11 de octubre 2013 - 00:00

LA PRENSA DEL CARPETAZO

Cada cierto tiempo, sobre todo con el auge de la rivalidad política, el denuncismo vuelve a transformarse en un arma esencial del periodismo. Desde las trincheras enfrentadas se disparan con tapas o instant books de duración efímera. La paradoja es que, dado el abuso del recurso, los poderes del Estado, la política o las corporaciones económicas asimilan los carpetazos y la sociedad se anestesia.

LA PRENSA DEL CARPETAZO
Trama secreta; documento exclusivo; arrepentido; cámara oculta, pinchadura. Las fórmulas se repiten como salmos y se erigen como infladores de un desconcierto que parece extendido. Así, son muchos los lectores y no pocos los periodistas que confunden el llamado "periodismo de investigación" con otro que reaparece por temporadas, máxime en épocas en las que la rivalidad política alcanza alto voltaje: la prensa del "carpetazo".

¿Cuáles son las condiciones para que esto suceda? ¿Tienen hoy los medios espacio para realizar investigaciones en profundidad? ¿Tendrían los lectores interés en informarse sobre esos temas? ¿Condicionan la escasez de recursos y de tiempo y la flexibilización a la que se ven muchas veces sometidos los periodistas? ¿Cuáles son las particularidades de la investigación periodística durante el kirchnerismo?

Para el periodista y docente Sebastián Di Doménica, autor del reciente libro "Periodistas que preguntan por qué. Relatos y entrevistas sobre periodismo de investigación", éste debe partir de tres cuestiones básicas: "La primera de ellas es que el periodista debe ser protagonista de esa investigación; es decir, que la debe elaborar y generar él mismo, debe ser un trabajo propio". En este sentido, según Di Doménica, "aquel periodista que se basa en un carpetazo, que se basa en una única información, es un periodista que a lo sumo puede hacer un periodismo de denuncia. Porque, a veces, puede haber allí un dato interesante que puede transformarse en publicable a partir de un recorrido posterior. Pero por sí sólo, el periodismo de carpetazos es un periodismo muy pobre. El de investigación, en su búsqueda, debe abordar una crónica, debe buscar documentos, tratar de entrevistar a muchas fuentes, entre otras cosas". "Debe haber un poder que intente ocultar esa información", agrega el docente como un aspecto clave de una investigación.

Pese a que en muchas carreras de grado y posgrado vinculadas a Comunicación, sobre todo en universidades privadas, pero también, por ejemplo, en La Plata, existe una materia llamada Periodismo de Investigación, muchas veces esta nomenclatura genera discusiones.

"A mí siempre me chocó la idea de periodismo de investigación porque de alguna manera termina ligado a una cuestión policial. Todo periodismo contiene investigación, así que colgarle ese término se hace problemático. Cuando dicen 'periodismo de investigación' ¿se refieren a alguien que entrevistó a diez personas para una nota? Bueno, eso es ser periodista, creo que de entrada hay un problema de definición", apunta Martín Sivak, autor, entre otros, del libro "Clarín, el gran diario argentino. Una historia". En ese sentido, el periodista señala que prefiere definir como "periodismo de largo aliento" a las investigaciones extensas sobre determinados temas que se pueden ver publicadas en los medios actuales. 



Investigación vs. denuncia

Por fuera de las definiciones académicas, para el gran público muchas veces el periodismo de investigación es el que se encarga de revelar algún caso, generalmente vinculado con algún tema de presunta corrupción, lo que lo aleja de su concepción inicial. Sivak señala que el de denuncia es "uno de los peores géneros". "El periodismo de denuncia es el que enfoca la preocupación en el impacto. Obviamente, yo hice mucho de eso cuando trabajábamos en la revista de Lanata (Veintiuno; actualmente Veintitrés); nos reíamos de hacer algo que llamábamos 'periodismo inmobiliario'. Eso de ver dónde tenía la casa un dirigente, ir hasta ahí y sacarle la foto. Eso yo lo hice, no estoy hablando desde la pureza. Y eso tenía impacto, pero no implicaba nada más que al señor en cuestión. Yo creo que ahora eso vuelve a funcionar. Esta avidez de cierto público por confirmar lo que ellos suponen que es una corrupción infernal acciona este tipo de periodismo", agrega.

Para Di Doménica, el periodismo de investigación debería abarcar mucho más: "Debería ir allí donde hay un poder que tiene una historia que desea ocultar. Temáticas como el medioambiente, corporaciones de inmenso poder como la sindical, la Iglesia, el poder económico contienen historias que no tienen que ver directamente con el Estado, pero que plantean infinidad de cosas a revelar. Por supuesto que el Estado también debe ser investigado".

La duda surge entonces sobre cuál es el origen de la confusión de términos y si ésta es de alguna manera intencional.

"Los medios por supuesto no se equivocan; en todo caso es una confusión interesada", afirma Jorge Urien Berri, prosecretario de redacción de La Nación y docente de la materia Periodismo de Investigación en un posgrado de la Universidad de Tres de Febrero. "Entonces, muchos medios hacen pasar por investigación lo que no es investigación. Lamentablemente se ha perdido mucho el concepto original, que consiste en revelar hechos desconocidos o aspectos desconocidos de hechos conocidos. No llamamos periodismo de investigación a reproducir la acusación del fiscal Fulano contra Mengano, el dictamen de (los tribunales federales de) Comodoro Py", agrega. 



Los noventa

Para varios analistas, el periodismo de investigación tal como se lo conoce actualmente tuvo su gran auge en los años noventa.

