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CHÁVEZ, 1995: “Hay que moderar el liberalismo”
El 29 de marzo de 1995, Hugo Chávez fue entrevistado en Buenos Aires por Ámbito Financiero. Llegaba a la capital argentina un militar cuyo dato biográfico más sobresaliente hasta entonces había sido el de intentar derrocar a Carlos Andrés Pérez, el histórico y desprestigiado líder socialdemócrata. El excoronel, futuro comandante, no se proclamaba de izquierda, mucho menos “marxista” ni “socialista”, como lo haría años después. La invitación a la Argentina al Chávez que estaba forjando su movimiento político corrió a cargo de un sello de la derecha carapintada. Sin embargo, ese dato no debe llevar a equívocos. Este diálogo mantenido hace 18 años entre el paracaidista de la política venezolana y Marcelo Falak (@marcelofalak), jefe de Internacionales de Ámbito Financiero, señala los puentes entre el militar nacionalista rebelde y el presidente que proclamó el socialismo del siglo XXI. Semillas de un discurso latinoamericanista, crítico (no enemigo) del capitalismo y esbozos de una retórica formidable.
Chávez llegó a la Argentina invitado por el Centro de Estudios Argentina en el Mundo (CEAM) -una entidad encabezada por el ex albatros Raúl de Sagastizábal, que apunta a los comicios de 1999, para recordar el 13er aniversario de la Guerra de Malvinas. Además, para reunirse con varios empresarios locales con intereses en Venezuela, sobre todo en el área petrolera. Lo que sigue es lo más saliente del diálogo que Chávez mantuvo con Ámbito Financiero.
Periodista: Usted ha sido acusado por el Gobierno de Rafael Caldera de mantener contactos con la guerrilla colombiana que ha llevado cruentos ataques en el lado venezolano de la frontera en el último tiempo. ¿Cuál es su respuesta?
Hugo Chávez: Es una acusación infame. Los servicios de inteligencia de Colombia y Venezuela me han señalado como el responsable de intentar reorganizar una internacional de las espadas, han dicho que entrené, suministré armas y planeé con la guerrilla colombiana los ataques que dejaron ocho militares venezolanos muertos y siete heridos. Prácticamente me acusan de ser un traidor a la patria. La verdad, sin embargo, es que se han dado cuenta de que ahora constituimos la mayor opción de poder para el próximo turno presidencial: eso ha hecho que intenten descalificarnos y eliminarnos del tablero político.
P.: ¿En qué consiste su proyecto político?
H.Ch.: Nuestro gran objetivo es 1998: allí libraremos la gran batalla electoral de fin de siglo. En lo político, el proyecto bolivariano apunta a un modelo de democracia representativa, diferente de la clásica u occidental que nos ha sido impuesta. Se trata de dar al pueblo un rol protagónico a través de los procedimientos de la democracia directa. Queremos unas Fuerzas Armadas al servicio del desarrollo y la democracia y la construcción de un vasto proceso de integración latinoamericana. En lo social, estamos por un modelo solidario, alejado del individualista hoy vigente. En lo económico, abogamos por un neoestructuralismo que se oponga al neoliberalismo actual, que ha llevado al desastre de México.
P.: Más concretamente, ¿cuál es su posición con respecto a las medidas de privatización y de apertura económica aplicadas en la Argentina y en la mayor parte de los países de la región?
H.Ch.: No quiero entremeterme en las decisiones soberanas de otros países, pero en general llamamos la atención sobre un proceso que parecía colocar a México como la locomotora de una región que se encaminaba al Primer Mundo, pero que llevó al desastre. Se ha visto que ese tren ha descarrilado. Hay que detenerse, replantearse las privatizaciones a ultranza y repotenciar nuestros países. En definitiva, hay que moderar el liberalismo.
P.: Honestamente estoy sorprendido: esperaba que se opusiera más tajantemente. Su discurso deja abierta la puerta a una serie de posibilidades intermedias, como asociaciones entre el Estado y capitales privados y extranjeros en diversas áreas. ¿Está dispuesto a aprobar este tipo de iniciativas en el propio campo petrolero?
H.Ch.: Sí. Ya en mi anterior visita a Buenos Aires me he reunido con representantes de empresas argentinas con intereses en Venezuela -como Techint, Pérez Companc, Astra y otras-. Creo que debemos considerar como nacionales los capitales privados de los países latinoamericanos. La clave es la integración de nuestras economías para poder elaborar las materias primas que aún hoy seguimos exportando en crudo al resto del mundo.
P.: Usted es un crítico del presidente Caldera, pero él justamente ha intentado moderar las políticas neoliberales de Carlos Andrés Pérez...
H.Ch.: Lo que pasa es que Caldera llegó al poder sin tener idea de la magnitud de la crisis venezolana y sin voluntad para poner orden y romper los monopolios y la hegemonía de los partidos políticos. Por ejemplo, él ha dicho que el año pasado el país sufrió la crisis fiscal más grande del mundo. Sí, eso es cierto, pero él la manejó con la ineptitud más grande del mundo. El masivo salvataje del Banco Central a los bancos se tradujo en fraude: generó una inmensa fuga de capitales.
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