3 de mayo 2010 - 00:00

EE.UU. se recupera (como raíz cuadrada)

José Siaba Serrate
José Siaba Serrate
La recuperación se afianza en los EE.UU. Tras crecer el 5,6% en el último trimestre de 2009, la economía se expandió al 3,2% a comienzos de año. No es una reacción de chicotazo. La famosa recuperación en forma de V, la regla de Zarnowitz, no hizo acto de presencia. Pero tampoco hay pérdida de bríos ni, mucho menos, amagos de retroceso. La recesión definitivamente quedó atrás (aunque no haya todavía un anuncio oficial), y la velocidad de crucero de la recuperación se mantiene inalterable, más allá de lo que pareciera decir la merma en la tasa de crecimiento del producto bruto (o el hecho de que el consenso esperara una cifra levemente superior).

La contribución de los inventarios explica la diferencia por entero. A grandes rasgos, aportaron cuatro puntos del PBI en el cuarto trimestre -cuando las existencias dejaron de desmoronarse a plomo, pero todavía caían- y sumaron sólo un punto y medio en los tres primeros meses del año, pese a que ahora se acrecientan. En efecto, las empresas acumulan inventarios por primera vez desde que comenzó la recesión, pero aún resultan magros y, por ende, vaticinan requerimientos mayores en el horizonte inmediato. Sin embargo, los bríos de la demanda final -lo que de veras define la historia- son los mismos, invariablemente, los tres últimos trimestres. No está de más repasar los sucesivos registros de su tasa de crecimiento: 1,5%, 1,7%, 1,6%. Confirman, pues, la hipótesis alternativa de una recuperación con grafía de raíz cuadrada. Su repetición insistente dibuja el brazo horizontal de la figura y todo sugiere que, en los próximos meses, ese trazo plano podrá extenderse aún más.

La velocidad subyacente de la recuperación no se acelera, pero lo que sí se advierte es una distinta composición, una mudanza en las fuerzas que movilizan el impulso. De manera sutil, pero persistente, la economía comienza a pivotear, otra vez, en torno a la absorción interna. La resurrección del consumo (+3,6% en el primer trimestre) explica el giro, pero no lo agota; también la inversión en software y equipamiento (+13,4%) juega un papel importante. No es que las exportaciones se hayan replegado -treparon el 5,8%, más de tres veces de lo que creció el gasto final-, sólo que las importaciones aumentan con mayor prisa (+8,9%). Cuando la economía estaba de rodillas, la demanda externa neta era el único baluarte -junto con el gasto público- capaz de oponer resistencia. En pleno aguacero, las exportaciones netas crecieron en 2007, 2008 y 2009 (a un ritmo anual entre dos y tres veces más vigoroso que el propio gasto público). En la medida en que se estabiliza y repunta el consumo, y ciertos renglones de la inversión, se produce un cambio de posta. De nuevo, lo que tira del carro es el gasto de los propios estadounidenses. Y, siendo más preciso, el gasto privado.

El gasto público consolidado cayó en los últimos dos trimestres y restó en vez de sumar a la recuperación. Desde ya, a nivel del Gobierno central, se mantiene, pero lo que arrecia es la poda de las erogaciones de estados y municipios (en fuerte contracción los últimos tres trimestres). Apremiadas por la estrechez de sus finanzas, las autoridades subnacionales recortaron las expensas a su cargo, los tres primeros meses de 2010, por el equivalente a medio punto del PBI (el 80% del ajuste recayó en la inversión). En ese marco, que el sector privado dé señales de vida es muy importante para sostener la dinámica de recomposición. La incidencia de los programas fiscales de estímulo declinará en la segunda mitad del año y más aún en 2011. Y después de las peripecias de Grecia y de las deudas soberanas del sur de Europa, no cabe esperar ninguna voluntad de recargar la munición. Así, el consumidor deberá ponerse la economía al hombro y se sabe, por la reducción del endeudamiento de las familias y el famélico incremento del ingreso personal disponible (nulo en el trimestre), que no se pueden exigir proezas. Bajo esta perspectiva, lo que acontezca en el mercado de trabajo será crucial. La economía ya no destruye empleos, tras haberlo hecho con saña. Del vigor de la creación que se insinúa -que puede ser intenso, porque el cuchillo del ajuste cortó hasta el hueso- dependerá la fortaleza del proceso en ciernes. Este viernes, el informe laboral de abril permitirá tomarle el pulso. La economía añadió 162 mil empleos netos en marzo (y lo mismo en todo el primer trimestre) luego de haber arrasado 8.363.000 desde fines de 2007. Se espera que abril sume otros 185/200 mil.

La Fed, en su cónclave de martes y miércoles, ponderó la realidad de una economía en franca mejoría. Pero ratificó también la ausencia de motivos para alterar el curso de la política monetaria. Las tasas de interés podrán permanecer en un ínfimo escalón «por un tiempo extendido». Nada de lo que aportó de novedoso el informe de cuentas nacionales, el viernes, obliga a revisar la posición. En el comunicado oficial de la Fed no hay mención a Grecia, pero esa omisión es el argumento más rotundo que avala la terquedad del Banco Central en garantizar a viva voz la mansedumbre de todo lo monetario bajo su órbita. Pese al disenso reiterado de Thomas Hoenig, el titular de la Reserva de Kansas City, quien por tercera vez demanda un trato menos generoso, la Fed preferirá no hacer olas y, a decir verdad, con una inflación dominada bajo el brazo, y cuando no ha cesado la destrucción del crédito, tampoco tiene ninguna necesidad. La medida favorita de inflación de la Fed -la versión núcleo del deflactor de consumo- se derrumbó al 0,6% (crecía al 2,4% en 2007 y en 2008). El crédito bancario volvió a recortarse en el primer trimestre: -6,6%. Con la elección de mitad de período en noviembre, cabe pensar que los tiempos para un retoque de tasas se correrán -con relativa facilidad- hasta 2011.

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