Cupones bursátiles

En octubre el contrario de Fisher, Roger Babson, se adelantó y perspicazmente hizo notar que el mercado se sostenía en una alta meseta desde mucho tiempo atrás, una semana después -el crash-. Cuando el mercado comienza a alborotarse, Fisher no acepta aún que pudiera tratarse de un crash. Simplemente dijo que para él era "un cimbronazo producido por una franja de lunáticos que estaban especulando marginalmente".

El 23 de octubre, Fisher publica la "Public Speculative Manía" y en ella da la última de sus explicaciones del porqué de un largo mercado alcista. Tranquilamente refutó las expectativas de Babson, prediciendo que el Dow Jones saltaría de 60 a 80 puntos, excepcionalmente, esto iría acompañado con una caída del 5% al 12%, seguida de una recuperación.

No mucho tiempo después el Dow se desplomó cayendo un 48%. Cuando sus equivocaciones fueron obvias después del jueves negro, intentó suavizarlas con ciertos razonamientos igualmente engañosos.

Poco después del crash , pero antes de que el mercado se mantuviera balanceándose sobre un risco, para caer en picada en 1932, publica " The Stock Market Crash and After"( Después del crash del mercado), acumulando todos sus obviamente equivocados razonamientos

Sus ideas pintaban un bello panorama jamás visto por los inversores. Exclamaba que con rencor y despechados por el tremendo daño que sufrieron las acciones comunes, durante el pánico de 1929, los trust de inversores para salvarlas decidieron invertir en éstas antes que en ninguna otra inversión. Y termina el libro diciendo: "Para el futuro inmediato, por último, las perspectivas son brillantes".

Fisher no tomó conciencia de lo equivocado que estaba y ese futuro pronto se tornó negro, sobre todo para sus propias finanzas. Desafortunadamente para él, siguió sus propios consejos. Perdió para siempre la fortuna que había hecho, por invertir en un tipo de sistema basado en un índice. Invirtió su último millón en acciones de la Remington Rand después del crash.

Compró la acción a $ 58 presintiendo que haría un supernegocio y en realidad lo que hizo fue perder hasta la camiseta. En el derrumbe posterior la acción cayó a $ 1. Jamás se recuperó de este golpe financiero y vivió pidiendo prestado a su familia hasta sus últimos días.

En su lecho de muerte, Fisher teatralmente se comparó a sí mismo como un zapatero que fabrica zapatos finos para todo el mundo excepto para su propia familia que está descalza.