1 de octubre 2013 - 00:00

Cupones bursátiles

Samuel Langhorne Clemens, conocido por el seudónimo de Mark Twain, fue un popular escritor, orador y humorista estadounidense cuya fama trascendió las fronteras de su país, pero lo que es poco conocida es su faceta de inversor aventurero y audaz, al que la suerte no acompañó.

Para su desgracia, atravesó una época difícil de los mercados, y las fortunas que le dispensaron "Tom Sawyer" y "Huckleberry Finn", dos de sus más conocidos libros, acabaron escapando por los bolsillos rotos de un espíritu demasiado optimista.

Pero nunca se rindió.

Consiguió un gran éxito como escritor y orador. Su ingenio y sátira recibieron alabanzas de críticos y colegas, y se hizo amigo de presidentes estadounidenses, artistas, industriales y realeza europea.

Carecía de visión financiera y, aunque ganó mucho dinero con sus escritos y conferencias, lo malgastó en varias empresas, y se vio obligado a declararse en bancarrota.

Desde su niñez fue atraído por la aventura; así fue como llegó a pilotear barcos por el Mississippi antes de cumplir los veinte años y a tener una breve participación en la Guerra de Secesión, en 1861. Luego, decidió que se ganaría la vida valiéndose de su talento para las letras y se consagró, pero años después la editorial quebró y encontró a Twain con una deuda de 94.000 dólares, que se comprometió a pagar hasta el último centavo (pese a que no tenía la obligación). Y, enseguida, invirtió gran parte de sus ingresos en el proyecto de la "componedora automática", que podría revolucionar el trabajo de imprenta.

La componedora fue un fracaso y Mark Twain se dedicó a dar conferencias alrededor del mundo, para sustentarse. Buenos billetes que, fiel a su idea, Twain dilapidó una y otra vez, en las azarosas corrientes bursátiles. Pero siguió invirtiendo -incluso, fue el primero en patentar su nombre para una serie de productos-, pese a admitir que "octubre es un mes peligroso para especular con acciones. Los otros meses son julio, enero, septiembre, abril, noviembre, mayo, marzo, junio, diciembre, agosto y febrero". Siguió en los mercados.

Hacia 1898, Twain consiguió saldar sus deudas y resolver sus problemas, con la ayuda del empresario y filántropo Henry Huttleston Rogers, y regresó a los Estados Unidos. El día que nació había pasado el cometa Halley, y predijo que cuando el cometa volviera se iría con él; esa vez acertó: fue el 21, un abril, de 1910.

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