17 de enero 2019 - 00:02

La indefinición recrea la tensión en el límite de las dos Irlandas

¿Cómo evitar una aduana entre el Ulster británico y la república del sur, miembro de la UE? Ese es el dilema.

Símbolos. Banderas británicas, de la UE y de los países miembros del bloque, frente al Parlamento en Londres. La salida del Reino Unido de ese acuerdo ha desatado inesperadas pasiones identitarias.
Símbolos. Banderas británicas, de la UE y de los países miembros del bloque, frente al Parlamento en Londres. La salida del Reino Unido de ese acuerdo ha desatado inesperadas pasiones identitarias.

Dundalk (Irlanda) - “Solo Dios sabe qué pasará”, dice el irlandés Gavin McCann, mostrando la preocupación que reina en Dundalk, localidad cercana a Irlanda del Norte, tras el rechazo del acuerdo de “brexit” y la perspectiva de volver a tener una frontera conflictiva.

Situada en la costa noreste de la República del Irlanda, Dundalk es una pequeña ciudad de 35.000 habitantes conocida por su catedral, su dolmen y su castillo del siglo XIII. Fue también aquí donde nació el grupo de rock de influencias celtas The Corrs, una de las bandas irlandesas más conocidas de los últimos 30 años.

Dada la proximidad de la frontera con Irlanda del Norte, la economía local depende en gran medida del comercio con esa provincia británica, cuya fluidez se vería comprometida en caso de un “brexit” sin acuerdo.

En ese escenario, las relaciones económicas entre los dos países pasarían a regirse por las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que implicarían la reinstauración de controles aduaneros.

“Habrá una frontera física, eso es seguro”, dice, preocupada, una habitante de la región, Maria Cartwright, de 50 años.

“Eso afectará necesariamente a la economía local y al comercio transfronterizo norte-sur”, agrega Willie McKeever, otro residente. “No queremos tener una frontera dura. No queremos que haya puestos de control fronterizos”, agrega.

Volver a instalar una frontera con controles policiales entre Irlanda y el Ulster recodaría a los habitantes las horas sombrías del conflicto norirlandés entre republicanos, mayoritariamente católicos, y unionistas, principalmente protestantes.

Tras ensangrentar la región durante tres décadas, el conflicto terminó en 1998 con el Acuerdo de Paz de Viernes Santos gracias, entre otras cosas, a la supresión de los puestos de control militar en la frontera.

“Esta ciudad sufrió muchos con las bombas”, dice Jan Van Dessel, una anciana vecina de Dundalk, recordando a “la gente que murió”.

“Era una pesadilla total”, recuerda también Cartwright, lamentando que las localidades fronterizas irlandesas se vean ahora arrastradas por la tormenta política en Londres.

McKeever culpa de todo a los defensores del “brexit” y en particular al ultraconservador DUP, el partido unionista norirlandés que votó contra el acuerdo negociado por la primera ministra británica Theresa May para descartar el “backstop”, un controvertido mecanismo de último recurso destinado a evitar la reinstauración de una frontera irlandesa que otorga a Irlanda del Norte un estatus diferente al del resto del Reino Unido.

“Los unionistas no dejarán (a May) hacer lo que quiere, es así se simple”, afirma.

Ondrej Marecek, un residente de Dundalk originario de la República Checa, se indigna con el Parlamento británico. “Nos han dejado caer”, afirma.

Pero se interroga también sobre la posición europea en unas negociaciones que desembocaron en el rechazo del acuerdo por los diputados británicos: “Durante meses la Unión Europea intentó resolver el ‘brexit’, pero a fin de cuentas no han resuelto nada”.

Mientras sirve jarras de cerveza en The Vinegar Man, uno de los pubs de Dundalk, McCann suspira ante la incertidumbre sobre el futuro de la región.

Agencia AFP

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