Joaquín Cambre ya lleva centenares de videoclips para Calle 13, Cumbia Ninja, Romeo Santos, Tini Stoessel, Miranda, Ceratti, entre otros, y publicidades, desde el Hipódromo de Palermo hasta leche en polvo para niños. Ahora debuta en el largometraje, sobre guión a cuatro manos escrito con Laura Farhi, libretista de "Vidas robadas", "Soy Luna", y otras novelas conocidas. Juntos, entonces, se reparten los méritos y algunas culpas.
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Entre los primeros está la idea de hacer una película para preadolescentes, con estética atractiva, espíritu naif, de ágil comienzo, y un joven de 14, frágil, pavote, traumado, típico anteojito víctima de madre cargosa, exámenes en puerta, psiquiatra medicamentoso, cretinos burlones y otros males, hasta que una noche el telescopio, que es su hobby, le descubre una supernova un poquito mayor que él, linda, viva y bien predispuesta. Es decir, el sueño de cualquier pibe. Salvo éste, que vive en la luna y encima cree que realmente puede ir a la luna.
Entre los defectos, está el incierto cambio de tono cuando la historia hasta entonces medianamente risueña se pone algo extraña, y la fantasía amable se codea con el caso clínico. Faltó, quizás, un pulido final, para no recargar el conjunto. Protagonistas seráficos, Angelo Mutti Spinetta y Angela Torres. Dirección de arte, Alejandra Isler.
"Un viaje a la luna" (íd. Argentina, 2017). Dir.: J. Cambre. Int.: A. Mutti Spinetta, A. Torres, L. Bredice, G. Palacios, L. Tedesco, L. Machin.
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