14 de agosto 2009 - 00:00

Gruyère: un destino histórico y gourmet

La calle central del pueblo medieval de Gruyère, entre Lausana y Berna.
La calle central del pueblo medieval de Gruyère, entre Lausana y Berna.
A una hora de la ciudad de Ginebra está el pequeño pueblo medieval de Gruyère, el que ha dado su nombre a uno de los más famosos quesos suizos. Según la leyenda, la palabra «gruyère» viene de «Gruerius», que era el capitán de la sexta Legión de los vándalos, que eligió establecerse en ese lugar.

Investigaciones más minuciosas hacen pensar que el término viene de la palabra romana «grand-gruyer», que era el título del guardia forestal que se ocupaba de castigar los delitos contra las aguas y los bosques.

En cualquier caso, la auténtica historia del condado de Gruyère se remonta al siglo XI, hacia ese 1080 cuando Guillermo I, el primer conde de Gruyère, partió a las Cruzadas. El último, Michel vivió entre 1539 y 1554, y a partir de ahí las ciudades de Friburgo y Berna se repartieron el condado.

Los opulentos pastos que cubren los campos de esta región de los pre Alpes, han sido utilizados desde la Edad Media por sus habitantes para alimentar sus rebaños de vacas, y los siervos pagaban después sus impuestos a los condes con quesos.

Gruyère es la representación perfecta del más típico paisaje suizo. Praderas verdísimas, montañas, casas de madera y un castillo medieval cuidadosamente restaurado conforman uno de los lugares más pintorescos del país.

Actualmente, Gruyère atrae a miles de turistas hasta el punto de ser el segundo lugar más visitado de toda Suiza. El paisaje de Gruyère es muy montañoso, con profundos valles y aldeas aisladas con sus típicas casas de madera. A esta región se accede como a un castillo, es decir por una sola puerta, vigilada, en la hermosa ciudad de Bulle y luego se descubre un paisaje armonioso con picos escarpados, praderas verdes, arroyos y bosques.

Toda la localidad no es más que una calle que desemboca en una amplia plaza y que continúa después hasta alcanzar el castillo, visitado cada año por unas 200.000 personas.

Los viajeros deben hacer a pie la subida hasta el pueblo ya que la entrada de coches está prohibida. No se hace esto en vano, el territorio debe estar ecológicamente protegido dado que es la cuna del queso gruyère, un producto de fama mundial con denominación de origen.

El verdadero queso

El verdadero queso gruyère no tiene agujeros, o bien los tiene muy pequeños. En realidad, el queso agujereado es el emmenthal. Pero éstas no son las únicas paradojas de Gruyère, ciudad ideal no sólo para los amantes de la historia y los castillos, sino también para los de la buena mesa.

Hay una serie de restoranes donde degustar las más típicas especialidades suizas a base de queso: la fondue y la raclette.

El rey

En la gastronomía suiza, el queso es el elemento central, una tradición que tiene que ver con las calorías que aportaba a los habitantes de las zonas montañosas, especialmente en las épocas de gran frío. Y de ellos, el gruyère es el rey, y se sigue elaborando de manera artesanal en esta localidad. Antes de subir la montaña donde se alza el pueblo, el visitante puede familiarizarse con todo lo relacionado con este producto en la fábrica-bodega-museo del gruyère.

Allí se pueden obtener todo tipo de explicaciones sobre la fabricación de este producto estrella de Suiza, qué tipos de este queso pueden consumirse sólo a partir del quinto o sexto mes de maduración, cuáles después del año o año y medio de su elaboración, y qué gama de quesos gruyère «antiguos» pueden comerse después de tres años.



para tener en cuenta



Hotel Cailler (3 estrellas), Charmey 1637, Bulle, desde 180 euros por persona por noche.

Hotel Le Rallye (2 estrellas), Route de Riaz 16, Bulle, desde 100 euros por noche.

Informes: La Gruyère Tourisme. Tel. +41 (0)848 424 424; [email protected] y www.la-gruyere.ch

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