24 de septiembre 2007 - 00:00

Tiempo para pensar adónde va el dinero

Tiempo para pensar adónde va el dinero
Desde marzo el mercado bursátil no experimentaba una suba como la de la semana pasada, cuando el promedio industrial ganó 2,81%, para cerrar en 13.820,19 puntos. Si tomamos en cuenta que los "buenos" balances (en realidad "mejores que lo esperado") que difundieron Lehman Brothers y Goldman Sachs quedaron neutralizados por los "malos" de Morgan Stanley y Bear Stearns, en tanto FedEx anunciaba que había ganado el último trimestre más que lo calculado, pero que de aquí a fin de año espera lo contrario, y que el crecimiento en las ganancias de Oracle y Nike apenas contribuyó a 0,39% que sumó el Dow el viernes último, es evidente que la mayor parte del impulso alcista correspondió a la decisión tomada el martes por la Reserva Federal de rebajar el costo del dinero a las entidades financieras, incluso más allá de lo que la mayoría de los inversores esperaba. De hecho, lo que ganaron las blue chips entre el viernes anterior y el martes fue 2,2% (aun con la baja del lunes), mientras lo agregado de entonces hasta el viernes último apenas llega a 0,58%.

La pregunta que surge aquí es por qué el entusiasmo que desató el Comité Abierto no se prolongó en tiempo, pero antes de intentar responder esto debemos resolver si es cierto que no se prolongó. El volumen negociado a lo largo de toda la semana, aun descontando lo operado el viernes (magnificado por el cuádruple vencimiento de futuros y opciones y minimizado por la celebración del Yom Kippur), resultó claramente inferior a lo operado normalmente, lo que sugiere que en el mejor de los casos la decisión de Bernanke no disparó el interés de los inversores.

Podemos ahora citar algunos de los factores que más preocuparon a quienes controlan el dinero y que van desde el desplome del dólar (cerró el viernes en u$s 1,41 por euro, un nuevo mínimo histórico), hasta la suba del oro (u$s 731,4 por onza fue el máximo en más de 27 años) y la del petróleo, que el jueves marcó un nuevo máximo histórico (el viernes retrocedió a u$s 821,62 por barril). Lo común a estos factores es que se los ve como evidente señal de un futuro rebrote inflacionario, lo que nos obliga a repensar dónde están las nuevas oportunidades de ganancias.

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