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Crisis de los DNU ya se cobró la primera víctima
Las vacaciones, y con ellas el congelamiento de la oferta que la UCR había hecho al Gobierno, parecían haber llegado para diputados y senadores.
Carrió reaccionó ayer temprano al mensaje que su compañero en la campaña de 2009 había lanzado en la reunión de la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo del miércoles pasado. Allí Morales hizo más explícito el ofrecimiento de sentarse a discutir un tratamiento de los DNU garantizándole a Cristina de Kirchner que la cabeza de Martín Redrado rodaría de cualquier forma.
Las sospechas de Carrió de que un pacto de ese tipo pudiera avanzar parecían infundadas. Los kirchneristas en esa reunión se negaron, en medio de un claro temor que sólo parecieron disimular Agustín Rossi y Diana Conti, a ser transmisores a la residencia de Olivos de cualquier oferta radical.
Pero la jefa de la Coalición Cívica pagó igual el costo político de romper definitivamente con sus socios del radicalismo, en especial el jujeño Morales, principal acusado en este tema, ante la certeza de que aunque la UCR no avanzara más con el pacto, seguramente el Gobierno la llamaría en breve si la Justicia sigue complicándole la situación de los dos decretos que el oficialismo no puede descongelar.
De ahí la necesidad de blanquear su denuncia y aclarar que la Coalición Cívica en ningún momento aceptaría sentarse a una sesión donde estuviera acordada de antemano la derogación de los decretos con la garantía de una ley que los sustituyera.
De ahí la defensa que durante el día organizó la UCR: «Nosotros nunca lo defendimos a Redrado. No lo votamos, no lo queremos. Si por nosotros fuera, lo hubiéramos echado antes. Por lo tanto, no existe ningún ofrecimiento extraño a la posición que el partido tuvo hasta ahora», se explicaba ayer en el Comité Nacional del radicalismo, sentenciando: «Ahora todo quedó empantanado como está».
El conflicto entonces tuvo su primera víctima: la propia unidad de la oposición. Imposible que sea de otra forma cuando Carrió acusó a los radicales de lo peor que podría haber hecho: pactar con el Gobierno. De allí no se vuelve, pero a Carrió no parece importarle ese costo.
Fuera por la denuncia de Carrió o porque el Gobierno no se decide a reconocer que en algún momento deberá pasar por los recintos para convalidar esos polémicos decretos, la posibilidad de avanzar en un acuerdo UCR-Cristina de Kirchner quedó congelada. Gerardo Morales partió ayer de vacaciones, el mendocino Ernesto Sanz viajó a su natal San Rafael también para descansar y Miguel Pichetto anunció que hasta marzo no habrá sesiones. Con la amenaza de la chaqueña flotando en el ambiente, más la izquierda advirtiendo que no participará de sesiones para debatir decretos si antes no se informa sobre el origen y legalidad de la deuda, será difícil, entonces, que una nueva ronda de teléfonos encamine lo que ayer se rompió. Menos cuando, en estas condiciones, conseguir el quórum para sesionar y regularizar los decretos sólo podría lograrse apelando, en este caso más que en ninguno, a un acuerdo abierto y explícito entre el oficialismo y parte de la oposición.
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