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Código Bergoglio: ¿publicarán homilía inédita que dejó escrita?
El intríngulis que ahora adquiere relieve en la política internacional y también en la campaña electoral local se mantenía hasta anoche en el seno de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) bajo el más estricto silencio. Ni José María Arancedo, titular de la CEA, ni el administrador arquidiocesano de la Ciudad de Buenos Aires, Joaquín Sucunza, habían filtrado dato alguno. La única certeza es que ese documento quedó escrito y alguien lo tiene en su poder.
Bergoglio partió a Roma el 26 de febrero pasado, se fue solo, en remís y con una pequeña valija. Había planeado un viaje corto para participar del Cónclave que elegiría al sucesor de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI. Se encontraba en pleno proceso de organización de las ceremonias de Semana Santa en la Capital Federal. Una tarea que lo sigue preocupando hasta ahora, a pesar de haberse convertido en Francisco y estar a cargo de la Iglesia universal. El exarzobispo porteño sigue supervisando los preparativos y llama casi a diario a su búnker en la Catedral Metropolitana. Allí dejó escrita la misa crismal que tenía prevista pronunciar mañana a las 10 de la mañana.
Las parabólicas homilías de Bergoglio siempre funcionaron como advertencias para el poder. No sólo para el Gobierno de Cristina de Kirchner sino también para Mauricio Macri. Y congregaban a las principales figuras de la oposición. En el seno del Episcopado evalúan qué efecto podría tener dar a luz la última obra de Bergoglio como arzobispo en medio de una incipiente pero sórdida campaña electoral que ya registra una denuncia presentada por el apoderado del PJ, Jorge Landau, contra opositores que presuntamente realizan proselitismo precoz. Basta repasar algunos pasajes de la última Misa Crismal de Bergoglio el 5 de abril de 2012 para entender el juego de Francisco cuando ejercía como arzobispo porteño: "Nuestro pueblo fiel necesita que le prediquemos palabras ungidas, que le lleguen al corazón y se lo hagan arder como las palabras del Señor hicieron arder el corazón de los discípulos de Emaús, palabras ungidas que le defiendan el corazón para que no lo penetre tanta mala palabra, tanto chisme y chabacanería, tanta mentira y tanta palabra interesada. Estos modos de hablar, que hoy se escuchan por todos lados y todo el tiempo son los que atacan y muchas veces hacen perder la unción". Que la última e inédita homilía de Bergoglio salga a la luz en diferido será una decisión exclusiva de Francisco. La versión manuscrita debería ser transcripta e impresa para que la pronuncia monseñor Sucunza mañana a las 10. El paradero de ese texto no es el único misterio. Como reveló este diario, la semana pasada el Papa se comunicó por teléfono con el rector de la Catedral, Alejandro Russo, y le comunicó que donaría su anillo cardenalicio al Arzobispado. Quienes lo vieron partir aquel 26 de febrero rumbo a Ezeiza, aseguran que no llevaba puesta esa pieza en su dedo. Sólo lucía el anillo de obispo. La encomienda del Vaticano debería haber llegado por valija diplomática. Todavía nadie la recibió. Mientras tanto, el Sumo Pontífice se encargó de definir telefónicamente el organigrama de Semana Santa. Pero también avanza desde El Vaticano en la regularización de la Arquidiócesis que debió dejar imprevistamente a fines de febrero. En Roma, quedarán alejados del círculo de confianza de Francisco los italianos Angelo Sodano y Tarcisio Bertone. Se busca un nuevo secretario de Estado "que camine junto a los pobres" como le gusta repetir al Santo Padre. Quien sí se encargaría de los asuntos diarios del jefe espiritual de 1.200 millones de fieles puede ser Eduardo García. El actual obispo auxiliar de la Ciudad de Buenos Aires está cerca de convertirse en flamante secretario privado del Papa y se mudaría a San Pedro. En la plaza local subirán las acciones e influencia del otro obispo auxiliar, Eduardo Martín.
En cuanto al plan de reformas de Francisco para El Vaticano, una de las primeras medidas apuntará al Instituto para las Obras de Religión. Más conocido como Banco Vaticano, y sacudido por irregularidades financieros, el Sumo Pontífice podría aplicar una medida similar a la implementada en las cuentas del Arzobispado. Desprenderse de acciones, bonos y activos financieros para comenzar a operar solamente con bancos locales de la plaza italiana.
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