El ministro Sergio Massa se metió en la segunda vuelta. También lo hizo el economista Javier Milei, la novedad de las PASO, que, por la propia dinámica de la elección, esta vez pareció reconocer una especie de techo electoral. Si bien son muchos los interrogantes, vayamos con uno central: con la victoria del tigrense, ¿se aleja la idea de la dolarización? Respuesta: es probable.
Con la victoria de Massa se aleja la idea de una dolarización en la Argentina
Cómo se modificarían las expectativas y qué impacto puede tener en las principales variables.
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“Todos sabemos que la mejor forma de hacer crecer a nuestra patria es tener nuestra moneda fuerte y no depender de nadie. No queremos seguir siendo mendigos del mundo. No queremos seguir pidiendo prestado”, afirmó Massa oportunamente con respecto a la dolarización. “Es una expresión de dolarización cobarde, y lo que termina pasando es que los costos, los salarios, los impuestos y las tasas destruyen a los procesos industriales. Porque como vos no sos emisor de tu moneda no definís la tasa de interés, y siempre terminas estando por encima de la tasa de interés internacional”, señaló en otra oportunidad.
Tiempo de propuestas
La posibilidad de disputar el balotaje y hacerlo contra Milei propone a Massa un juego en espejo, donde a cada propuesta disruptiva de La Libertad Avanza, podría oponérsele otra, más ajustada y probable en su aplicación.
En esa línea, una hipótesis: el ministro viene de apostar por una recomposición en el poder adquisitivo de los ingresos a pesar del contexto inflacionario, a fuerza de medidas para mitigar el impacto en los bolsillos. Probablemente haya más medidas en esa línea en las próximas semanas.
Puede caracterizarse a cada uno. El ministro Massa, apuntalar salarios, liberar el aparato exportador, reconocer los tipos de cambio diferenciados -uno financiero y otro comercial-, bajar el gasto público por la vía progresiva a través de menores subsidios a determinados sectores y la necesidad de rediscutir el acuerdo con el FMI. Milei, resetear el sistema monetario, dolarizar, cambiar de régimen, recortar el gasto público, reforma del Estado, educación, desregulación de la cuenta capital, etc.
El dato importante es que la duda ya no es si la economía necesita o no un plan de estabilización, puesto que todos los candidatos tienen uno en carpeta, sino de qué forma encararlo. Dentro de ese esquema, de la certeza que se necesita un plan estabilizador que reordene las variables financieras, se enquista otra pregunta: ¿de qué forma hacerlo sin afectar a los que menos tienen?
Sirve pensar entonces en un detalle no menor: pareciera que la Argentina no tiene un gran problema macroeconómico, sino un problema de liquidez de corto plazo. Necesita dólares.
Variables como la producción, empleo, consumo, inversión han registrado en los últimos años un desempeño importante. La falta de dólares y la exorbitante política de endeudamiento en el pasado inmediato han tensionado la administración del gasto público, ha disparado la inflación a niveles inéditos. La mala praxis en la conducción del Banco Central fomentada por el cogobierno con el FMI ha hecho el resto. La pregunta es: ¿qué plan se necesita?
Aquí la variable tiempo es más importante. Porque podría pensarse que tanto el complejo agroexportador -en 2024 sin sequía- y las exportaciones de minerales críticos e hidrocarburos podrían devolverle un fuerte ingreso de divisas. Y que esa vital inyección de recursos podría servir para consolidar sectores económicos que le quiten presión a la restricción externa.
¿Vale la pena privatizar YPF para compensar parte de un gasto público corriente, cuando el verdadero problema es que la economía necesita ingreso de divisas y la expansión de la matriz económica vinculada al sector exportador? De nuevo: si de algo hay certeza, es que se necesita un plan de estabilización. Ese plan debe atender lo financiero, la moneda, construir credibilidad, liberar los factores productivos.
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