12 de mayo 2009 - 00:00

Clandestino, Duhalde espera al acecho la caída de Kirchner

Eduardo Duhalde alienta a los suyos con una derrota de Kirchner y un regreso suyo como jefe del peronismo de Buenos Aires.
Eduardo Duhalde alienta a los suyos con una derrota de Kirchner y un regreso suyo como jefe del peronismo de Buenos Aires.
El Jefe del Día Después. Propósito pomposo, quizá anacrónico, el que se promete Eduardo Duhalde: más para un clandestino, que estará mudo e invisible en la campaña y apenas si filtró, con esfuerzo, algún amigo -o pariente- en las boletas del peronismo disidente.

El lomense tuvo un exótico protagonismo -muy distinto al de otros tiempos- en el cierre de listas: Francisco de Narváez, Felipe Solá y Mauricio Macri invocaron, por turnos, y según la conveniencia, su nombre como mancha venenosa para tumbar figuras de los demás.

Pero, en su exilio de tenis y ajedrez, Duhalde se regocija con una presunción:

-Si pierde el Loco, ¿quién va a ser jefe del peronismo? -levanta apuestas.

-Hay muchos que quieren.

-No hay ninguno. Felipe no sabe, Macri no quiere, el «Colorado» no puede.

Regreso

Advierte que un traspié electoral de Kirchner arrastraría a Daniel Scioli y que él volvería, como en días más felices, a ser el demiurgo del peronismo; la mano que mece la cuna detrás de un De Narváez en camino, irreversible, hacia la gobernación bonaerense.

A su lado afirman que salvo casos puntuales -se invoca como excepción, sin razón aparente, a Julio Pereyra de Florencio Varela-, el ex presidente sigue en diálogo con los caciques del conurbano. Y que, el día después, con un Kirchner perdidoso, será la puerta grande del regreso.

Desde ahí, promete y se autoconvence, iniciará una cruzada para recuperar el control del PJ bonaerense, ahora en manos de Alberto Balestrini. Memoriosos, a su lado remiten a 1985, cuando Herminio Iglesias perdió con Antonio Cafiero en la general y, tiempo después, «entregó el partido».

«Si Duhalde cree que Francisco va a ganar la elección y le va a ir a entregar la provincia, está perdido», apuñaló un dirigente del PJ disidente, la ilusión de una jefatura posvotación. «Pero nadie lo da por muerto: perdió con De la Rúa y un año y medio después era presidente», completó.

El ex presidente conoce las prevenciones de De Narváez, a quien sospechó por sus manejos y sobre quien descargó, con su tono desapasionado, las críticas más rudas en las últimas semanas. Lo acusa de atentar contra la sobrevivencia del frente anti-K con su maltrato a Solá.

La única coincidencia general es que Duhalde, Solá, De Narváez y Macri acordaron que el ex presidente se mantendrá lejos de la campaña y no aparecerá hasta el día después de la elección. Pragmático, el lomense terminó de entender que si no cumple, es funcional a los que quiere combatir.

Prefiere la invisibilidad desde la que, sin embargo -afirman a su lado- se ha encontrado con Hugo Moyano y cruzado, con frecuencia, contactos con tres gobernadores de la constelación K que, sin ser Juan Schiaretti, figuran en la grilla de los más esquivos.

Dejá tu comentario