24 de enero 2012 - 00:00

Bedel muestra su “Elogio de la sombra” en Córdoba

En su nueva muestra, Jacques Bedel sigue fiel al eje principal de su arte (pintura, escultura, arquitectura o fotografía, como en este caso) que es el juego de luces y sombras.
En su nueva muestra, Jacques Bedel sigue fiel al eje principal de su arte (pintura, escultura, arquitectura o fotografía, como en este caso) que es el juego de luces y sombras.
Una vez más Jacques Bedel deleita con una gran muestra de fotografías con distintos efectos tridimensionales en las amplias salas de la galería Sasha D de la ciudad de Córdoba.

Desde sus comienzos, el artista estuvo investigando sobre la luz y su sombra, utilizando distintas técnicas pero siempre partiendo desde ese eje. Con el poema borgeano como punta de lanza, «Elogio en la Sombra», Bedel realiza una investigación sobre la luz aplicada a distintas superficies que van desde paisajes del campo argentino, hasta las rompientes olas del mar en nuestras costas. Luego realiza sobre estas fotografías digitales, los efectos de la luz y su consecuente juego de sombras generando en el espectador múltiples puntos de vista. Es así como una misma obra cambia radicalmente de acuerdo a la posición de donde se la mire.

La primera serie de Bedel con esta temática la vimos en ocasión a una muestra con Clorindo Testa, junto a Solsona y Federico Aja Espil en ocasión de la Bienal de Arquitectura del 2007. Luego en su gran retrospectiva del 2008 en el Museo Nacional de Bellas Artes en su muestra llamada «Aproximaciones» ante detallados expuestos sobre una melanina especial que le brinda un grosor a la obra y cubierta por un plástico transparente donde el artista despliega todo su trabajo y realiza todos estos efectos de luces y sombras. El resultado final son obras deslumbrantes con un carácter de avanzada y un cambio de paradigma constante ya que, el observador nunca ve el mismo plano, salvo que se pare en el exacto mismo lugar.

Hace mucho tiempo que la sombra es uno de los temas que más le apasiona a Bedel: «Veo a la sombra como un fenómeno extraordinario, algo inasible, pero del cual no podemos prescindir. Sin sombra, el mundo sería plano, da idea de tridimensionalidad. Define la ambigüedad de la luz y, al mismo tiempo, es indefinible. Es un tema recurrente en mi obra, bajo diferentes formatos y soportes».

Bedel comenzó generando proyecciones múltiples de sombras en color, pero su preocupación no consistía en crear cajas lumínicas con pantallas sino un objeto que reflejara sombras y que también valiese por sí mismo cuando cesaran las proyecciones. De estas búsquedas fue testimonio su primer exposición en la galería Pizarro, en 1967.

Becado por el Gobierno de Francia (Premio Braque), viajó a París, donde empezó a investigar con espejos planos y acrílicos para obtener imágenes superpuestas multiplicadas: fue, de algún modo, el mismo camino de las sombras anteriores, aunque prescindiendo de la corriente eléctrica. El espejo, al reflejar su entorno, capta y transmite el movimiento. Bedel, embarcado en el arte cinético, omitió en sus obras los motores.

Un hito en su producción fueron los Libros: objetos tridimensionales con paisajes, ruinas, restos, y una representación que no era familiar para el espectador. La oposición libro cerrado/libro abierto era además portadora de múltiples sentidos.

A diferencia del arqueólogo, Bedel no intentaba reconstruir: sólo documentaba y reseñaba. Copiaba o imaginaba vestigios. Rescataba en sus obras la grandiosidad del territorio que va desde la fría Patagonia a la Mesopotamia tropical y elaboraba ruinas, que luego incorporaba en sus libros. Los libros de Bedel contienen objetos tridimensionales: paisajes, ruinas, restos, y su significación deriva de la ausencia de un sentido familiar para el espectador. La oposición libro cerrado/libro abierto es también portadora de múltiples sentidos. El libro cerrado, como la caja de Pandora, oculta en su interior elementos desconocidos y desconcertantes. El libro abierto ya no es un libro: es un trozo icónico de realidad ecológica, un símil de algo preexistente, las más de las veces ignorado para quien lo observa.

Recombinó elementos naturales tomados de las diferentes zonas del país y los sometió al mismo proceso químico que sufrieron en el transcurso del tiempo, con la diferencia que él controlaba y experimentaba las distintas etapas. De este modo, reelaboró las fosilizaciones, los carbones e incrustaciones de aguas y minerales, integrándolas a representaciones regionales con tierras, óxidos y silicatos. Son las obras que expuso en el Museo de Tokio Stripped House.

Desde su creación en 1971, integró el Grupo CAYC, con Luis Benedit, Alfredo Portillo, Clorindo Testa y el autor de esta nota, participando además de la Bienal de Venecia y obtuvo el Gran Premio de la Bienal de San Pablo en 1977, y recorrido con ellos museos y galerías de todo el mundo, desde Riejavik a Nueva York, desde Berlín a Praga, desde Helsinki a Ljubljana. En sus obras no hay misticismo ni fin teológico, sino interés por la interminable empresa del ser humano por saber de sí y de su destino.

Según explica Florencia Baranger, curadora y esposa de Bedel, «el artista logra un resultado asombroso por medio de unprocedimiento sumamente simple: una impresión fotográfica realizada sobre un plástico transparente multilaminado, cuya imagen, al ser iluminada, ve su sombra proyectada en la pared y, así, crea un efecto de tridimensionalidad. Esta sombra, que dilucida misterios, añade a la obra una dimensión desconocida que nos permite descubrir detalles que parecieran estar ausentes de la impresión y, sin embargo, se manifiestan claramente al potenciarse la luz. Es posible que la utilización de la sombra haya sido uno de los primeros recursos empleados para reforzar la ilusión del espacio. Hasta aquí, pues, nada raro. En cambio, lo que sí resulta llamativo es el uso de los materiales y lo innovador de la técnica, lo cual ha sido una constante en la búsqueda artística de Bedel.

Observamos en Bedel un cambio de las distintas técnicas artisticas durante su prestigiosa trayectoria, pero siempre fiel a su eje principal que es el juego de luces y sombras. El artista sea tanto en la pintura, escultura o arquitectura parte desde esa premisa, valorando la creación de un espacio ideal y cómo se conjuga la luz dentro de su arte.

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