8 de marzo 2005 - 00:00

Pelea sindical complica acuerdo entre CGT y UIA

Hugo Moyano
Hugo Moyano
La negociación UIA-CGT se «planchó» ayer porque los sindicalistas están teniendo dificultades en su propio frente interno para unificar una propuesta a presentar ante los industriales. Por ahora, sigue el «cuarto intermedio» decidido la semana pasada por la imposibilidad de acordar nada.

En la víspera estaban programados dos encuentros: uno, matutino, entre Daniel Funes de Rioja (experto laboralista de la UIA) y Héctor Recalde (su contraparte gremial), más los respectivos equipos técnicos; otro, vespertino, entre las respectivas «mesas chicas» de la CGT y la UIA. El primero se realizó sin mayores inconvenientes, pero tampoco avances; Recalde habría explicado a su colega que sus mandantes todavía seguían discutiendo los detalles del presunto acuerdo.

Pero al mediodía José Luis Lingieri -uno de los integrantes del triunvirato que comanda la CGT- llamó al titular de la UIA, Alberto Alvarez Gaiani, para pedirle posponer «sine die» la reunión prevista. Esta nueva postergación fue leída en la central fabril como un indicador más de lo que ya es casi vox populi: el frente sindical no está precisamente unificado en torno a las cuestiones que se están discutiendo con la UIA.

• Novedad

En resumidas cuentas, puede decirse que -tal como adelantara ayer este diario- la UIA insistirá en utilizar un «mix» entre el crecimiento del sector industrial y la inflación prevista en el Presupuesto nacional para 2005 para los aumentos futuros (se tomarían dos tercios del índice industrial y un tercio del de precios al consumidor). Tampoco habría dificultades para actualizar por la inflación pasada los sueldos para el período 2002-2004, guarismo que trepa a 52%.

Sucede que entre los aumentos que otorgó el gobierno por decreto y las mejoras sectoriales que dieron casi todas las industrias,
los salarios reales (sobre todo en la parte más baja de la escala, que es más de 60% de la masa salarial) ya superan ese porcentaje.

La novedad introducida ayer por los sindicalistas, y aceptada por los empleadores, es la creación de
un régimen especial para las pymes, que requeriría una medida concreta por parte del gobierno. La idea sería congelar las deudas fiscales y previsionales de los empleadores chicos y medianos por tres años; si durante ese lapso se comprueba la «buena conducta» del empresario pyme y mantiene (o incrementa) su plantilla laboral, se le permitiría pagar la deuda anterior en condiciones muy favorables y a plazos que irían entre 20 y 30 años.

En cambio, hay dos cuestiones que separan a las partes: la doble indemnización (los sindicalistas no quieren ni mencionarla) y el salario mínimo (los industriales dicen que es un tema que excede el marco de esta negociación,y que debe ser considerada por la Mesa del Salario).

¿Quiénes protagonizan la pelea dentro de la CGT? Podría decirse que
los incidentes a las puertas de Coto (y antes de Carrefour) se trasladaron al edificio de la calle Azopardo: el camionero Hugo Moyano y sus aliados no quieren darle a Armando Cavalieri ( Comercio) la victoria de alcanzar un salario mínimo de $ 600 (actualmente es de $ 450 para ese gremio); también habría alguna querella contra el constructor Gerardo Martínez. Los «moyanistas» estarían decididos también a no «bajar» el tema del salario mínimo vital y móvil -que para ellos debe ser de $ 743-. Una fuente sindical dijo a este diario que «si ellos dicen que el mínimo lo establecerá la Mesa del Salario, ¿qué sentido tiene que nos reunamos? Nosotros decimos que podemos esperar hasta octubre o noviembre para llevar el mínimo a esa cifra».

Curiosamente, y casi seguro no demasiado en serio, los gremialistas también introdujeron un reclamo adicional: «Ellos dicen que quieren actualizar para atrás arrancando desde enero de 2002, y nosotros queremos recuperar el salario en dólares que teníamos en diciembre de 2001. Tampoco queremos que sea ya; podemos establecer un cronograma a tres, cuatro años. Pero sin dudas hay que hablar de eso, porque con el desastre de la pesificación se salvaron todos, menos los trabajadores», agrega la misma fuente.

Como se ve, no parece haber preocupación en las filas sindicales por la posibilidad de una complicación grave por el lado de la inflación. Está claro que, de ser reales sus pretensiones, la posibilidad de un acuerdo con la UIA es poco más que una ilusión. Los industriales, en tanto,
esperan (se esperanzan, más bien) que sea el gobierno quien le ponga algo de cordura a la posición de la CGT. ¿Sucederá?

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