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Lecciones de Prebisch tras 60 años:“déjà vu” para la economía local
Según Prebisch, la Argentina no podía seguir creciendo por "agotamiento de stocks (de infraestructura, de maquinaria y equipos, de reservas internacionales, de expectativas que subestiman la tasa de inflación, etc.) y estrangulamiento externo".
Por esa misma época, Silvano Santander, el dirigente radical más detestado por el peronismo, hacía el siguiente diagnóstico de la situación política interna y externa del país: toda la legislación represiva, cercenamiento de las libertades, anulación del Poder Judicial, quebrantamiento del concepto histórico del federalismo, absorción del poder central de todas las facultades, concentración del poder, manejo discrecional de la economía, eliminación de la prensa como elemento de contralor, acaparamiento de los medios publicitarios, anarquía e indisciplina en el Ejército, sujeción de las escuelas y universidades al dogma oficial, subversión dirigida, en fin, han formado el cauce por el cual el régimen justicialista, dentro y fuera del país, se ha ido deslizando en una cómoda ficción legal. [La política exterior] no ha podido ser más contraproducente. Lo único que se ha conseguido con ello es distanciar a la Argentina de todo su pasado, amenguando su prestigio y creando una atmósfera hostil en todas partes... En la Argentina vivimos fuera de toda norma ética. Se han violado todos los fueros de la convivencia civilizada. Estamos al margen de todas las leyes.
Releyendo ambos párrafos uno podría pensar, parafraseando aquel famoso tango de Gardel, que en la Argentina setenta años no es nada. Pero en realidad no estamos igual que entonces. Estamos mucho peor. No sólo somos mucho más pobres, tanto en términos absolutos como en relación con el resto del mundo, sino que, evidentemente, como sociedad no aprendimos nada. Como dice Santiago Kovadloff, en nuestro país "la experiencia no logra transformarse en enseñanza". La verdadera tragedia argentina es que nos quedamos entrampados en una farsa -la farsa del populismo- y que lo hicimos por decisión propia.
Según el premio Nobel de economía Douglass North, las instituciones que gobierna a una sociedad en un momento dado reflejan un proceso de aprendizaje colectivo a lo largo de su historia. Pero no hay garantía alguna de que esta experiencia acumulada permita resolver problemas nuevos o más complejos. Las sociedades que se "atascan" según North son aquellas que mantienen creencias e instituciones que no les permiten enfrentar y resolver esos problemas. Es decir, la cultura, entendida no sólo como un conjunto de valores y normas de convivencia sino también sus creencias y su manera de interpretar la realidad, puede condicionar (o incluso impedir) el proceso de aprendizaje de una sociedad y, por ende, retardar o impedir su desarrollo.
La historia es una parte esencial, quizás la más importante, de cualquier modelo de interpretación de la realidad. Como explicó otro premio Nobel -Friedrich von Hayek-hace más de medio siglo, "la experiencia pasada es la base en la que se asientan nuestras creencias respecto de la deseabilidad de distintas políticas e instituciones y nuestra ideología inevitablemente afecta y tiñe nuestra interpretación del pasado". No hay proyecto político actual que no requiera una interpretación histórica. Perón resumió la que propone el populismo como que "la lucha del pueblo en contra del vasallaje". Según esta manera de ver las cosas, las crisis del populismo no son consecuencia inevitable de su carácter entrópico ("una experiencia destinada a la frustración", explicaba Canitrot hace cuatro décadas), sino de una conspiración entre el imperialismo y los grupos concentrados para expoliar al pueblo argentino.
Hoy se vislumbra la posibilidad de un cambio. La mayoría del electorado lo pide. Pero para que este cambio sea duradero, es necesario romper el círculo vicioso en el que nos enfrascó el populismo y recrear un círculo virtuoso en el que crecimiento, regeneración institucional y fortalecimiento del capital social se alimenten mutuamente. Es un proceso lento y gradual que requiere liderazgo, constancia y determinación. Caso contrario, cuando volvamos a tener viento de cola, caeremos nuevamente en la tentación populista.
(*) Profesor adjunto de finanzas en UCEMA y New York University. Autor de "Entrampados en la farsa: el populismo y la decadencia argentina".
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