cuanto a precios, dice: “Algunos proveedores te cambian la lista de un día para el otro. Y aunque tratamos de mantener los precios, nos vemos obligados a cambiar cada vez más seguido. La persona que hacía la cartelería de precios a mano renunció porque no daba abasto. Estamos digitalizando todo”.
La cadena cuenta también con un centro de distribución propio ubicado en Henry Ford y Panamericana que puede abastecer 15 locales y que hace recorridos con camiones propios. “Hay que estar muy atentos a la demanda de cada local, no todos venden igual los mismos productos. En Pilar y Nordelta, por ejemplo, pegaron muy bien los vinos de Toso. Pero en Benavídez se vende más Catena o Rutini. Igual, el vino más vendido en Bonprix es Trumpeter. Luego vienen Nicasia, Saint Felicien, Mosquita Muerta. Igual, lo que no puede faltar es Coca-Cola, cerveza Corona y fernet. Ahí está el fuerte”, destaca.
En los planes para 2022 figura la apertura de por lo menos otros 10 locales, o más si encuentran ubicaciones adecuadas y apoyo de los proveedores para abastecerlos.
“Desde zona norte iremos con el mismo modelo, incluyendo un centro de distribución, hacia barrios como Belgrano y Palermo; y desde Puerto Madero hasta Barrio Norte para copar el sur de la Ciudad”, adelanta Pastorino.
Para este año prevén llegar a una facturación de $1.000 millones. “Si tenemos en cuenta que 50 puntos ya son por inflación, venimos duplicando la facturación. Vamos a facturar 50 puntos por arriba de la inflación este año, también por la apertura de más locales. Cuanto más locales abrimos más vendemos. La apertura de locales no canibaliza ventas sino que se potencian”, concluyó.
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