"En la Argentina se produjo un boom sobre todo con los casos de corrupción de Menem. Después yo agregaría a esos casos los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA, especialmente. En los medios gráficos, básicamente, comenzó a notarse, en Clarín y La Nación. Pero el que hizo punta y casi escuela en el periodismo de investigación en ese momento fue Página/12, sobre todo con las notas de Horacio Verbitsky de los domingos y algunos otros muy buenos periodistas. Ese envión continuó y fue acompañado por libros muy buenos de investigación, a veces de los mismos autores. Esto continuó fuerte y después se llegó, me parece, por el lado del público lector, a una suerte de saturación", indica el editor de La Nación.

Por su parte, Di Doménica apunta que muchos analistas incurren en una especie de idealización de la investigación periodística de los noventa: "El de los noventa estuvo muy idealizado como un periodismo superhéroe, esa figura tipo Woodward y Bernstein, un periodismo que con su investigación hace que renuncie un presidente. Pero después de 2000 quedó claro que esos periodistas trabajaban para otros intereses y esos intereses eran los de los medios para los que trabajaban. Entonces no eran tan superhéroes como parecían. Un superhéroe no se casa con nadie".

Sivak agrega otro aspecto: la idea de un periodismo que con sus investigaciones iba a plantarse frente a instituciones débiles: "Creo que en los últimos veinte años se han sobrevendido dos géneros. Uno es la crónica como la salvadora, como la que venía a rescatar todo lo que estaba mal en el periodismo. Y antes de la crónica lo que estaba sobrevaluado era el periodismo de investigación, el que venía a reemplazar a instituciones débiles como la Justicia, la Cámara de Diputados y demás. Me parece que ya eso es un problema". 



Investigación y kirchnerismo

El interrogante para muchos entonces es cómo funcionan las variables del periodismo de investigación en un esquema de medios polarizado, con nuevas tecnologías y otra realidad económica, cierto hermetismo por parte de algunos funcionarios, pero sobre todo a partir del Gobierno de Néstor Kirchner y su pelea con el mayor conglomerado mediático, el Grupo Clarín.

"Yo creo que durante el kirchnerismo hubo la misma cantidad de investigación que durante el menemismo. Ayudó también el hecho de que básicamente Clarín fogoneó temas en su lucha con el Gobierno. Es lógico también que cada medio privilegie ciertos temas o el área temática a investigar. Hay casos que, al margen de una coyuntura política o económica, merecen ser cubiertos porque son realmente muy graves y sus consecuencias continúan, como el atentado a la AMIA", afirma Urien Berri y agrega: "Esta puja política ha polarizado todo, kirchnerismo y antikirchnerismo, sin desmerecer las investigaciones de casos de corrupción de hoy, para nada. Pero bueno, con la polarización se ve la exclusión de otros temas o se ve encarar ciertos temas en función de esa puja, con lo cual se limita la investigación. La investigación siempre debe ser independiente, involucre a quien involucre. Y hoy se tiende a veces a hacer investigaciones bastante superficiales".

Para Sivak, que investigó al diario Clarín para su libro y se prepara para publicar un segundo tomo sobre la historia del diario desde el regreso de la democracia hasta la actualidad, "la polarización afecta a las redacciones". "En la mayoría, la mitad de los temas no se pueden tocar, de acuerdo con tu campo político de un lado y del otro y eso limita mucho. Si estás en la redacción de cualquier diario y querés hacer un tema contrario a los intereses del dueño estás en problemas. Entonces también se acotaron mucho los temas. Es notable, por ejemplo, que todos los libros críticos al Gobierno salieron de las redacciones de Clarín, La Nación o Perfil. Además, el conflicto entre el Gobierno y Clarín remapeó el periodismo de denuncia. En los años noventa, muchas de las notas de denuncia se publicaban en Página/12, que tenía un público más acotado; ahora todas las denuncias contra el Gobierno aparecen en lugares muy masivos", concluye.

En el caso de La Nación, Urien Berri asegura que en la actualidad no hay un equipo de investigación conformado como tal. "Lo hubo muchos años y en este momento está dedicado a eso exclusivamente Hugo Alconada Mon. Eso no quita que haya secciones que a veces producen investigaciones muy buenas. El problema siempre es, sobre todo en los diarios, que se quiere que el periodismo de investigación produzca rápido y ya". Otro de los problemas, afirma, es que la investigación suele ser más costosa, lleva más tiempo y en algunas oportunidades los resultados no son seguros: "Se invierte tiempo, a veces viajes y después el resultado de la investigación, si es honesta, por ahí no es el resultado que se esperaba al principio".

Di Doménica coincide en este punto: "El periodismo de investigación es costoso porque mucho de lo que se investiga no llega a ser publicado. Hay periodistas que apenas llegan a publicar un 10 por ciento de lo que encuentran. Hay otra cuestión también: no es que con la investigación se va a lograr vender más ejemplares. El periodismo de investigación mejora la marca, da jerarquía a un medio, pero no es que va a vender más. Aparte hay otro punto básico: hay épocas en las que la gente está más abierta a leer estas cuestiones y tiene más ganas. Y hay épocas en las que no. Por ejemplo, después de la crisis de 2001, la gente en general estaba muy abrumada por todo lo que le había tocado vivir. Entonces vino una época en la que no tenía más ganas de leer sobre hechos de corrupción, por ejemplo".

"Creo que es un momento en el que los medios de comunicación más grandes y masivos no son el mejor lugar para encontrar las mejores notas de investigación. Se hace mucho, gracias a la tecnología y a diversas facilidades que hoy tienen los periodistas en espacios que no son los grandes medios. ¿Por qué? Muchas veces no les conviene ganarse enemigos, más en una época en la que la economía de ellos es inestable o tiene muchas carencias. Los medios en papel, al igual que en todo el mundo, han sufrido una baja en las ventas. Entonces muchas veces los grandes medios piensan dos veces antes de ganarse determinados enemigos", finaliza Di Doménica.

@tinalarrea

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