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Murió Felipe Sapag, último caudillo de la política neuquina
Tras ser velados en la casa donde residía y ser trasladados en un cortejo fúnebre que reunió a cerca de 2.500 personas, los restos del líder histórico del Movimiento Popular Neuquino (MPN) fueron inhumados ayer en el Cementerio Central de la ciudad de Neuquén, mientras el Gobierno de su sobrino Jorge Sapag decretó siete días de duelo en todo el territorio.
Sapag murió en su domicilio de la calle Belgrano al 500, poco después de las 22 del domingo. Tras conocerse su fallecimiento, parientes, amigos y dirigentes políticos se acercaron a la casa para ofrecer condolencias a la familia.
Uno de los primeros en acercarse fue el actual mandatario. «Es un momento de mucho dolor; ha sido un líder indiscutido a nivel familiar y profesional, un buen padre, una excelente persona y un gran tío», sostuvo. También asistieron, entre otros, la vicegobernadora Ana Pechén; el intendente Martín Farizano y el ex gobernador Jorge Sobisch. En representación de Cristina de Kirchner participó el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.
Felipe Sapag nació en Zapala, el 14 de febrero de 1917. Hijo de siriolibaneses, fue una figura central de la historia política provincial y caudillo indiscutible del MPN. El 4 de junio de 1961 fundó junto con sus hermanos Elías y Amado Sapag y un grupo de peronistas proscriptos el MPN, que desde el nacimiento institucional de Neuquén como provincia ha sido Gobierno.
«Don Felipe» inició su carrera política en 1952 como presidente del primer concejo municipal de Cutral Có, y ocupó la primera de sus cinco gobernaciones en 1963, durante la presidencia de Arturo Illia. En tanto, entre 1970 y 1972 fue mandatario durante el Gobierno de facto, pero renunció antes de las elecciones y fue electo en 1973 para ocupar la tercera gobernación, hasta el golpe de 1976. En 1983, con la recuperación de la democracia, Sapag fue elegido una vez más al frente del Gobierno de Neuquén, y cerró su ciclo político en el período 1995-1999.
En su seno familiar, Sapag debió sufrir las consecuencias de la dictadura, por la muerte de sus hijos Ricardo y Enrique Sapag. En su libro «El desafío», de 1994, recuerda a sus hijos en una nota que titula «Mis hijos menores montoneros».
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