El diálogo con unos 500 periodistas organizado para tratar urgentes anuncios económicos, obligará a Hollande a dar explicaciones sobre su vida privada en momentos en que atraviesa una seria crisis de popularidad.
Cuando se preparaba para explicar su nueva política económica "social-liberal", el mandatario socialista se encuentra empantanado en un culebrón que incomoda a sus partidarios y permite a la oposición denunciar un descrédito de la función presidencial.
Su pareja desde hace cuatro años, la periodista Valérie Trierweiler, está internada desde el viernes -luego de la publicación del romance entre el presidente y Gayet en la portada del semanario Closer- y así seguirá hasta nuevo aviso, informó ayer la radio France Info, poniendo fin a los rumores de que iba a dejar el hospital en la jornada. "Tras al shock que sufrió, debe recuperar fuerzas", dijo una fuente anónima del palacio de Elíseo.
Otra fuente cercana a la primera dama francesa aseguró que "está lista para perdonar". "No quiere cerrar la puerta sobre una ola emotiva", pero al mismo tiempo "quiere saber muy rápidamente cuáles son las intenciones" de Hollande, comentaron a la prensa.
En el culebrón todos tienen voz. El cineasta argentino Santiago Amigorena -primo del actor Mike Amigorena- salió en defensa de su exesposa. "Julie está muy tranquila y segura de sí misma", declaró a la radio Europe 1.
La revelación de la relación, no desmentida, también abrió una trama a un escándalo por supuestos vínculos con la mafia. El departamento de los fugaces encuentros entre Gayet y Hollande está relacionado de forma indirecta con la banda mafiosa de Córcega, Brisa de Mar. Su inquilina, la actriz Emmanuelle Hauck, se lo prestó a su amiga, la presunta amante del mandatario, para los encuentros. La dueña es viuda de un miembro del grupo criminal.
Otro dato inquietante del que se hizo eco la prensa fue el pobre esquema de seguridad de Hollande, puesto que los fotógrafos que tomaron las comprometedoras imágenes del presidente alquilaron un departamento enfrente para poder trabajar. Nadie lo sabía. Además, el socialista iba al lugar acompañado sólo por dos agentes y sin el conocimiento de la jefa de su dispositivo especial de protección (GSPR), Sophie Hatt.
Así, el jefe de Estado no podrá evitar que se le hagan preguntas al respecto, aunque su equipo señala que los franceses no otorgan importancia a esta historia.
Un sondeo indicó el domingo que para el 77% de los encuestados el asunto compete estrictamente a la vida privada. Con todo, las nuevas revelaciones, posteriores al estudio podrían deparar sorpresas aún más desagradables, afirmaban ayer analistas.
Las reacciones políticas se suceden con ritmo de vértigo. Pierre Lellouche, exministro del Gobierno conservador de Nicolas Sarkozy, afirmó ayer que "cuando el país va mal, que nuestro presidente pase su tiempo haciendo eso es percibido como una prueba suplementaria de que Francia está decididamente más dotada para los chistes picantes que para las reformas económicas". En cambio, otro dirigente de la derecha, el exprimer ministro Alain Juppé, consideró "odioso" que la prensa se inmiscuya en la vida privada.
La figura de la primera dama en Francia no está regulada por ley, pero goza de ciertos privilegios, como un despacho en el palacio del Elíseo y personal a su servicio.
Por ello, la primera persona consciente de que la situación requiere una aclaración es la propia Trierweiler, que desempeña ese rol pese a no estar casada con Hollande. Así lo dijo el periodista Fréderic Gerschel, de Le Parisien, el único que habló con ella desde su hospitalización. "Sabe que se plantea un problema político, de que no puede seguir teniendo una oficina y utilizar fondos estatales", dijo.
Agencias AFP, DPA, EFE y ANSA, y Ámbito Financiero |
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