14 de agosto 2023 - 00:00

La Justicia electoral cargó la culpa sobre CABA por la floja performance del voto electrónico

Servini y la Cámara, unidos para sacudir improvisación de tribunal porteño que no pasó test para la organización de comicios. Cruces varios durante la jornada. Pese a escaso margen de diferencia, no se anticipó judicialización del resultado. Pelea política de cara a repetir experiencia fallida en octubre.

María Servini
María Servini

En la jornada de ayer, ocurrió algo bastante previsible cuando variables concatenadas producen un efecto dominó. La protagonista de las elecciones concurrentes y la metodología mixta de votación en la Ciudad de Buenos Aires fue la demora producto de una combinación entre la lógica tardanza adicional al doble circuito que debían cumplir los votantes, que fue precedida por un cúmulo notable de falencias registradas con las máquinas de votación de la Boleta Única Electrónica (BUE). Esas irregularidades quedaron plasmadas a media mañana cuando la jueza nacional con competencia electoral María Servini elevó una explosiva nota detallando los motivos por los que las máquinas presentaron problemas en su instalación, prueba y puesta en funcionamiento. De fondo, cargaba las tintas sobre la organización, responsabilizando exclusivamente a las autoridades porteñas por lo que -con el correr de las horas- se transformó en un desaguisado electoral con evidente correlato político. El blanco terminó siendo Horacio Rodríguez Larreta cuya decisión de realizar ambas elecciones de forma concurrente terminó siendo apuntada como una herramienta más de la interna.

La Cámara Nacional Electoral (CNE) aguardó hasta media tarde para elaborar una respuesta igual de dura y con idéntico destinatario, en respaldo a Servini. Los jueces le apuntaron al Instituto de Gestión Electoral y al flamante tribunal electoral de CABA (que presidente Roberto Requejo) y afirmaron que el “mal funcionamiento de las máquinas de votación de la elección local no debe interrumpir la votación en la elección nacional”. En otras palabras, apuntalaba la idea de que se debía asegurar el derecho de voto de los ciudadanos con la boleta papel más allá del lastre que implicaba sobrellevar las complicaciones tecnológicas.

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“Una de las condiciones indispensables para la incorporación de tecnología en el sufragio, requiere el diseño y ejecución de un exhaustivo e integral plan de auditorías (incluyendo componentes de hardware, software, código fuente, infraestructura de redes, entre otros), con intervención de la totalidad de los sujetos calificados -de orden técnico y funcional- en cada etapa”, indicó. “Esas condiciones no se han sido cumplidas por las autoridades electorales de la Ciudad al implementar el sistema en cuestión tal como fue oportunamente advertido por la Cámara el pasado 27 de julio al dejar expresa constancia de las falencias que presentaba en este sentido la instrumentación del voto con boleta única electrónica”, fustigó, recordando unas objeciones que quedaron arrumbadas en su momento, sin mayor trascendencia que del papel. La CNE presidida por Alberto Dalla Vía no acudió a eufemismos y manifestó directa “preocupación” porque “dificultó la participación de los votantes” también -subrayó- para cargos nacionales, siendo “ajenos a las deficiencias de dicho sistema electrónico nacional”. Fue la palada final de tierra que, desde el punto de vista institucional le sumaron a la experiencia fallida. Pese a la paridad de la interna que presentó Juntos por el Cambio para la jefatura de Gobierno, Lousteau evitó el pataleo que implicaría ir a un escrutinio definitivo u objetar judicialmente el resultado tan estrecho. Así y todo, octubre es un interrogante.

PROBLEMAS VARIOS CON LAS MÁQUINAS EN 250 MESAS

Servini elevó la voz con 250 máquinas en malas condiciones. Las irregularidades se acumulaban desde la noche anterior con un arribo tardío. En otros, dijo la jueza, nunca llegaron o están “ubicadas de manera incorrecta”. Las hubo sin conectar ni sin probar. Hubo ausencia de kits de instalación. “Algunas directamente no funcionaban. El cableado tendido por la empresa fue puesto sin fijar al suelo”, apuntó la magistrada sobre un 30% de las máquinas al inicio de la jornada. Los delegados de la Justicia electoral permanecieron hasta la madrugada esperando en los locales a los técnicos de MSA pero la firma dijo que los enviaría recién a las 6 a. m. a revisar, “lo que resulta inadmisible”, reseñó Servini. Advirtió que podría ser sin la supervisión judicial si eso ocurría, con libre acceso al material de votación nacional. Era un escándalo.

“Resulta preocupante el grado de improvisación con el que se han manejado tanto la empresa contratada para la provisión e instalación de las máquinas de votación como el propio Instituto de Gestión Electoral de la Ciudad de Buenos Aires, evidenciando una impericia nunca antes vista en la organización y ejecución de un proceso electoral, en entidades que parecen más preocupadas por analizar lo que demora cada elector en votar, pretendiendo inventar mecanismos para que pueda haber dos electores votando a la vez en cada mesa, en lugar de gestionar eficientemente los recursos para que los electores puedan votar”, fue el párrafo más duro. En la realidad, en muchas mesas ocurrió eso mismo. Dos votantes deambulaban entre el biombo tradicional y la máquina BUE a la vez para mitigar las largas colas. Eso trajo aparejado otro problema: denuncias de que así se vulneraba la privacidad de la máquina al generarse ese embotellamiento en las mesas de votación.

El Gobierno porteño vía Federico Fahey Duarte del Instituto de Gestión relativizó los señalamientos y dijo que “menos del 2% de los equipos falló”. Lo cierto es que a las 23.00 el partido estaba cerrado con el escrutinio completado. Los candidatos se habían convencido del resultado.

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