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Lula logró que Irán ceda con su plan nuclear, pero EE.UU. sospecha
El acuerdo fue alcanzado durante una cumbre en la capital iraní entre el presidente Mahmud Ahmadineyad, Lula da Silva y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, bajo el monitoreo del guía supremo de la República Islámica, Alí Jamenei.
El vocero de la Cancillería iraní, Ramin Mehmanparast, explicó que el pacto prevé el almacenamiento en territorio turco de 1.200 kilogramos de uranio iraní enriquecido al 3,5%, bajo supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), para que luego sea devuelto a Teherán enriquecido al 20% para ser usado como combustible de los reactores.
Sin embargo, Irán anunció ayer que, más allá de las cantidades comprometidas en el acuerdo de «swap» (intercambio), continuará enriqueciendo uranio al 20% en su central de Natanz, lo que escaparía al control externo.
En una primera evaluación, Estados Unidos y sus aliados indicaron que lo negociado en Teherán no modifica sus planes de activar nuevas sanciones de las Naciones Unidas. En cualquier caso, resulta innegable que el escenario no es el mismo que el de la semana pasada. El pacto sellado ayer recoge parte de una propuesta barajada en octubre, que preveía que el proceso de enriquecimiento fuera realizado en Rusia y Francia.
Conversaciones
Si Irán llega a un improbable acuerdo con la AIEA y las potencias occidentales, el uranio escasamente enriquecido podría ser llevado a la vecina Turquía «en menos de un mes», aseguró el vocero iraní.
Ahmadineyad se dedicó a azuzar a sus críticos. Según el ultraislamista que niega el Holocausto, tras la firma del acuerdo «el Grupo 5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania) ya no tiene ninguna excusa para no reanudar las conversaciones con Irán».
Por su parte, el Gobierno de Brasil celebró el acuerdo como un gran triunfo. El propio Lula da Silva consideró que constituye una «victoria de la diplomacia».
En la misma línea, el canciller brasileño, Celso Amorim, declaró: «Conversamos de manera respetuosa y con convicción con los países en desarrollo que comprenden y saben hablar de una manera que no sea impositiva. Nuestro lenguaje no es la presión». Un mensaje directo a Barack Obama y a sus aliados Francia y Gran Bretaña, a los que se sumó Rusia en los últimos meses.
Sin embargo, estas valoraciones contrastaron con la visión de las principales potencias occidentales. Por la tarde, la administración Obama calificó el acuerdo como «paso positivo» pero no suficiente al acuerdo y recordó que sigue teniendo «serias inquietudes» respecto a Teherán, que debe demostrar «con hechos» su buena voluntad.
«Reconocemos los esfuerzos realizados por Turquía y Brasil» como arquitectos del acuerdo firmado en Teherán pero, «dado el repetido fracaso de Irán para cumplir sus propios compromisos, Estados Unidos y la comunidad internacional siguen teniendo serias inquietudes», sostuvo en un comunicado el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs.
Preocupación
Para el subsecretario de Relaciones Exteriores británico, Alistair Burt, la preocupación continúa, mientras que Francia consideró que se trata «sólo de una medida para crear confianza», explicó el vocero de la Cancillería, Bernard Valero. «No nos confundamos: una posible solución de la cuestión del reactor de investigación de Teherán no solucionaría el problema del programa nuclear iraní de ninguna manera».
Además, señaló, el centro del programa atómico iraní es «la continuación del enriquecimiento en Natanz, la construcción del reactor de agua pesada en Arak, el ocultamiento de la instalación de Gom o las cuestiones pendientes de responder a los inspectores de la AIEA», explicó.
En una declaración muy esperada, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, evaluó que si Irán sigue enriqueciendo uranio en su territorio -lo que aparentemente ocurrirá-, continuarán las preocupaciones de la comunidad internacional. El Kremlin adoptó un tono duro con Irán en los últimos meses, pero se prevé que podría ser el que más rápido aceptaría una alternativa que le permita desmarcarse de la ofensiva estadounidense.
Más receloso que todos fue el ministro de Comercio israelí, Benjamin Ben Eliezer, quien consideró: «La cuestión es si Ahmadineyad no está tomándole el pelo otra vez a todo el mundo», señaló. «Cada día da un paso más hacia la bomba atómica», añadió.
Agencias DPA, EFE y AFP
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