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El censo le augura más sinsabores al Gobierno de Obama
La primera entrega de datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, que elabora el recuento demográfico cada diez años, reveló ayer que la población aumentó un 9,7% desde 2000, cuando vivían en el país 281,4 millones de personas.
La cifra revela el ritmo de crecimiento más lento desde los años 40, cuyo censo reflejó las dificultades de la Gran Depresión, y contrasta con el 13,2% de aumento entre 1990 y 2000.
Igual que en esa década, el estado que más ha crecido en estos diez años es Nevada, donde vive un 35,1% más de personas, y el que concentra más población es California, con 37,2 millones de habitantes, un 10% más que hace una década.
El aumento en esa región del país, que se completa con los grandes avances de Arizona (un 24,6% más), Utah (23,8%) y Texas (20,6%), se reflejará finalmente en la composición de la Cámara de Representantes, cuyos 435 escaños se redistribuyen después de cada censo para reflejar los cambios demográficos.
Los grandes ganadores de esa operación serán dos estados tradicionalmente republicanos, Texas y Florida, que contarán, respectivamente, con cuatro y dos escaños más en una Cámara baja que a partir de enero pasa al control de la oposición republicana.
También ganarán un asiento Nevada, Arizona, Utah, Washington (estado), Georgia y Carolina del Sur, y otros ocho estados perderán uno: Luisiana, Iowa, Misuri, Illinois, Michigan, Pensilvania, Nueva Jersey y Massachusetts.
Los más perjudicados, con dos escaños menos, serán Ohio y Nueva York, un feudo demócrata que ha resultado dañado en los últimos censos pese a su alta densidad de población, con 19,4 millones de habitantes.
Los 32 estados restantes no variarán su representación, incluida California, que por primera vez en la historia del censo no gana un asiento después de un recuento de población.
El impacto político del censo puede llegar hasta la carrera por la Casa Blanca, puesto que sus resultados afectan también al número de votos en los colegios electorales, lo que aumenta la relevancia de los estados más poblados.
Ese proceso puede ensombrecer las perspectivas de los correligionarios del presidente Barack Obama, que en 2008 perdió en Texas y ganó en casi todos los estados que van a ver reducida su representación, incluso en Ohio.
Las consecuencias también serán económicas, ya que el Gobierno Federal distribuye cada año 400.000 millones de dólares a los estados en función de sus datos de población, según explicó en una conferencia de prensa el director de la Oficina del censo, Robert M. Groves.
Según Groves, «alrededor del 60% de los cambios en la población se deben a aumentos naturales», y el 40% restante responde a flujos migratorios. El formulario del censo, que según la Oficina se completó en el 74% de los hogares del país, no preguntaba a los encuestados por su ciudadanía, con el ánimo de incluir también a los indocumentados. Eso aumentaría la representación en el censo de los hispanos, la mayor minoría del país y que reside principalmente en el sur y el oeste, a falta de que se publique, en marzo próximo, una segunda entrega de los resultados que desgranará la población de cada estado por género y etnia.
El censo, ideado por Thomas Jefferson en 1790 y cuya estructura actual data de 1940, ha reflejado una tendencia al estancamiento en la población estadounidense en las últimas décadas, que crece a ritmo lento y tiende a permanecer en su estado.
Entre los territorios que forman parte del censo de EE.UU. y que han sido contabilizados en esta nueva edición, sólo Puerto Rico, que es un Estado Libre Asociado, y Michigan han perdido población. La isla caribeña tiene un 2,2% menos, y Michigan, un 0,6%.
Agencia EFE
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