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Indígenas acusan a las FARC por masacre
«Nos tocó salir corriendo, yo estaba trabajando y tuve que dejarlo todo porque estaban matando a todo el mundo, mujeres, hombres y niños», dijo en un entrecortado español desde uno de los albergues habilitados en Samaniego, el poblado más cercano a los sitios de las matanzas que comenzaron el 4 de febrero.
Vestidos con simples remeras, jeans y botas de goma, unos 150 Awá llegaron para refugiarse en Samaniego, otros 250 en el poblado de Buenavista y 32 más en Ricaurte, según Fabio Naranjo, secretario de Gobierno de Nariño, el departamento (provincia) fronterizo con Ecuador.
«No teníamos qué comer, sobrevivimos con chiro», un pequeño plátano que crece en la zona, señala Saí mientras acomoda a sus hijos de doce, nueve y siete años en un pequeño salón habilitado para recibirlos.
Hasta el momento, las tropas del Ejército enviadas para recorrer unas 26.000 hectáreas que conforman el resguardo no habían encontrado los cadáveres. Pero los pobladores siguen insistiendo en que, en una primera masacre, la guerrilla mató a golpes y cuchilladas a 17 indígenas a comienzos de febrero y esta semana denunció que otros diez Awá que huían por la selva fueron ajusticiados por los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
La Organización Nacional Indígena (ONIC), que agrupa a unas 80 etnias y representa a más de un millón de aborígenes colombianos, exigió a las FARC detener las acciones en su contra, que incluyen -según sus cifras- el reclutamiento forzado de 400 niños y amenazas contra comunidades en las que viven 140.000 nativos.
Igualmente, la ONIC llamó a Alfonso Cano, líder del grupo rebelde, para que explique los motivos de este ataque y de la orden a sus hombres de suspenderlo.
«El problema de violencia que tenemos en Nariño proviene del crecimiento de los cultivos de coca, que crearon extrañas alianzas», dijo Antonio Navarro, gobernador de Nariño.
«Pero nada justifica que estén atacando a la población civil», puntualizó Navarro, elegido en 2007 gobernador de Nariño a nombre del Polo Democrático (izquierda) y quien en los años ochenta lideró la guerrilla nacionalista del M-19 (Movimiento 19 de Abril).
Según estimaciones de las autoridades regionales, existen unas 20.000 hectáreas sembradas con coca, pese a la fumigación y erradicación de cultivos ilegales implementada por Bogotá en cumplimiento del Plan Colombia, financiado por Estados Unidos.
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