28 de septiembre 2016 - 00:00

La Corte Internacional equiparó la destrucción de monumentos con crímenes de guerra

Le dictó nueve años de prisión a Ahmad al Mahdi por el ataque a una antigua mezquita de Tombuctú. Se trata de un precedente valioso.

arrepentido. Ahmad Al Mahdi, el yihadista que destruyó una mezquita en Mali, colaboró con la CPI, lo que le permitió obtener una pena más leve.
arrepentido. Ahmad Al Mahdi, el yihadista que destruyó una mezquita en Mali, colaboró con la CPI, lo que le permitió obtener una pena más leve.
 La Haya - Tombuctú, verano boreal de 2012: un hombre vestido con capa y turbante blanco, con un fusil Kaláshnikov al hombro y un hacha en la mano, arremete contra una puerta de madera. La puerta da acceso a una mezquita centenaria y, según la tradición, no debería abrirse hasta el fin de los tiempos. Ahora, en el lugar sólo quedan barro, escombros y piedras.

Cuatro años después, ese mismo hombre compareció ayer enfundado en un traje gris claro y camisa blanca ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya. Llevaba una melena oscura y rizada, peinada hacia atrás, y dirigió su mirada tenso hacia los tres magistrados. "El tribunal lo condena a nueve años de prisión", dijo entonces el juez que lo preside, el filipino Raul Paganlangan.

La CPI dictó así una sentencia histórica: por primera vez se condenó a un yihadista por destrozar el patrimonio cultural, reconociendo que la violencia contra este tipo de bienes es también un crimen de guerra.

En aquella ocasión, yihadistas aliados a Al Qaeda irrumpieron en Tombuctú, en el norte de Mali. Establecieron la sharía, prohibieron la música y acabaron con la herencia cultural de la ciudad, testigo de la época dorada que durante los siglos XV y XVI la convirtió en importante centro comercial y religioso.

Ahmad al Faqi al Mahdi dirigía en 2012 la policía moral de los yihadistas. El exfuncionario, de unos 40 años, lideró los ataques contra el patrimonio, justificándolos con fines religiosos en nombre del "verdadero islam". "Debemos combatir las supersticiones y aniquilar todo lo que no pertenezca a este paisaje", dijo entonces.

En total, nueve mausoleos y una mezquita quedaron reducidos a escombros a manos de los islamistas. Las imágenes de los monumentos destrozados dieron la vuelta al mundo, desatando una oleada internacional de indignación. Una indignación que, hasta ahora, no había tenido consecuencias, como sucedió el año pasado con la destrucción de la antigua ciudad siria de Palmira por parte de la milicia Estado Islámico (EI) o en 2001, cuando los talibanes destruyeron las antiquísimas estatuas gigantes de buda en Afganistán.

La fiscal jefe del tribunal, Fatou Bensouda, quería sentar precedente con el proceso de Mali, aunque al final la condena fue relativamente suave. Y es que el acusado fue recompensado por su "confesión integral", su colaboración con la acusación y "el comportamiento ejemplar que mantuvo durante su prisión preventiva".

Además, los jueces también valoraron su arrepentimiento como "muy sincero".

Al Mahdi manifestó su intención de hacer "penitencia" en la cárcel y pidió perdón al pueblo de Tumbuctú. Allí, los mausoleos vuelven a estar en pie, levantados gracias a la Unesco con ayuda financiera entre otros de la Unión Europea (UE).

Agencia DPA

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