4 de marzo 2013 - 00:00

Con una astilla de su propio palo

Leandro Leguizamón va a abrazar a Matías Pérez García, pero el goleador lo rechaza, porque no quiere festejar los goles ante All Boys.
Leandro Leguizamón va a abrazar a Matías Pérez García, pero el goleador lo rechaza, porque no quiere festejar los goles ante All Boys.
Tigre le ganó a All Boys con dos tantos de Matías Pérez García, un hijo dilecto de los de Floresta, que tuvo una gran tarde, aunque debe haber tenido sensaciones encontradas, ya que no quiso festejar ninguno de los goles.

En un partido que se jugó sin público, por la batalla entre barras tigrenses que dejó un muerto, Tigre puso todos los titulares que tenía a mano (no jugaron Botta suspendido y Gastón Díaz lesionado) porque necesita sumar puntos para no sufrir en el futuro con los promedios y salió a atacar desde el primer minuto.

A los 7 minutos, Stefanutti le cometió penal a Pérez García y el enganche lo cambió por gol, pero la alegría duró apenas dos minutos, porque a los 9 minutos un remate de 30 metros del colombiano Montoya Muñoz se filtró por debajo del cuerpo de Damián Albil, que se tiró muy mal.

A partir de allí el partido fue parejo, aunque Tigre consiguió el segundo gol a los 29 minutos, otra vez con Pérez García y esta vez de cabeza, superando a Jonathan Ferrari, que le lleva 20 centímetros.

All Boys, en el segundo tiempo, manejó mucho más la pelota que Tigre y atacó con todas sus armas, pero chocó contra una defensa muy segura, en la que se destacó Lucas Orban y con su propia falta de puntería. Tigre quiso jugar de contraataque, con largos pelotazos, primero a Leguizamón y después a Janson, pero le faltó precisión. Por eso terminó sufriendo para sumar tres puntos, que se explican en la actuación personal de Pérez García. All Boys aprendió que no hay peor astilla que la del mismo palo.

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