27 de septiembre 2017 - 12:03

Paritarias 2018: será central debate salarios-precios para no gatillarse en el pie

Emmanuel Álvarez Agis.
Emmanuel Álvarez Agis.
La presentación del Presupuesto 2018 y las recientes informaciones que indican que el Gobierno nacional no estaría dispuesto a cumplir con las cláusulas gatillo presentes en varios de los convenios nacionales y sub-nacionales pone de relevancia una discusión que será central el próximo año: el combo salarios-precios.

Desde que asumió Cambiemos y hasta junio 17 (último dato disponible) el salario del sector privado registrado aumentó 54%, mientras que los precios subieron 61%. Punta a punta, la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores del sector privado registrado es de -4,1%. Si la inflación terminara el año en torno del 22%, ese poder adquisitivo sufriría una reducción respecto de diciembre 15 de -2,9%. Es decir, las paritarias de 2017 se habrían quedado cortas para recuperar la caída del salario real de 2016, puesto que el poder adquisitivo recuperaría sólo un 2,8% del 6,1% perdido en 2016. Sin embargo, muchas de estas paritarias fueron firmadas bajo la promesa de que una inflación superior a cierto guarismo activaría automáticamente una cláusula gatillo. Para las paritarias nacionales y sub-nacionales, el disparo ocurriría cuando la inflación superara el 17,5%. En el caso de una de las paritarias más conflictivas del sector privado, la bancaria, ese disparador sería 19,5%. Septiembre para los primeros y octubre para los segundos serían los meses de 2017 donde esas paritarias deberían reabrirse.

Sin embargo, según informó Ámbito Financiero el lunes de esta semana, el Gobierno nacional no estaría dispuesto a autorizar ese tipo de cláusulas. Tal actitud no solo sería claramente violatoria de los acordado entre las partes en la negociación paritaria, sino que fundamentalmente conspiraría contra el principal objetivo del propio Gobierno, este es bajar la inflación mediante una política monetaria de altas tasas de interés y una política de ingresos cuyo principal componente es la señal de una paritaria que no comience con el número "2". Salir de la zona del "veinti-tanto" es algo que no se logra en la Argentina desde el año 2009. No obstante, lo ocurrido en 2017 debería ser suficiente para que todos los actores de esta negociación, los gremios, las empresas y el Estado, comprendieran que las pérdidas de poder adquisitivo de un año (en nuestro ejemplo, 2016) pueden complicar los objetivos de desinflación del siguiente año (2017), debido a que los gremios intentan recuperar con la próxima paritaria lo perdido en la anterior.

Esta es la razón por la cual en 2017 se cerraron paritarias en torno del 27%, con una inflación que en el peor de los casos terminará en un 23% e, incluso así, ese combo salarios-precios resultará insuficiente para recuperar el poder adquisitivo perdido durante 2016. Por lo tanto, violar las cláusulas gatillo de 2017 solo impondrá una presión al alza sobre las paritarias de 2018 y dificultará el objetivo oficial de lograr que todas las variables de la economía se alejen de la zona del 20%, para pasar a la zona del 15-6%, según el objetivo oficial, o a la más plausible zona del 18-9%, si consideramos que la pauta oficial de inflación del 16% difícilmente pueda ser alcanzada ¿Por qué? Básicamente porque el Presupuesto 2018 anticipa una nominalidad deseable, pero algo compleja de conseguir. Devaluación al 20%, inflación del 16%, incremento de servicios públicos en torno al 35-45% y de transporte público del orden del 22%. Si se contemplan no solo los efectos de primera vuelta, sino los de segunda relacionados con los impactos en los costos, la política de ingresos del Presupuesto 2018 hace pensar en una inflación más cercana al 17-8%.

Con esta combinación oficial, 2018 marcaría nuevamente una pérdida de poder adquisitivo. Por esta razón es importante enfatizar que el objetivo de bajar la inflación no debe ser alcanzado a costa de sacrificar el poder adquisitivo de los trabajadores, el desarrollo del mercado interno y la distribución del ingreso. Las metas de inflación establecidas por el Banco Central son demasiado ambiciosas y colisionan con otros dos objetivos oficiales: recuperar algunos precios relativos "atrasados" y lograr que la economía crezca y genere empleo. Si la meta de inflación se alcanza a costa del salario real, el crecimiento no será suficiente para reducir el desempleo y, probablemente, venga de la mano de un empeoramiento de la distribución del ingreso

¿Qué hacer? El Gobierno debería practicar el gradualismo no solo en la política fiscal en general, sino en la quita de subsidios en particular y, sobre todo, en la política monetaria. Unas paritarias en la zona del 20% no son incompatibles con una inflación en torno al 17-8% y un crecimiento del poder adquisitivo de los salarios. Sin embargo, para alcanzar este objetivo sería necesario una relajación parcial de la política monetaria coordinada con un mayor gradualismo en materia de quita de subsidios. Lejos de amenazar la meta fiscal, esta dinámica permitiría que el déficit fiscal se eliminara con la única dinámica no traumática que existe: el crecimiento en lugar del ajuste recesivo.



(*) Ex Viceministro de Economía y actual Director de la Consultora PxQ.

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