Santiago y Bogotá - El ex ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, quien renunció la semana pasada para postularse a la Presidencia, salió ayer a poner presión sobre el actual mandatario, Álvaro Uribe, quien, dijo, cumplirá su promesa y «no se va a perpetuar en el poder» a través de una segunda reelección.
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«Nosotros no hemos hablado de este asunto, por eso yo sólo hablo a partir de mi intuición. Y yo le creo cuando dice que no se va a perpetuar», señaló Santos durante una entrevista con el diario La Tercera de Chile.
Santos deberá esperar hasta octubre para saber si Uribe somete a referendo una reforma constitucional que posibilite su postulación a un tercer mandato. Para el ex ministro, si el mandatario «permite que el proyecto prospere y llegue a votación en el referendo es porque tiene intención de ir a la reelección».
Uribe desde la Presidencia y Santos desde el Ministerio de Defensa fueron las cabezas visibles de los éxitos militares contra las FARC y el narcotráfico. Pero, a la vez, mantuvieron una relación compleja, dada por una fuerte competencia política.
En sus últimas declaraciones, el ex ministro dijo que apoyará a Uribe si decide volver a competir, pero que aspira a sucederlo si no lo hace. Pero sus dichos fueron interpretados como una salida de compromiso hacia un mandatario que mantiene una popularidad récord y que sería muy difícil enfrentar abiertamente.
Uribe dijo el jueves último que la permanencia de un jefe de Estado en el poder más allá del período para el que fue elegido en un comienzo le parece «inconveniente», lo que de inmediato fue interpretado como una negativa a quienes le piden que sea otra vez candidato.
«Lo veo inconveniente por esto: porque el país tiene muchos buenos líderes. Y en lo personal, porque no quisiera la amargura de que las nuevas generaciones me vieran como alguien apegado al poder», le respondió Uribe a un empresario venezolano que le preguntó si pensaba postularse.
Sin embargo, pocos minutos después, en una ceremonia en el Ministerio de Relaciones Exteriores, el mandatario dejó las puertas abiertas a una eventual candidatura, al expresar que se siente preocupado por el futuro de sus programas de gobierno, especialmente por la ofensiva que desde agosto de 2002, cuando tomó posesión del cargo, ordenó contra los grupos guerrilleros. «Cuando veo todo esto en la balanza, me crea lo que yo llamo la encrucijada del alma», señaló.
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