25 de agosto 2021 - 00:02

¿Pueden ser las SPAC la próxima burbuja que jaquee a Wall Street?

A pesar del reciente desplome en las emisiones, las SPAC ya recaudaron más de u$s100.000 millones en la primera parte de 2021. Muchos temen que este boom genere otro estallido en los mercados.

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Algunos ya las consideran como una nueva cepa del coronavirus. Para otros son, ni más ni menos que, otra burbuja. Lo cierto es que el boom de las SPAC (Special Purpose Acquisition Company) en medio de la pandemia se asemejan mucho a lo vivido con el fenómeno especulativo de las “punto com” de 1999. Claro que los evangelistas de las SPAC (banqueros, patrocinadores y fondos de cobertura, incluso con la participación de celebridades y atletas), que se han enriquecido de esta burbuja, dicen que esta vez es diferente. Vale recordar que las SPAC o empresas de adquisición con fines especiales, también conocidas como “empresas de cheques en blanco”, son compañías ficticias públicas en las que un grupo de mega-inversores se reúnen para recaudar una fortuna y buscan una empresa privada para comprar con ese dinero, convirtiendo así a esa empresa privada en pública, digamos, a través de la puerta trasera.

No hace falta señalar que las comisiones que cobran los patrocinadores a los inversores son mayores que en una clásica suscripción de una IPO. Los patrocinadores deben encontrar un acuerdo en dos años o devolver el dinero que han recaudado a los inversores, quienes deben aprobar el acuerdo, pero dado que los objetivos de adquisición no necesitan proporcionar nada más que unas pocas y superficiales declaraciones prospectivas, es muy raro que un acuerdo de una SPAC no luzca bien. Por ello muchos consideran que por temas legales y regulatorios se tratan de vehículos perfectos para el fraude y el abuso. Debido a que las empresas de adquisición no tienen que proporcionar información sobre el desempeño pasado, solo el futuro, algunas de estas empresas han hecho afirmaciones descabelladas sobre sus negocios.

Hay casos fraudulentos como la empresa de camiones de hidrógeno Nikola, la compañía espacial Stable Road Acquisition y la Lordstown Motors de motores eléctricos. Los accionistas ya presentaron el triple de demandas colectivas contra SPAC en comparación con 2020. Pero la creciente manada de patrocinadores en busca de buenas empresas para adquirir hace que cada vez sea más difícil encontrar una buena compañía que comprar. Según Bloomberg, a fines del primer semestre dos tercios de las empresas SPAC que ahora cotizan en bolsa reportaron una pérdida de valor. Además en el segundo trimestre la emisión de SPAC se desplomó. Para los más críticos, esa fue una gran advertencia. En un mercado por demás eufórico, los SPAC están comenzando a hacer que los inversores reconsideren el valor de lo que están comprando, lo que en general termina arruinando la fiesta o la moda de inversión.

Los escándalos ya alcanzaron por ejemplo al millonario de los hedge funds, Bill Ackman, quien ostenta el SPAC más grande del mundo llamado Tontine Holdings. Al parecer en lugar de adquirir una empresa completa con los u$s4.000 millones, compró el 10% de Universal Music Group. Esto derivó en una demanda que sostiene que el intento de Tontine de comprar una parte de una empresa significa que es una empresa de inversión y no un SPAC, y que Ackman supuestamente usó la estructura SPAC para evitar la regulación y así enriquecerse por demás. Ackman lógicamente se defendió pero ya informó a los inversores que cambiaría la estructura de Tontine, pendiente de la aprobación de la SEC, o devolvería el dinero a los inversores. Es muy posible que los problemas de las SPAC se limiten a ellas. Pero en la medida en que el mercado acepte que estas empresas son fardos infra-regulados, los inversores minoristas que estén involucrados en ellas se verán afectados. Y si los patrocinadores que llegaron demasiado tarde a la fiesta dejan de buscar empresas, tendrán que devolver el dinero que recaudaron. Por eso para algunos expertos existe la posibilidad de que el fracaso de las SPAC sea una señal que predice problemas con el sistema, no solo con el sector, y esa no es una posibilidad que pueda soslayarse. Los bancos centrales comenzarán a recoger el barrilete de los planes de estímulo, y los inversores se volverán más exigentes. Hoy Wall Street ya tiene bastante porque preocuparse, Covid más Delta, la inflación, la recuperación económica y la volatilidad en China. Pero bien podría ser que las SPAC, siendo tan claramente confusas, fueran solo la primera cosa que se ignoró. Si es así, el mercado debería prepararse para una segunda.

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