3 de julio 2018 - 00:00

Notable muestra fotográfica de dos artistas en el Malba

La exposición ofrece una mirada impar de los años sesenta.

La exposición ofrece una mirada impar de los años sesenta.
La exposición ofrece una mirada impar de los años sesenta.
El Malba presentó el último miércoles una exposición de fotografías de Cindy Sherman y Richard Prince curada por Gunnar Kvaran, director del museo noruego Astrup Fearnley de Oslo, junto a Victoria Giraudo, jefa del equipo del Malba. La exhibición proviene de la institución noruega que, si bien está geográficamente alejada, comparte propósitos, criterios, y una historia afín con el Malba. Ambos museos coleccionan obras de primer nivel. Así llegaron a Buenos Aires, por primera vez, 34 fotografías con "calidad museo" de Sherman y Prince, artistas que al promediar la década del 70 contribuyeron a torcer el rumbo del arte.

Sherman estudiaba Bellas Artes en la Universidad de Búfalo y dedicaba su tiempo a pintar. Pero no estaba del todo conforme y, así lo expresó: "No tenía más qué decir mediante la pintura. Estaba copiando minuciosamente otro arte y entonces me di cuenta de que, en lugar de eso, podía simplemente utilizar una cámara y concentrarme en las ideas". A los 18 años comenzó a estudiar fotografía y "las ideas" cobraron forma en la serie "Untitled Film Still": imágenes que debían parecerse al fotograma de alguna película que nunca se hubiera filmado. Así comienza la muestra.

En la obra de Sherman el tema es la mujer. Y ella misma posa frente a la cámara para interpretar, como una actriz consumada, los más diversos estereotipos femeninos. Con una foto en blanco y negro evoca el derroche sensual de las estrellas del neorrealismo italiano. El perfil luminoso de una mujer que enciende un cigarrillo, recortado en medio de la noche, encarna el misterio de Jeanne Moreau y la Nouvelle Vague. Luego, una joven sentada en el tronco de un árbol, trae el recuerdo del film el "Deseo bajo los olmos" de Delbert Mann, basado en la obra de teatro de Eugene O'Neill.

Cindy Sherman recurre a personajes disímiles, pero es en realidad ella misma que representa la cultura de los Estados Unidos, con sus fortalezas y debilidades. Hay en la muestra una inmensa foto apaisada. Allí está ella con un lejano parecido a Marilyn Monroe (aunque nadie autorice a decirlo), cubierta con una sábana, semidesnuda, con los labios entreabiertos y la mirada perdida. La foto fue un encargo de la revista "Arforum", que nunca la publicó.



El gran formato de las imágenes permite ver con claridad el trabajo de Sherman a través de los años, el aumento del artificio, las prótesis y el maquillaje. Recursos que le han permitido transformarse en protagonista de célebres pinturas como la serie de los Grandes Maestros y las Madonas, además de interpretar los productos de la sociedad de consumo, como una rubia con el gesto insípido que dejan las cirugías estéticas.

Cerca del fin de la muestra, una mujer madura, envuelta en una túnica de seda china, domina la galería de un claustro europeo. El curador, Kvaran, elogia la arquitectura y la elegancia del atuendo, "en abierto contraste con el calzado ordinario". Subraya el espíritu crítico de Sherman en los pequeños detalles, el hecho de retratarse con su verdadera edad, y revelarse a la obligación -o el deseo- de permanecer siempre joven. Hay una escena de sexo con el rostro de ella cargado de dramatismo en primer plano. La muestra no ahorra emociones.

Mientras Sherman habla de la mujer, Richard Prince descubre el prototipo del hombre ideal de los EE.UU. El cliché del cliché femenino, contrasta con la nostalgia de los "Cowboys" que trae Prince, dueños de unos paisajes de ensueño. Entre los antecedente del trabajo de Prince, figuran los artículos que recortaba en revistas de "lifestyle" para entregar en la redacción. Las sobras de su trabajo, los anuncios publicitarios, se convirtieron en la materia prima de collages que refotografíaba. Así, fotografiando fotografías, robó o se apropió de los cowboys de las publicidades de los cigarrillos Marlboro. Las imágenes ostentan el mayor glamour y ponen en evidencia la belleza de los caballos y la virilidad de los personajes. Marlboro trataba entonces de inducir a los hombres a fumar los cigarrillos con filtro, que sólo consumían las mujeres. Y, desde luego, las fotos resultaron convincentes.

Con la estrategia de desplazar imágenes ajenas, Prince alcanzó un precio millonario en una subasta y se popularizó la discusión sobre la autoría, el valor de su obra y las cuestiones legales. En 1983 refotografió una foto de Brooke Shields quién, a los 10 años había posado para Garry Gross, desnuda como una Lolita. Tituló "Spiritual America" su obra y la expuso en una galería de arte como una abierta crítica a la pornografía infantil. Desde el punto de vista didáctico, el Malba suma dos artistas cruciales para entender los cambios del canon artístico a partir de la segunda mitad del siglo XX.

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